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JOSÉ EMILIO PELAYO
Domingo, 19 de mayo 2013, 19:48
Se restregó los ojos. Incluso, hizo tanta fuerza con sus nudillos que sintió dolor. No estaba especialmente cansado, pero la lectura de ese legajo se estaba convirtiendo en un martirio. Tanto como para maldecir lo acontecido dos días atrás, cuando por un golpe, no de suerte y sí, pensaba ahora, de desdicha, descubrió ese documento firmado por el antiguo abad del monasterio de San Emeterio, enclavado en el cerro de Somorrostro. Un hallazgo ciertamente casual, porque así coincidió que llegara a estar solo en la iglesia colegial de los Cuerpos Santos al filo de la media tarde tras reunirse con don Nuño Pérez Monroy, actual abad y dominus villae de Santander. Era la segunda vez que Gonzalo Ruis, mercader y vecino de la Puebla Vieja, sostenía un encuentro privado con el eclesiástico. Ahora, cuando 1342 casi expiraba, se cumplían diez años de su primera conversación. Fue entonces cuando él compró su actual casa, de dos plantas y huerta en la trasera. La iglesia colegial, propietaria del inmueble y de más del 30% de la Rúa Mayor, se avino a una transación que sorprendió a los vecinos, porque era infrecuente que el cabildo vendiera posesiones y siempre optaba por arrendar inmuebles y tierras.
Relato ficticio que recrea en un breve bosquejo las características geográficas y socio-económicas y la estructura social de la primera villa de Santander. Las fechas y datos concretos son reales y otras son aproximaciones al carecerse de documentos fidedignos para la datación histórica. Algunos nombres son reales y otros inventados.
El texto completo, en edición impresa y en Kiosko y Más.
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