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Ana del Castillo
Jueves, 1 de agosto 2013, 19:07
Cuando las palabras salen del corazón sobran los discursos preparados. Si una madre, como la gaditana Inmaculada Michinina, sufre por no poder llevar un plato de comida a sus hijos, los trajes, las corbatas y las frases hechas pierden importancia, si alguna vez la tuvieron.
Esta vendedora ambulante de Cádiz dejó sin palabras a los políticos de su Ayuntamiento, a los que lleva pidiendo una licencia para vender sus manualidades tres años. Su discurso desgarrador triunfa en las redes sociales.
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