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La investigadora Mónica López, la pasada semana, en su laboratorio.
«Algo 2.000 veces más pequeño que un cabello puede frenar el cáncer»

«Algo 2.000 veces más pequeño que un cabello puede frenar el cáncer»

Mónica López Investigadora y directora del grupo de Nanotecnología UC-Idival

José Carlos Rojo

Martes, 12 de abril 2016, 10:54

Trabajan sobre la dimensión más pequeña del mundo; pero sus logros pueden llegar a ser muy grandes. Algo tan diminuto como un filamento de carbono 2.000 veces más pequeño que un cabello puede contener la clave en la lucha contra el cáncer. A grandes rasgos es lo que defiende el grupo de Nanomedicina dirigido por Mónica López, que une esfuerzos de la universidad y el Hospital Universitario Valdecilla. «Hace tiempo que demostramos la eficacia de estos tratamientos en células 'in vitro' y ahora ya lo hemos logrado reproducir 'in vivo', con pequeños ratones. Aún falta para que esto pueda llegar a un tratamiento clínico, pero seguimos avanzando».

Habla de carbono, solo carbono. No hay fármaco, no hay quimioterapia, ni radioterapia...

Solo carbono. La física es muy compleja y tenemos que entender que los materiales compuestos de carbono, según la estructura que presenten, pueden ser muy diferentes. Un diamante está compuesto de carbono, pero también una punta de un lapicero. Lo importante de todo esto es que hablamos de filamentos diminutos, 2.000 veces más finos que un cabello. A veces cuesta entender cómo algo tan pequeño puede tener este efecto pero es que es ese tamaño en el que nos movemos cuando hablamos de componentes celulares y ADN.

¿Cómo funciona entonces?

Cuando un nanotubo entra en una célula tiene características morfológicas similares a lo que ya existe allí. Por eso esas formas interaccionan con los orgánulos, como los microtúbulos y los filamentos de actina, que digamos que son parte esencial del citoesqueleto celular.

¿Cómo lo hacen?

Directamente de adhieren a su superficie, lo mismo que otras proteínas. La clave de todo esto es que ese citoesqueleto es fundamental en la reproducción celular. Es la parte que mayor transformación experimenta, dividiéndose. Como los nanotubos de carbono son estructuras muy estables, permanecen inmutables y entorpecen el desarrollo de todo lo demás. Entonces la célula colapsa y muere.

¿Serían capaces de frenar la reproducción tumoral?

Es lo que estamos estudiando, claro. Hace un tiempo que demostramos los experimentos en células cultivadas 'in vitro', pero ahora ya hemos hecho pruebas con células de pequeños ratones con melanoma, y los resultados son sorprendentes.

¿Cómo logran que los nanotubos afecten solo a las células tumorales?

Eso es una cuenta pendiente que tenemos. El estudio está avanzando y necesitamos resolver ese problema.

Existen marcadores que comparten de un modo u otro todas las células tumorales, y que las diferencian de las sanas...

Hay indicadores. Por ejemplo, son células que suelen consumir mucha glucosa porque tienen una actividad celular superior a la de la media de los tejidos que existen en el cuerpo. También se diferencian por su captación frenética de factores de crecimiento, lógico, porque se reproducen muy rápido. Lo idóneo sería conducir estos nanomateriales con unos ligandos específicos, que reaccionen con estos indicadores.

¿La nanotecnología es el futuro médico?

Puede cambiar mucho las formas de hacer medicina. Puede ser muy útil también para transportar medicamentos, para liberarlos en las zonas concretas. Tiene infinitas posibilidades.

En su grupo trabajan biólogos, médicos, físicos, químicos...

La interdisciplinariedad es fundamental. Los biólogos se ocupan de la parte más esencial, la que tiene que ver con el funcionamiento celular. Los físicos son los que permiten obtener materiales concretos y los médicos nos ponen los pies en el suelo a la hora de entender bien la aplicabilidad de todo esto.

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