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JOSÉ CARLOS ROJO
Martes, 16 de diciembre 2014, 08:30
Sus perfiles y talentos son bien diferentes, como sus orígenes académicos. Hace tiempo que algunos salieron espantados del mercado, y juraron no volver a firmar un contrato por cuenta ajena. Otros han tenido la suerte de desarrollar su proyecto empresarial desde cero, a partir de una idea surgida en el laboratorio. Y al final todos comparten un único punto común: son jóvenes emprendedores.
El vivero empresarial del campus cántabro, el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Universidad de Cantabria (Cdtuc) da cobijo actualmente a 22 empresas de estas mismas características. Todas de base tecnológica y lo que es más importante, todas impulsadas por gente joven, con ganas de comerse el mundo e invertir esta tendencia derrotista que caracteriza ahora el discurso económico. «Siempre hay soluciones, salidas. Solo cuesta trabajo, mucho trabajo y algo de habilidad para saber cómo aprender de los errores», razona Javier Saiz (33 años), ingeniero de minas y responsable de Fabrocam, empresa multidisciplinar dedicada al diseño y la modelación en 3D.
La clave está en hacer las cosas de manera diferente. «Cuando éramos estudiantes ya nos dimos cuenta de que muchas veces un proyecto era difícil de vender porque a la gente le resulta complicado ver los planos. Pensamos que hacer maquetas tridimensionales podría servir para que el cliente tuviera algo en la mano, y parece que acertamos», comenta Miguel Ángel López, ingeniero civil y socio cofundador de la iniciativa ganadora en 2011 de los Premios UCem, que cada año concede el campus cántabro para planes de empresa.
Aprender del pasado
«Mi experiencia de trabajo en empresas cántabras ha sido muy buena en términos de aprendizaje profesional, pero también en materia de saber qué es lo que no se debe hacer», resume Víctor Martínez (31 años), ingeniero informático y socio cofundador de la empresa Zitelia soluciones tecnológicas, para el desarrollo web y otras aplicaciones. «Se hacen cosas muy buenas en lo tecnológico, los productos son muy buenos, pero poca gente sabe tratar de verdad con el cliente. Nosotros buscamos acercarnos a su realidad, escuchar sus peticiones con detalle, implicándolo en el desarrollo e instruyéndolo en el manejo de estas nuevas tecnologías. Digamos que sabemos vendernos de otro modo, a otro nivel», concreta su compañero de aventura empresarial, el también informático Fernando Herrera (32 años).
El suyo es un proyecto de Sociedad Limitada Laboral: «Cada vez más empresas optan por esta forma legal. Está muy ligada al modelo de economía social. Somos los propios socios, los trabajadores, quienes nos ocupamos de la gerencia de la empresa.
Tal vez el acierto sea mirar con amplitud de miras. «Sabemos desde un principio que tenemos que plantear el negocio sin límites. La clave es encontrar el espacio para crecer y nosotros sabemos que la normativa europea deja lugar para un nuevo foco de trabajo relacionado con nuestra temática de estudios de eficiencia energética. Trabajamos mucho en Cantabria, pero cada vez más nos expandimos a las provincias limítrofes», remarca Rubén Prieto (38 años) ingeniero industrial y socio de iTec empresa dedicada a la innovación y tecnología energética de Cantabria. Otras veces, la salida aparece cuando se trascienden los propios límites que la región presenta a la hora de desarrollar un proyecto.
«Muchas veces nos hemos visto limitados. Hemos conocido a gente que ha intentado montar cosas aquí y al final ha tenido que salir fuera», lamenta Víctor Martínez.
El valor del grupo
Muchos jóvenes emprendedores, como ellos, empiezan a descubrir sus talentos y a sacarlos partido en forma de valor empresarial. «Si mejoras la conexión con el mercado, te das cuenta de que muchas de las ideas que tienes en el laboratorio pueden traducirse a trabajos que pueden generar beneficio económico. Una vez alguien nos dijo que dejáramos de quejarnos y que juntáramos talentos para hacer algo interesante. Pues bien, aquí estamos», recuerda Saiz.
Y es que los planes empresariales de esta envergadura requieren cada vez más equipos multidisciplinares. «A nosotros comenzaron por pedirnos diseños, luego nos solicitaron los modelos, más tarde la construcción... Cada vez hay más empresas que reúnen a más gente de diferentes titulaciones».
Precisamente es ahí donde la universidad «hace aguas». Muchos de estos jóvenes reclaman más conexión con la empresa, mayor implicación del investigador en la innovación y sobre todo coordinación entre departamentos y laboratorios para un apoyo común en pos del desarrollo comunitario. «A veces notas que estaría bien más colaboración entre la gente. Incluso nosotros, como empresarios, somos conscientes de que tendríamos que conocer al resto de emprendedores que comparten con nosotros este espacio en el vivero de empresas de la UC», resumen como autocrítica los socios fundadores de Fabrocam.
«Por eso agradecemos a quienes se vuelcan en la promoción e impulso de los emprendedores, desde el Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE), y la Fundación Leonardo Torres Quevedo (FLTQ)», resumen sobre el organismo responsable de la gestión del vivero empresarial que hoy ocupan y cuyo principal objetivo es la promoción y difusión de la investigación científica y técnica de la Universidad de Cantabria.
Un modelo de éxito
Actualmente hay 22 empresas instaladas en el vivero del campus cántabro, de las cuales 9 son spin-off universitarias, es decir, que han surgido como resultado de los desarrollos generados por grupos de investigación de la UC o en las que participan investigadores de la institución. Desde su creación en el año 1999, el primer parque tecnológico de la región ha acogido a un total de 61 empresas, de las que 51 continúan activas.
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