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Ignacio Diego e Íñigo de la Serna fueron unos de los porteadores de la talla de la patrona. / Foto: Alberto Aja
Santander pide ayuda a la Virgen del Mar en un tiempo «preñado de dificultades»
Día festivo en la capital cántabra

Santander pide ayuda a la Virgen del Mar en un tiempo «preñado de dificultades»

2.500 personas participan enla tradicional fiesta organizada en homenajea la patronade la ciudad

Nacho González Ucelay

Martes, 21 de mayo 2013, 12:04

El obispo de Santander, Vicente Jiménez, hizo un llamamiento global «a la responsabilidad y la solidaridad» de los cántabros en un tiempo «preñado de dificultades» aunque «henchido de esperanzas de solución si todos arrimamos el hombro y remamos en la misma dirección». El prelado de la Diócesis cántabra, que ensalzó «el admirable espíritu cívico de casi todos los ciudadanos» frente a los problemas de la crisis, rogó por ellos a la Virgen del Mar, a la que pidió que sea una señal «de esperanza y consuelo».

Lanzado como una manta de abrigo «a las personas más vulnerables», el mensaje del obispo fue el eje sobre el que giraron los actos organizados en honor de la Virgen del Mar, patrona de la ciudad de Santander y ayer, en su día, gran protagonista. «Guapa», «preciosa» y «espléndida» como la mañana, por fin primaveral Nuestra Señora del Mar presidió una procesión de cinco kilómetros que 400 romeros efectuaron rosario en mano para abrir el apetito y un copioso almuerzo campestre que 2.500 vecinos disfrutaron cuchara en mano para cerrarlo sin amenaza de lluvia.

De lo uno y de lo otro participaron activamente la práctica totalidad de los miembros de la Corporación Municipal de Santander, que, acompañados de otras autoridades, se congregaron a las puertas de la iglesia de San Román de La Llanilla para escoltar a la imagen de la Virgen del Mar en su larga marcha hasta la ermita. Cinco kilómetros. «Un paseo», según dijo el alcalde. «Un buen momento para pedirle que interceda por aquellas familias que lo están pasando mal y que están atravesando grandes dificultades en estos momentos de crisis», añadió Íñigo de la Serna.

Luego de recordar que la Virgen «ya intercedió por los santanderinos en otros momentos difíciles» (la peste de 1596 o la sequía de 1848) el alcalde buscó su sitio como porteador de la imagen y echó a andar ayudado por el presidente de Cantabria, Ignacio Diego, y los concejales Antonio Gómez y César Díaz, que completaron la primera terna. Detrás, el obispo, Vicente Jiménez, y una numerosa comitiva religiosa. Y, luego, alrededor de 400 romeros entre ellos el expresidente regional, Miguel Ángel Revilla, preparados para una larguísima caminata en la que el regidor y el jefe del Ejecutivo cántabro mantuvieron una conversación a solas que sólo interrumpieron en un par de ocasiones; para rezar a la puerta de Ciriego y para llevar de nuevo en andas a la imagen gótica de la Virgen hasta su lugar en la ermita.

«Crisis de valores»

Allí, en lo alto de una colina empapada por las aguas del Cantábrico, la Virgen del Mar mostró su esplendor a las cerca de 2.500 personas que ya por ese entonces, casi mediodía, se habían congregado allí para sumarse a la celebración.

A ellas se dirigió el obispo de Santander, Vicente Jiménez, para mostrarles su preocupación por la actual situación pero también su convencimiento de que hay una solución a los problemas.

El prelado reconoció que la crisis «está golpeando a muchas familias» a las que ha dejado graves secuelas: «La pérdida del trabajo, la pérdida de la vivienda y la falta de la debida atención a mayores e inmigrantes». En esta situación, Jiménez llamó a «la responsabilidad y la solidaridad» porque «vivimos unos tiempos en los que tenemos que hacer especiales esfuerzos y sacrificios, buscando entre todos el bien de todos, especialmente el bien de las personas más vulnerables».

En su homilía, el obispo ensalzó el «admirable espíritu cívico» que en esta hora delicada están teniendo «la mayoría de los ciudadanos», dispuestos, dijo, «a asumir los sacrificios necesarios y a colaborar en la solución de los problemas que sufren las administraciones públicas, las empresas y numerosas familias». También, el prelado se refirió al aumento de «las tensiones sociales» que se vienen observando en la calle y que él cree que es muy necesario vigilar «para que el delicado equilibrio de la paz social y de las instituciones fundamentales del Estado no sufran graves alteraciones» pues esto, advirtió el obispo, «tendría consecuencias muy negativas para todos».

Firme ante la corrupción en el actual y en cualquier otro contexto, Jiménez aseguró, por otra parte, que «nadie debería aprovechar las dificultades reales por las que atraviesan las personas y los grupos sociales para perseguir fines particulares que perdieran de vista el bien común de todos».

Y convencido de que hay soluciones, el prelado, que reconoció que «la Iglesia no puede ofrecer soluciones en clave política o económica», dijo para acabar que es un tiempo «preñado de dificultades» aunque «henchido de esperanzas de solución si todos arrimamos el hombro y remamos en la misma dirección» para solucionar los problemas.

«Cero colesterol»

A escasos 200 metros de la ermita en la que concluía el acto religioso, otro Vicente Quintana Cosío ponía sus sentidos en un enorme recipiente sobre el que había vertido 500 kilos de patatas, 175 de costilla, 30 de chorizo lebaniego y cantidades industriales de pimiento verde, pimiento rojo, guisantes, puerros, cebolla, ajo, sal, laurel, perejil y aceite para preparar 2.000 raciones de eso mismo de patatas con costilla que los asistentes degustaron en el prado de la campa.

A los primeros les sirvió el alcalde, que luego de atender a la prensa, de portar la imagen de la Virgen, de andar cinco kilómetros y de encabezar la representación municipal en la misa, se colocó un mantel, asió un cucharón y se puso a remover el recipiente, en el que los pimientos rojos aún estaban enteros: «Vicente, esto en MasterChef no te lo pasan», advirtió De la Serna, que después de destapar la cacerola y observar el contenido aseguró: «Cero colesterol, ¿eh?».

«Está espléndido», dijo el cocinero. Como la Virgen. Y la mañana, por fin primaveral.

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