Vende el rebaño «aburrido» de sufrir bajas

«Los lobos van a acabar con las ilusiones de las personas que con muchos esfuerzos queremos permanecer en nuestra tierra», se lamentan Raúl Bedoya, ganadero de San Pelayo, y Tello Puente, a quien la pasada semana los lobos le atacaron su rebaño cerca de Los Llanos, perdiendo una oveja y desapareciéndole otros tres animales. Eusebio Guerra, otro abatido ganadero de la vecina localidad de Cosgaya, cree que «los lobos acabarán con los pocos ganaderos que quedamos en el valle. Continuamente estoy perdiendo ovejas. Este año he certificado seis por ataques del lobo pero me faltan más de diez», y critica que no haya «facilidades» para que el ganadero se sienta pagado, en alusión a las compensaciones por daños.

Comienza a haber incluso ganaderos que se plantean dejar sus rebaños, como José María Vélez, de Brez, cansado de tener bajas año tras año y que ha puesto en venta lo que le queda de cabaña después de que el pasado verano los lobos le causaran otras diez bajas. Pero, sobre todo, la gran mayoría clama contra la burocracia que les retrasa varios años el cobro de las indemnizaciones. «Hace poco recibí una carta de la Administración para empezar el papeleo del trámite de daños que tuve en el ganado por ataques de lobos en 2012. Incluso tengo bajas aún sin pagar de 2011», recuerda indignado Máximo Sánchez. «No hay ninguna facilidad; al contrario», se lamenta, «todos son problemas añadidos para los ganaderos». Es una queja recurrente entre los afectados, un malestar con el que quiere acabar de una vez por todas la Administración, pues en confía en que a comienzos de año esté concedida a una empresa aseguradora la gestión de esos pagos. La mesa de contratación de la Consejería de Ganadería está valorando tres ofertas y antes de fin de año se conocerá la adjudicataria. Cuando eso suceda, la promesa es que el pago se realice al cabo de mes y medio.