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Álvaro Machín
Martes, 3 de febrero 2015, 07:38
Habla rápido y mucho. Sin vacilar en las respuestas, casi sin pausas. Íñigo Errejón (Madrid, 1983) presume, «por formación», de estudiarse las cosas de las que opina y, por eso, no elude la actualidad de Cantabria durante el diálogo, justo antes de acudir a apoyar con su presencia la candidatura de 'Claro que podemos' en la región. ¿La frase que más repite durante la charla? Eso de «una nueva mayoría distinta a la que ha secuestrado las instituciones».
'Claro que podemos', 'Sí se puede Cantabria', 'Juntas por Cantabria'... ¿No se corre el riesgo de despistar con esta sopa de letras?
Sí, hemos asumido unos procesos internos que nos orgullecemos en decir que son un ejemplo de participación, pero requieren un nivel de información política un poco mayor. Todos compartiendo las mismas ideas, pero con matices. Preferimos que nuestras diferencias se vean, no hacer congresos de cartón piedra y luego salir agarrados diciendo que todos pensamos igual. En Podemos no todos pensamos igual. Eso, no niego, que detrae energías. Pero es que para nosotros ha sido todo a la vez. En un año, librar las disputas hacia fuera, construirnos hacia dentro e integrar a los sectores que consideramos mejores es todo uno. Y en un momento en el que no se nos permite el menor error, no tenemos derecho a fallar.
Viaja por primera vez a Cantabria y lo hace para apoyar una de las candidaturas. Eso no ha gustado en las otras...
Nunca hemos ocultado que nos gusta que todas las opciones se puedan discutir, pero que tenemos una posición. Yo no dejo de ser un ciudadano. Respeto todas las ideas de todos los compañeros, pero no todas me parecen igual de útiles. En este caso concreto, 'Claro que podemos' está en sintonía con las decisiones que tomaron más de 112.000 personas en la asamblea ciudadana. Así que decido apoyarlo con mi presencia.
Fuera dicen que son el antipartido contra la casta, pero que ya imitan sus formas...
Hay una diferencia fundamental. Todo lo sigue decidiendo la gente. Cuando decimos la gente, no decimos los que pagan una cuota o tienen un carné. Durante el proceso, todos van a poder participar. No es solo metodología, es un enfoque, una apuesta política porque queremos contar con todos para dar forma a una nueva mayoría distinta a la que ha secuestrado las instituciones. Eso, no niego, que detrae energías. Pero es que para nosotros ha sido todo a la vez. En un año, librar las disputas hacia fuera, construirnos hacia dentro, integrar a los sectores que consideramos mejores para hacer el camino con nosotros es todo uno. Y en un momento en el que a nosotros no se nos permite el menor error, no tenemos derecho a fallar.
En este proceso se habla de su contrato, las cuentas de Monedero... ¿Tienen miedo a que se les haga demasiado largo el camino?
Creemos que hemos acelerado el tiempo político de España -ahora en cada semana pasa lo que antes sucedía en dos meses- y hemos entrado en una dinámica de competición permanente. Ya nadie puede dar por seguro que las cosas van a ser como antes. Eso se manifiesta en la inquietud de quienes hasta ahora habían monopolizado el poder. Teniendo en cuenta la situación en la que está España y la pobreza argumental de parte de nuestros adversarios, va a ser complicado que la disputa se dé solo en la confrontación de ideas. Creo que han hecho una lectura errónea: que acabando con el mensajero se acaba con el mensaje. Eso es un error.
Y temen que un resultado adverso o no muy espectacular en las municipales o autonómicas con la estrategia de estoy, pero no estoy les debilite?
Nosotros aprobamos un documento muy claro en el que dijimos una cosa muy clara: Podemos no va a estar en las municipales. Lo que pasa es que a los ciudadanos que en torno a Podemos han empezado a hacer un trabajo político en sus municipios les hemos dicho que son libres de hacerlo, pero no son Podemos. Dentro de un ejercicio de política ficción se puede decir que las diferentes candidaturas independientes son siempre Podemos, así que, si les va bien, no decimos nada y, si les va mal, decimos que han pinchado. En las autonómicas sí vamos a estar. Si alguien nos quiere medir, lo tiene muy fácil. En catorce comunidades autónomas van a poder medir nuestra fuerza. Esta profecía autocumplida de que el souflé Podemos ha pinchado nos la han escrito ya como cuatro veces. Y siempre hemos respondido de la misma forma, con humildad y dando pasos. ¿Que hay quienes tienen en el cajón la crónica del Podemos ha pinchado? Sí, pero hasta ahora ese no ha sido un buen método de análisis. Pero podría pasar, claro que sí. Si nos estamos construyendo podríamos tener un resultado diferente. Además, son catorce comunidades autónomas y no en todas tenemos la misma fuerza. En muchas vamos a ser decisivos para el cambio político y en otras tendremos un resultado fuerte, pero que a lo mejor no es igual que las expectativas. Y ahí hay que reconocer que siempre hemos sido muy cautos con las encuestas. Las encuestas no son votos y ninguna predicción suplanta la libertad de la gente. Nos movemos entre ser cautos y ambiciosos. Si dimos el paso, no fue para jugar un papel testimonial.
¿Conoce el panorama político cántabro? ¿Tienen discurso específico?
Sí. Si en España ha habido un bipartidismo que ha secuestrado la posibilidad de la representación y ha reducido las diferencias a matices, en Cantabria eso se expresa en un juego de a tres, en un tripartidismo en el que las institucione autonómicas han sido un poco más botín de reparto que el lugar de expresión de proyectos. Eso ha tenido consecuencias desastrosas. La agudización de un modelo que ha desatendido al sector primario y ha concentrado en un sector terciario de poco valor añadido y de poco empleo de calidad las pocas inversiones que ha habido, y el regalo de suelo para la construcción. Un modelo depredador de las mejores capacidades, de la formación de los jóvenes, que se siguen marchando permanentemente de Cantabria. Esto tiene que ver con una mentalidad sucursalista. Lo hemos visto con el tema del fracking, con partidos que primero abrieron la puerta y luego dijeron que no. Con un intento de pasar en el Parlamento autonómico una ley en contra y luego en el Senado votar a favor.
Revilla dice que no dudaría en pactar si plantean un programa «serio»...
No tenemos ningún problema en pactar. Ni con Revilla ni con ninguna fuerza política. No tenemos sectarismo respecto a las etiquetas. Nuestra cuestión es la de decidir sobre qué asuntos ponernos deacuerdo.
¿Revilla es casta?
No lo sé. Pero la prueba de que el término define bien la realidad es que todo el mundo ha dicho 'eh, pero yo no soy casta'. Conozco al señor Revilla de pocas veces, de habérmelo encontrado en televisión. No conozco su relación con la administración autonómica. Creo que es un político astuto que ha sido capaz, ahora, de leer el clima. Pero creo que en política, y eso nos diferencia, no se puede contentar a todo el mundo. Esa es una manera de no decir nada. Hay que tomar decisiones y eso implica no caerle simpático a todo el mundo.
De la Serna dice que «intentan capitalizar el hartazgo sin propuestas' y Diego que votarles es «frivolidad»...
En democracia no conviene descalificar a los ciudadanos que deciden optar por opciones diferentes. Insultarles no es la mejor manera de recuperar su confianza. Eso es propio de la arrogancia del que creía que la política le iba a pertenecer siempre.
¿Conoce la polémica por la estancia de Diego en un balneario?
Un poco. Que dijo que no, que la Policía después dijo que había indicios que sí que se lo habían pagado... Estos asuntos son asuntos menores. Aquí no está el grueso de la riqueza que le ha sido expropiada a los ciudadanos. Pero muestran una forma de comportamiento. Yo lo tomaría más como síntoma que como problema.
Movimientos como la PAH engrosan Podemos. Desde el Ayuntamiento se habla de utilización de casos como el de Amparo...
Recordemos los años en los que se decía: 'qué fácil es protestar, preséntense ustedes a las elecciones'. Es necesaria una ciudadanía movilizada, pero a la vez hemos decidido convertir una parte de ese hartazgo en una fuerza de cambio. Y entonces nos han dicho que usamos determinadas cuestiones... Si alguien quiere que deje de suceder que deje de producir las situaciones por las cuales alguna gente se tiene que movilizar, para que no pierda la casa una anciana y que los santanderinos se ahorren dos minutos. Máximo respeto a las resoluciones judiciales, pero a veces parece que la ley tiene un cierto funcionamiento de embudo. Para algunos siempre ancha y para otros, estrecha. Hemos visto detalles algo escandalosos. Pagar impuestos como si tuvieras una propiedad urbana y, de repente, que te la expropien como si fuera una propiedad rural. Estas cosas indignan.
Revilla, PP... Queda el PSOE, que quedó muy tocado en las últimas autonómicas. Hay quién ve en su partido la puntilla...
Una muy buena parte de los cuadros y del electorado de Podemos viene del PSOE y puede provocar que en muchos sitios haya gente que seguía votando con un poco de inercia diga que ya no hay razones para resignarse. Eso podría marcar una diferencia en los equilibrios y en Cantabria, según las encuestas, parece que el PSOE afrontaría un resultado complicado. Pero son solo encuestas.
Grecia y el contrato
Otro frente, Grecia. Con un apoyo claro, como el que han dado, ¿temen una mala publicidad a partir de ahora?
Nosotros dijimos que Syryza era una fuerza política a la que veíamos con extraordaniraia simpatía y admiración. Porque decían que el problema central de Grecia era un problema de soberanía nacional. De si los griegos son capaces de elegir a representantes que gobiernen para ellos o a representantes de una autoridad colonial que gobiernan según los mandatos que les dictan. Pero acto seguido, decíamos que España no es Grecia. España tiene un 12% del PIB de la UE y Grecia un 3%. Creo que habrá actores políticos y mediáticos que intentarán asociar una experiencia a la otra solo si el Gobierno griego tiene dificultades. Pero nosotros hemos defendido siempre que España no es Grecia y las condiciones no son extrapolables a España. Grecia es un ejemplo de hasta donde nos podría llevar la resignación de confiar siempre en los mismos.
Vamos a traducir al español lo de la renegociación de la deuda...
En primer lugar, eso significa pedir una auditoría de la deuda. Preguntar qué se debe. Quiero saber por qué lo debo, a quién lo debo y cómo se ha contraído. Segundo, si alguien quiere que España sea capaz de cumplir sus obligaciones, los plazos y los intereses necesitan ser renegociados. Saber si es posible estudiar una quita de deuda como sucedió en Alemania en 1953. Cuando dicen que eso no es posible creemos que muchos acreedores se están preparando ya para maximizar lo que pueden sacar en una negociación. Eso es lógico. Vamos a pagar, pero los muertos no pagan deudas. Para pagar hay que crecer y para eso hay que rescatar a los ciudadanos.
Queda el asunto de su contrato. Se enfrenta a una posible sanción por parte de la Universidad de Málaga... ¿Qué hará si finalmente se aprueba?
Es más mediático que administrativo. Dentro del derecho administrativo no se puede sancionar a alguien que ha terminado su trabajo. Han decidido que mantienen abierta su investigación. Yo terminé mi contrato el 16 de dieiembre y lo había anunciado en octubre antes de que saliera ninguna noticia. Y lo terminé entregando todo mi trabajo como no pude en duda ninguna de las instituciones. El proyecto sigue y estamos ante un caso en el que hay más intento de generar ruido que recorrido de un procedimiento administrativo. Yo no tengo ninguna relación con la universida, que tiene el derecho a mantener abiertos todos los procedimientos que considere necesarios.
¿Y de qué vive hoy en día Íñigo Errejón?
Yo trabajo para Podemos, exclusivamente para Podemos en la medida en que mis obligaciones me dificultaban mucho ahora compaginarlo con otras cosas.
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