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J. M. Gutiérrez
Martes, 12 de noviembre 2013, 13:43
«A mi hija de 13 años un grupo de manifestantes la tiraron al suelo, la escupieron y la intentaron dar patadas», relataba Arantza González, una de los casi mil participantes en la carrera popular E.ON Night Race de Torrelavega. «Se me subieron las pulsaciones a 180», decía por su parte el atleta Sergio Reigadas. «Jamás hubiera esperado que cuando estás participando en una prueba benéfica, de repente te encuentras una barrera humana pegándote con paraguas, empujándote, increpándote y llamándote hijo de puta», se quejaba Edu Pérez. «Es una vergüenza», gritaba en voz alta Víctor Ramón Peña, quien recibió patadas y le arrancaron el dorsal y la luz frontal que llevaban todos los participantes. «A mi hija de 11 años la dijeron que mientras llevara la camiseta de E.ON la tenían que pegar», protestaba Antonio Suárez, que «jamás» había vivido agresiones a deportistas en su larga trayectoria como atleta, ciclista y triatleta. «El derecho a manifestarse y protestar le tiene todo el mundo y hay muchas maneras de hacerlo, pero nunca agrediendo a los deportistas», manifestaba José Fuente Pila, el ganador de una triste carrera al que amargaron cualquier tipo de celebración: entró en meta con la mirada baja y con ganas de olvidar lo más pronto posible lo acontecido.
Son algunos de los mucho testimonios que ha deparado una carrera que pretendía ser una fiesta popular y que será recordada para siempre no por la participación o la recaudación obtenida destinada a Cruz Roja, sino por los desagradables incidentes protagonizados por un grupo de más de cuarenta personas que habían acudido como espectadores a la cita para protestar contra los «abusos» de la compañía eléctrica en la ciudad. Los manifestantes se situaron en dos puntos del recorrido a la altura del Mercado de Ganados y posteriormente en las proximidades de la Avenida de Palencia, donde formaron barreras humanas para intentar reventar la carrera impidiendo el paso de los corredores, entre ellos niños y adolescentes. Hubo gritos, insultos, amenazas, empujones, zancadillas, agarrones, arañazos, patadas, puñetazos, arrancamientos de dorsales... contra unos corredores que no eran ni políticos, ni banqueros ni tan siquiera accionistas de E.ON, sino los propios vecinos y conciudadanos de los agresores que sólo querían disfrutar de una noche de deporte al aire libre a pesar de la lluvia. La mayoría de los participantes prefieren pasar página y olvidar los hechos lo más pronto posible. Ayer, sólo se había presentado una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional.
Ni siquiera niños y adolescentes pudieron escapar de las agresiones. A Arantza González se la borró la sonrisa tras cruzar la línea de meta. «Sin tiempo para descansar, mi hija de 13 años me contaba que personas que estaban en el grupo de manifestantes la habían tirado al suelo, la habían escupido y la habían intentado dar patadas... Me contó que un señor que corría a su lado se había parado a ayudarla, a levantarla y que por eso, a él también le habían pegado. Me contaba que había pasado miedo... He estado toda la noche dándole vueltas al tema; estoy indignada, enfadada...».
«Agredir a deportistas es una de las mayores bajezas que se pueden concebir y algo absolutamente bochornoso en una ciudad que ha dado a Cantabria y a España grandes deportistas y campeones del mundo», protestaba ayer Ildefonso Calderón, un indignado alcalde que llegó a comparar a los manifestantes con Batasuna. «El regionalismo de Marcano y los socialistas teledirigidos desde la calle Bonifaz están permanentemente azuzando a los elementos más batasuniles de Torrelavega», aseguró el primer edil, cuyo Ayuntamiento colabora con E.ON en la organización con el objetivo de promover los valores del deporte y la solidaridad.
Justificaciones
La protesta, en teoría pacífica, había sido convocada por la Plataforma de Afectados por E.ON, incluida en el colectivo Cantabria No Se Vende (CNSV), que «lamenta profundamente» los hechos, pero que justifica que «han sido debidos a que la masa de corredores y corredoras no se detuvo ante los manifestantes, estrellándose contra los mismos». CNSV entiende que «si los corredores hubieran sabido que se enfrentaban a gente que ha tenido que ver a sus vecinos y vecinas morir de cáncer por culpa del transformador instalado en Lasaga Larreta 33, hubieran parado», continúa explicando la plataforma.
«Tengo arañazos en el cuello y todavía tengo que oír que nosotros somos los culpables por ir a correr...», se quejaba enfadado Luis Ángel Martínez a través de las redes sociales, medio que utilizaron ayer muchos participantes para mostrar su indignación. La policía no se queda al margen de las críticas. «Nos dijeron que no podían hacer nada porque ellos no eran antidisturbios. Fue lamentable», relata Agustín de Revilla.
La Plataforma de Afectados por E.ON la forman los afectados de Lasaga Larreta 33 unidos a otra gente que protesta por las facturas abusivas y los cortes de luz. «E.ON colocó hace ya casi siete años un transformador en Lasaga Larreta 33, en una comunidad de vecinos, para dejar libre un solar y que se pudiera construir, y lo hizo sin autorización, pero el ayuntamiento (primero PSOE y ahora PP) no ha hecho absolutamente nada. Desde entonces, hay una elevada tasa de muertes por cáncer en la comunidad, y la gente tiene problemas de tiroides, además de insomnio y malestar, ya que se notan las vibraciones y el ruido, en especial por la noche cuando la superficie de contacto es mayor al ir a la cama», denuncian para explicar los orígenes de la protesta.
Cantabria No Se Vende denuncia que a E.ON «se le debería caer la cara de vergüenza por utilizar la responsabilidad social corporativa para tapar su comportamiento en absoluto ético» y critica que haya cundido el mensaje de que la carrera era «solidaria». Los 2.000 euros recaudados para Cruz Roja que venían de donativos de los corredores, «son migajas para lo que la compañía gasta en publicidad», según CNSV. «El verdadero reclamo de la carrera eran unos míseros frontales y camisetas que E.ON ha utilizado para darse publicidad en la misma ciudad donde está destrozando vidas».
"Hay muchas formas de protestar, pero no esta"
José Fuentes Pila, el ganador de la carrera, fue el primero en encontrarse con los manifestantes, ya que «salí fuerte con el objetivo de poner distancia sobre el resto». Y cuando estaba camino del segundo de los cinco kilómetros de la prueba, ya en solitario, se topó con los manifestantes. «De aquí no se pasa», me dijeron. «Y me paré, esperando a que llegaran más corredores. Cuando llegó un pequeño pelotón aproveché un despiste de los manifestantes, me colé entre la barrera humana y a correr, porque corriendo no me iban a alcanzar. A mí no me hicieron nada por fortuna», relata. «El derecho a manifestarse y protestar le tiene todo el mundo, hay muchas formas pero no ésta, nunca había visto agredir a los deportistas».
"A mi hija dijeron que la pagaban porque llevaba la camiseta de E.ON"
Jamás había vivido esto, ni siquiera en pruebas en el País Vasco, donde suele haber protestas para pedir la liberación de los presos etarras y se viven algunos momentos de tensión, pero nunca agresiones a atletas», relataba Antonio Suárez, que vivió en sus propias carnes y en las de su hija los incidentes. «A mi me pusieron la zancadilla, me dieron patadas, me agarraron... Pero lo peor es lo de mi hija, de 11 años, a quien golpearon en el hombro. Ella preguntó al agresor por qué lo hacía y la contestó que mientras llevara la camiseta de E.ON la tenía que pegar», explica tan apenado como incrédulo. «A los deportistas nos da igual quien patrocine la carrera, estamos al margen de eso. Es una pena y espero que no vuelva a suceder».
"La manifestación no fue pacífica, fue de cobardes su actitud"
«Este año he corrido 28 carreras y en ninguna ha ocurrido nada de esto, en ninguna temes por tu integridad física a la hora de correr», contaba Edu Pérez, molesto por «ensuciar una bonita carrera, bien organizada, con una manifestación no pacífica. Si quieren impedir la carrera, que queren protestar contra E.ON, pues protesta contra E.ON, impide la salida, forma follón allí. Eso es de valientes, como la protesta que hizo la gente de Sniace en la meta. Así sí. De cobardes es ponerse en un paso de cebra con una palestina, con un gorro, que sólo se te ven los ojos, y amenazar a un tío que viene indefenso con zapatillas, un pantalón corto y una camiseta; de cobardes es que empujen, te increpen y te llamen hijo de puta...».
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