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PABLO SÁNCHEZ
Martes, 23 de julio 2013, 22:24
Nadie debía perdérselo, ésa era la idea. El chupinazo que ha dado inicio a la Semana Grande santanderina se lanzó casi de noche, a las 22.00 horas, justo en ese momento en el que la luz del cielo va, poco a poco, tornándose cobriza, desvaneciéndose y preparando a la ciudad para las horas del sueño. Aunque, sueño hubo poco en la capital.
La plaza del Ayuntamiento de Santander bullía de actividad, tomada por una multitud de pañuelos azules, preparados para el inicio de las fiestas. Y, como cada año, ruido, mucho ruido. Un murmullo incesante y alegre, perfectamente adecuado a los últimos días de sol.
A eso de las 16.00 horas, unas cuantas nubes amenazaron la celebración, pero la sangre no llegó al río y las miles de personas congregadas pudieron disfrutar de un estreno netamente veraniego, sin que las obligaciones laborales provocaran demasiadas ausencias.
Lo que sí hubo fue calor y mucha sed en las horas previas a la salida del alcalde, Íñigo de la Serna, al balcón del Consistorio. Una fiesta gana si no hay que sacar el jersey. Y lo santanderinos y visitantes pudieron gozar de los primeros momentos de Semana Grande en manga corta.
Las casetas hicieron buen negocio, repartiendo avituallamiento entre los presentes. La gente se afanaba por captar la atención de los camareros. Una vez con el vaso en la mano, volvía la mirada al balcón. «Esto debe de estar a punto de empezar», enunciaba una mujer. Y no se equivocaba.
También dieron color a la concentración los miembros de las peñas y casas regionales que, desde las 20.15 horas, desfilaron por el centro de la ciudad, acompañados por el ritmo y la música de las batucadas y las charangas. Fue un paseo largo, que concluyó a las 21.15 horas, con la entrada de las peñas por la calle Isabel II. A esa hora, caminar por los aledaños del Ayuntamiento era prácticamente imposible. Las familias con niños optaron, con criterio, por alejar a los más pequeños del bullicio. Las calles Juan de Herrera y San Francisco hicieron las veces de improvisadas guarderías.
De los altavoces surgía música a todo volumen, convirtiendo al centro de Santander en una improvisada pista de baile. Todo estaba preparado para la explosión de júbilo que tendría lugar unos minutos más tarde. La gente, por su parte, iba tomando posiciones. «Pero, ¿dónde estáis? ¿Llegaréis al chupinazo?», exclamaba una mujer, mientras trataba de explicar su ubicación a través del teléfono.
La ceremonia de inauguración comenzó con cierto retraso. El mago Raúl Alegría fue el maestro de ceremonias encargado de presentar a los artistas de Quimera, el circo de tus sueños, que ofrecieron una parte de su espectáculo. Finalmente, los motoristas acrobáticos de Infernal Varanne exhibieron sus capacidades dentro de la esfera metálica.
Entre la multitud, además de la fiesta, destacó el espíritu reivindicativo. En un contexto de crisis generalizada, el comienzo de la Semana Grande fue aprovechado para recordar diferentes causas sociales y políticas. 'La sanidad pública no se vende, se defiende' y 'Menos gasto innecesario y más gasto público' fueron los lemas de algunas de las pancartas que se extendieron en la plaza. También hubo espacio para la condena al fracking.
El discurso
Con quince minutos de retraso sobre el horario previsto, De la Serna salió al balcón. Su presencia despertó algunas protestas mediante silbidos mientras iniciaba su discurso. «Santanderinas y santanderinos, la mejor semana del año está a punto de comenzar», exclamó el regidor, para, a continuación, enumerar las actividades que se ofertarán durante los próximos días. De inmediato, dedicó sus palabras a las víctimas de la crisis. «Hay mucha gente que lo está pasando mal y éstas son las fiestas más solidarias; diez días dedicados a pasarlo bien, llenos del color azul de la ciudad más bonita del mundo».
Para concluir, De la Serna hizo un guiño al pasado. «Hace apenas cinco años os animamos a tomar las calles. Hoy ya son vuestras. Vivid estas fiestas como si nunca fuera a llegar el día siguiente. ¡Viva Santiago! ¡Viva Santander!», fueron las últimas palabras del alcalde, antes del lanzamiento del chupinazo. En ese momento, la plaza fue un clamor. Los pañuelos volaron al viento y se soltaron globos blancos y azules. En la fachada del consistorio, se desplegaron dos pancartas con el lema Semana Grande Santander 2013. Ahí terminó el primer paso de una gran carrera que, durante los próximos días, llenará de color la ciudad.
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