![Cantabria vigila un pedazo del universo](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/pre2017/multimedia/noticias/201405/04/Media/observatorioastronomico1--647x300.jpg)
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Pilar Chato
Lunes, 5 de mayo 2014, 11:54
Se acercan las seis de la mañana y está a punto de amanecer. El telescopio de la Lora está pendiente de una posible nueva estrella variable esas que cambian de brillo-, la luz del sol va a impedir su seguimiento. Hay que lanzar una alerta. Telescopios de otra punta del mundo girarán para no perder la pista.
El Observatorio Astronómico de Cantabria (OAC) y sus telescopios en la Lora (Valderredible) forman parte de esa red en todo el mundo que mira constantemente al universo tratando de encontrar respuesta a preguntas difíciles de abarcar. La pasada Semana Santa el observatorio ha vuelto a abrirse al público, pero más allá de su función divulgativa, Cantabria también tiene su papel en el estudio de ese universo. Vigila su propio trocito de cielo. ¿Cuánto? Javier Ruiz, investigador del observatorio, explica que es como si extendiéramos el brazo y la parcela de cielo que tapa la mitad del grosor del dedo meñique es el cielo que se abarca desde Cantabria. Marcos López-Caniego, director del observatorio, recuerda que hay 10.000 millones de estrellas solo en nuestra galaxia.
Los dos telescopios de la Lora se instalaron en el año 2007. Desde entonces los trabajos de investigación se han centrado en varios ámbitos. La observación diurna, con el telescopio más pequeño, pone su mirada en el sol y los cambios en su superficie, las manchas y las explosiones que se producen. Un trabajo que se suma al de muchos científicos en todo el mundo y que ha permitido tener una serie de datos solares que arrancó en el siglo XVII. La Lora aporta su grano de arena a esa serie que lleva ya casi cuatro siglos.
La otra línea de trabajo es la actividad durante la noche. Aquí entra en funcionamiento el telescopio de mayor diámetro. Las investigaciones de Javier Ruiz y el observatorio se han centrado en las estrellas variables, unos astros cuya mayoría está aún por descubrir. En los casi seis años que lleva trabajando se han documentado 30 estrellas variables nuevas. Se sabían que eran estrellas, pero no que eran variables, indica Ruiz, quien apunta con especial cariño el descubrimiento de la primera de ellas desde la Lora, en mayo de 2010. Buena parte de estos trabajos de investigación se llevan a cabo en colaboración con la Universidad de Kioto y es una publicación con este centro sobre unas oscilaciones poco frecuentes en esas estrellas, la que más repercusión ha tenido. Dos años viendo una curva y de repente hay un cambio, explican ambos científicos. Esos cambios permiten estudiar muchos aspectos de la física que les rodea.
Desde Cantabria también se trabaja en la observación de planetas extrasolares (hay documentados más de un millar) ¿Cómo? Mirando también las estrellas. Porque estos exoplanetas a veces pasan delante de una estrella y modifican su brillo, esa pequeña variación permite observar unas series de datos que aportan mucha información sobre los planetas. También se vigilan los cometas, su brillo y posición, y se comparte esa información. De hecho en España hay uno de los grupos de observación de cometas más antiguos del mundo.
Para el futuro, un deseo, sonríe Javier Ruiz, encontrar la primera supernova en nuestra galaxia en más de 400 años. Todos a mirar el cielo.
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Ana del Castillo
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