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Instalaciones de Camarsa, empresa cántabra dedicada al sector cárnico.
Los carniceros cántabros dicen que "no se pueden hacer acusaciones  sin realizar ensayos científicos"

Los carniceros cántabros dicen que "no se pueden hacer acusaciones sin realizar ensayos científicos"

Malestar unánime en el sector cárnico por el informe de una agencia de la OMS que califica la carne roja como cancerígena

Aser Falagán

Miércoles, 28 de octubre 2015, 07:40

Entre el malestar y el estupor. Así ha recibido el sector cárnico el informe publicado esta misma semana por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud que alerta sobre el riesgo cancerígeno de la carne roja y procesada. Además de poner en cuestión su método científico, que según explican los profesionales del sector no avala las conclusiones, comercializadoras y ganaderos defienden su producto y añaden que, además, el consumo medio en Europa es muy inferior al que el estudio considera de riesgo.

Según datos de 2013, el sector factura en Cantabria aproximadamente 50 millones de euros y da empleo directo a 270 personas, más los ganaderos, con los que mantiene una estrechísima relación. En el caso del vacuno, las explotaciones, mixtas o exclusivas, alcanzan los dos millares, con casi 270.000 cabezas. Todo pese a representar un mínimo porcentaje de la industria española, que emplea a 80.000 personas y factura alrededor de 20.000 millones de euros anuales.

«Existen muchos estudios epidemiológicos que demuestran que en el desarrollo de cáncer intervienen múltiples factores como la edad, la genética, la dieta, el medio ambiente y el estilo de vida, entre otros, con lo cual consideramos inapropiado atribuir a un único factor como es el consumo de carne y productos cárnicos un mayor riesgo de cáncer. No es un único grupo específico de alimentos el que define los riesgos asociados con la salud, sino la dieta en su conjunto, junto con algunos otros factores», explica Carmen López, gerente de la firma Salami.

López recuerda además que «el consumo real de carne y productos cárnicos en la UE -24 gramos diarios de media- es considerablemente inferior a lo que podría considerarse como ingesta diaria alta -más de 50-. Por lo tanto, la industria de la carne europea aconseja mantenerlo, ya que como con cualquier otro alimento, un consumo excesivo nunca es apropiado».

En este caso, patronal y sindicatos van de la mano. Precisamente ayer se firmó el nuevo convenio de las industrias cárnicas, y tanto una como otra parte coincidieron en lamentar el «clima de inquietud generado». La mesa de negociación ha lanzado un mensaje de tranquilidad a los consumidores: «Consideramos que se ha podido cometer un error de comunicación, puesto que en algunos casos se ha exagerado la incidencia del consumo de carnes procesadas, poniéndolo al mismo nivel de otros productos cuyo consumo está directamente relacionado con esa enfermedad».

Sin evidencias

Asaja considera, por su parte, que el informe «no tiene fuertes evidencias científicas», y lo considera demasiado genérico como para justificar «afirmaciones tan severas como que la carne roja es cancerígena o que los productos cárnicos procesados pueden ser comparables con los efectos perjudiciales del tabaco y el amianto». Insiste en que «ya ha habido muchos casos de falsas alarmas que han aplastado la producción y precios de muchos alimentos a lo largo de nuestra historia», y considera «indudable, por la experiencia que tenemos de otros casos similares», que la noticia «afecte al consumo de carne en un momento muy delicado para el sector: la época de Navidad».

El sindicato denuncia que existen «intereses de lobbies» detrás del informe de presión. «La carne roja es fundamental para una dieta equilibrada», sentencia. No hace sino unirse a un movimiento internacional, después de que ayer mismo el sector cárnico europeo rechazara «enérgicamente» la nueva clasificación realizada por la agencia a través de un comunicado de prensa.

También contundente se muestra Mario Casado, director de Camarsa, que lamenta que se haya lanzado una acusación de tal calibre «sin realizar ensayos científicos que determinen el riesgo y obviando que no existen evidencias para atribuir a cualquier factor individual un mayor riesgo de cáncer». En la misma línea que sus compañeros de sector, sospecha de «un sesgo, de carácter presuntamente ético o económico, para influir en los hábitos de las personas».

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