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Mariña Álvarez
Miércoles, 23 de enero 2013, 11:03
San Felices de Buelna, recta de la Agüera. Ocho empresas y unos mil trabajadores de toda la comarca, especializados en ofrecer servicios a la gran industria de la zona. Los tiempos no son buenos. Muchas de las firmas están sometidas a algún tipo de regulación. Y el sábado por la noche la riada «vino a darnos la puntilla», definió Gonzalo Macho, responsable industrial de Greyco. Al desastre y las pérdidas suman el tiempo que les costará sobreponerse. Calculan que estarán, como mínimo, una semana sin poder trabajar.
El regato Tejas se transformó en torrente y entró en las naves, rompiendo hasta las puertas, arrasando todo a su paso. En el polígono industrial de San Felices este lunes quedaban toneladas de lodo y barro, sistemas eléctricos fundidos, piezas oxidadas, ordenadores inservibles, maquinaria averiada... «y todos juntos ayudando. Ya estábamos tocados, ahora más aún, pero espero que no hundidos, porque aquí no sabemos hacer otra cosa que luchar y tirar para adelante». El discurso de César Laguillo, responsable de Talleres Laguillo, deja un hueco a la esperanza en medio de la desolación. Es incapaz de reprimir las lágrimas cuando recorre los daños que ha sufrido su negocio, fundado por su padre hace treinta años. El agua superó el metro de altura: «Se han perdido la mitad de los vehículos, de la veintena de grandes máquinas nada, y la maquinaria de mano tampoco. No hay nada que funcione, nada...». Su nave está justo frente al torrente, que le llegó en línea recta desde el monte y le reventó la puerta. Él mismo, que vive cerca, acudió al polígono el sábado por la tarde, temiendo que pudiera ocurrir algo... «Pero cuando llegué no pude hacer nada. Volví a casa derrotado. Hasta el domingo a las dos de la tarde no pudimos entrar a ver la fatalidad. Hasta entonces, esperar y mirar al cielo».
Su vecino de nave, José Manuel González Núñez, de Mecanizados Josmar, sí entró en las instalaciones en plena riada. Estuvo con otro operario toda la noche intentando salvar lo posible. Abrieron los portones traseros para desaguar y lograron que la inundación se parara a 30 centímetros de altura. Durante la mañana de este lunes, como todos, estuvo quitando barro. «Toda la pieza mecanizada será chatarra, lo peor es que el material de nuestros clientes se ha oxidado, eso es lo peor... los ordenadores a nivel de suelo destrozados y todos los transformadores de las máquinas afectados», resumió. Lo más urgente ahora es «arrancar. Nos prometen que nos van a ayudar. Pero el carro lo tenemos que arrancar nosotros». Josmar, precisamente, es una de las empresas en ERE, una situación que justo iban a superar ahora. «Nos llegó un pedido importante e íbamos a recuperar el personal en ERE, y resulta que nos pasa esto. Una detrás de otra».
En Greyco el agua inundó toda la planta, hasta una altura de cinco centímetros. Los fosos de la maquinaria quedaron completamente anegados y se oxidó gran parte de la producción. Gonzalo Macho contó que durante todo el domingo estuvieron trabajando y consiguieron sacar 50.000 litros de agua.
Con todo, los empresarios de esta recta están indignados. Dicen que la de este fin de semana es la tercera riada en veinte años, y que ya hace quince, cuando sufrieron la anterior (bastante menos grave), «nos prometieron que iban a arreglar la canalización del río». Piensan que el desastre pudo haberse evitado y exigen que se tomen medidas para que no vuelva a ocurrir. «Ni lo hacen ellos Confederación Hidrográfica ni nos dejan a nosotros; nos habíamos agrupado todos los empresarios, que somos muchos y damos mucho de comer, para arreglar el cauce y no nos dejaron tocarlo», lamentó uno de ellos.
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