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Un momento del Gran Desfile de Tropas y Legiones por las calles de Los Corrales de Buelna./ Foto: Sane
El gran Desfile General de Tropas y Legiones cierra las Guerras Cántabras
Los corrales de buelna

El gran Desfile General de Tropas y Legiones cierra las Guerras Cántabras

Miles de visitantes ‘tomaron’ Los Corrales para ver el desfile de romanos y cántabros

Nacho Cavia

Miércoles, 11 de septiembre 2013, 22:16

La conquista de Cantabria se hizo acompañar este domingo por dos mil personas ataviadas como romanos y cántabros en pleno enfrentamiento. Sin embargo, sólo hubo un vencedor, una fiesta de recreación histórica que cada año cuenta con más visitantes, siempre sorprendidos por el enorme despliegue de medios; tambores romanos y gaitas cántabras, gladios y falcatas, hombres, mujeres y niños volcados con una fiesta que incluyó novedades que a nadie dejaron indiferente.

Cerca de 30.000 personas según las primeras estimaciones, presenciaron el final de la guerra a lo largo de toda la Avenida Cantabria de Los Corrales de Buelna. Con ligeras diferencias, aclamaban a los cántabros, callaban al paso de los romanos, y disfrutaban con todos, incluidos los animales que marchaban al ritmo de tambores, flautas, gaitas y trompetas.

Música que marcó el ritmo de miles de personas llegadas a Los Corrales de Buelna para disfrutar de las Guerras Cántabras, una fiesta de Interés Turístico Nacional que recrea la conquista de Cantabria a manos del Imperio Romano.

Alrededor de 2.000 personas, ataviadas con sus mejores vestimentas, sus más vistosos complementos y un espectacular armamento, invadieron la Avenida Cantabria a lo largo de varios kilómetros, alentados por decenas de miles de personas que no quisieron perderse el despliegue de toda la fuerza de una fiesta que cuida cada detalle y que se renueva cada año. Entre ellas, el consejero de Cultura, Miguel Ángel Serna; el director general de Cultura, Joaquín Solanas; el de Turismo, Santiago Recio; la alcaldesa de Los Corrales, Mercedes Toribio; y varios líderes del arco parlamentario.

Aunque las previsiones meteorológicas no eran las mejores, los visitantes abarrotaron la localidad desde primeras horas de la mañana volcados con la fiesta.

Ya desde mediodía, el ir y venir de los curiosos al campamento cántabro-romano fue una constante, aunque se notó especialmente en el Certamen de Pócimas y Brebajes sin alcohol y la Gustatio, en el que tribus y legiones ofrecieron sus bebidas y comidas, basadas en los gustos y costumbres de cada colectivo. Se repartieron en total 10.000 muestras de comida y bebida. Y entre pincho y caña, una magnífica exhibición de la Legio VI Victrix de Calahorra (Logroño) y de la Academia de Danza de Mercedes Seco, que ofreció en el campamento una coreografía sobre una danza cántabra con una treintena de bailarines.

Por la tarde, a las seis, ya no quedaba ni un hueco libre en la avenida. Solo se veían cabezas y las cámaras de los medios de comunicación presentes en el Desfile General de Tribus y Legiones.

El número trece

Trece tribus y trece legiones participaron en el desfile de la decimotercera edición. ¿Quién dijo miedo? Todas recorrieron la Avenida Cantabria, de norte a sur, para terminar al paso en el campamento festero. Entre los incondicionales, más con el lado cántabro que con el romano, los niños, absortos con cada detalle, soñando con formar parte de ese gran ejército y llegar a ser Corocotta o César Augusto. Y con ellos los personajes protagonistas de las muchas representaciones que convierten cada año a fontaneros, guardias civiles o maestros en historia viva sobre el escenario.

Sobre las ocho, la fiesta entró en su recta final. El historiador y geógrafo Estrabón repasó lo sucedido en las dos guerras contra los cántabros, dando paso a las escenificaciones de la Proclamación de la Pax y Ley Romana, a las explicaciones del general Agrippa o al cierre de las puertas del Templo de Jano, símbolo del término de las hostilidades. Luego, las diosas Minerva y Cantabria apagaron el Fuego Sagrado para poner el punto final a una espectacular recreación.

Por fin, la guerra ha terminado. Pero no el trabajo. Firmada la paz, es hora de desmontar el campamento, que este año ha recibido críticas inmejorables, de hacer balance de un año con más visitantes que nunca, de repasar los actos mejorados y renovados este año y de preparar la que será una especial edición, la décimo cuarta, que en principio se dedicará a los niños y jóvenes.

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