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Emilia Levi
Jueves, 27 de febrero 2014, 11:00
Emilia leví empezó su crónica con fecha y hora. Su texto fue llevado a la portada de El Diario de un martes, y recogía el inicio de la segunda y más importante fase de investigación en Altamira:
Ayer, a las once y cinco minutos de la mañana (16 de febrero de 1982), se abrieron de nuevo las Cuevas de Altamira, con lo que se inició la segunda y más importante fase de la investigación encaminada a determinar las alteraciones que la presencia humana provoca en el ecosistema de la cueva. Tan sólo cinco personas fueron admitidas en el interior, acompañadas por el guía Manolo Gutiérrez, en una visita que tuvo una duración exacta de 20 minutos. Tres de los visitantes pertenecían al mundo de la información: Jesús Delgado, Ricardo Cagigal y José María Izquierdo. Después se encontraba el matrimonio formado por el coronel-jefe del Regimiento de Valencia, Rafael Martínez Leonís y su esposa, María Luisa Martínez Macía. Para poder acceder al interior de la cueva los cinco visitantes tuvieron que calzar unos chanclos de goma especial para evitar la entrada de microorganismos que puedan contaminar el ecosistema.
La puerta de Altamira se abrió a los visitantes
La visita se realizó únicamente a la sala de polícromos, y según manifestaron después los visitantes, éstos pudieron comprobar la presencia durante todo el recorrido de numerosos aparatos colocados en lugares estratégicos de la pared, que conectados mediante cables subterráneos con el laboratorio situado en el exterior, permitirán a los científicos detectar la más mínima alteración que se produzca en la cueva, tanto en lo que se refiere a su grado de humedad como de temperatura.
20 minutos duró la visita
La puerta de hierro de acceso fue abierta por el jefe de relaciones públicas, Felipe Méndez de la Torre, estando presentes el profesor Eugenio Villar, director del equipo de científicos que realiza el estudio, y el alcalde de Santillana de Mar, Francisco Javier Rosino. Hoy y mañana las cuevas se abrirán de nuevo para grupos también de cinco personas respectivamente, y volverán a abrirse de nuevo otros tres días de la semana que viene.
Después se cerrarán hasta un día no determinado del mes de marzo, en que se espera ampliar el cupo de visitantes a quince. Hoy será el turno de visita del alcalde Rosino y cuatro concejales del Ayuntamiento de Santillana que, como es preceptivo, también presentaron su solicitud hace ya algunos meses.
«Tenemos gran interés en poder entrar en el interior de las cuevas manifestó Rosino para poder comprobar lo que hemos venido defendiendo siempre hasta ahora, es decir que todo ha sido causado por la falta de humedad. Quiero también comprobar que las pinturas se encuentran tan bien como cuando se cerraron hace ya cuatro años».
Encargado de enseñar las cuevas fue el guía Manolo Gutiérrez Gómez, el decano de los empleados de Altamira, quien dijo que el día de ayer para él sólo significaba volver al trabajo. «En realidad, más que trabajar, lo que voy a hacer es dar un paseo, pues antes entraba diez o doce veces al día y ahora sólo lo haré una».
Manolo, más conocido por «Manolo, el de las cuevas», lleva 56 años viviendo en Altamira, es decir, cuando siendo un niño de cuatro años llegó con su padre Simón, guarda también de las cuevas durante más de cuarenta años. No puede hablar del estado de las pinturas ya que, según dice, cuando está dentro nunca las mira, se limita únicamente a enseñarlas.
A las once y cinco de la mañana de ayer, lunes, Felipe Méndez abrió la pequeña cancela de hierro verde para dar entrada a los cinco visitantes que, con sus chanclos especiales, esperaban el solemne momento de contemplar de nuevo el portento legado dejado por el hombre hace quince mil años. La primera persona que cruzó la puerta fue la señora Martínez Leonís, seguida del informador de Televisión José María Izquierdo, del coronel Martínez Leonís, de Jesús Delgado y, por último, de Ricardo Cagigal.
En las inmediaciones de la cueva, vigilada mientras tanto por dos guardas y un guardia civil, quedamos únicamente escasas personas, casi todos pertenecientes a los medios de comunicación, a excepción del alcalde de Santillana, en espera de poder conocer las primeras impresiones de los que mientras tanto se encontraban admirando las pinturas. Día histórico para Altamira en la tibia mañana de ayer, lunes, 15 de febrero, que ha vuelto así a recuperar para la humanidad la joya más importante del arte cuaternario.
Las pinturas, en estado inmejorable
De los cinco visitantes únicamente el coronel y su esposa no conocían las pinturas. Poco antes de entrar comentaban que era para ellos la culminación de una aspiración que sentían desde hace muchos años. «Como todos los españoles, hemos tenido siempre el deseo, desde nuestros años escolares, de conocer las pinturas. Por eso, cuando supimos que, mediante una solicitud, se podía tener la posibilidad de entrar, nos apresuramos a enviar la carta, cosa que hicimos antes de Navidad».
El matrimonio Martínez Leonís procede de Alicante y llegaron a Santander en el mes de junio. A la salida de las cuevas comentaría el coronel que no había aún podido asimilar toda la magnitud y belleza de las pinturas. «Me han producido una impresión inmejorable, pero necesito tiempo para poder pensar en todo lo que he visto».
Jesús Delgado no puede recordar si las pinturas están mejor o peor que cuando las vio por última vez. «Mi última visita fue hace diez años, y como no soy hombre de ciencia, no puedo determinar si tienen la misma intensidad de color que antes. He podido comprobar la presencia de numerosos aparatitos colocados en paredes o en determinados rincones, testigos y espías de cualquier alteración que se produzca en la temperatura y humedad de la cueva. He tenido también la sensación de que el guía ha recibido consignas específicas para responder lo más escuetamente posible a las preguntas que se le formulen. He querido notar una sutil discreción en su forma de responder».
Para el informador de RTVE, José María Izquierdo, la experiencia ha sido poco satisfactoria. Tenía la esperanza de poder introducir una cámara autónoma de vídeo que funciona sin focos, especialmente estudiada para no producir alteraciones ni variaciones en el ambiente. A pesar de ello, le fue prohibida terminantemente la entrada de la cámara, así como la de cualquier máquina fotográfica.
Para el alcalde Rosino, únicamente un espectador más, el día de ayer se podía considerar histórico para Altamira y para toda Cantabria. «Estoy verdaderamente satisfecho y sólo espero que esta apertura se consolide y pueda alcanzarse en pocos meses la cifra de al menos cien visitantes diarios. Lo que no me gusta es que estemos copiando a nuestros vecinos los franceses inventando esos absurdos «zapatitos». Para mí, lo que ha ocurrido aquí ha sido tan sólo falta de humedad producida por la avalancha de turistas; creo que restringiendo el número, no volverán a surgir problemas».
El tema de los chanclos puede ocasionar problemas. En primer lugar, nos dijeron los visitantes que era muy incómodo andar con ellos, pues al estar abiertos en su parte posterior, hay que arrastrar los pies para evitar perderlos. Su uso, sin embargo, -apuntó el profesor Villar- es totalmente necesario, ya que la entrada en la cueva con calzado contaminado puede ser un vehículo muy peligroso de transporte de microorganismos. Este calzado especial, realizado en un material parecido al hule, una vez utilizado se esteriliza por la noche antes de volver a ser usado de nuevo.
Santillana vivió ayer un día grande con la reapertura de las cuevas, según algunos vecinos manifestaron a nuestros corresponsal en la zona. «La apertura de la caverna es la salvación de la villa; mucho de esto, por no decir casi todo, se lo debemos a nuestro alcalde, Francisco Javier Rosino Mata».
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