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José Rodríguez hace la colada habitualmente en la lavandería.
Tiempo de lavanderías

Tiempo de lavanderías

Mientras los empresarios de este negocio apuntan al tiempo, "la lluvia", como el principal motivo del auge, los usuarios señalan al ahorro del otro tiempo, el que marca el reloj

Ana del Castillo

Jueves, 26 de noviembre 2015, 12:32

Primero fue Papá Noel, después el fast food, Halloween, el Black Friday y ahora las lavanderías autoservicio, que crecen como la espuma en Cantabria. Una costumbre americana más que instalamos en España. Los datos lo demuestran: la primera lavandería en la comunidad autónoma se abrió en 2013, y en la actualidad ya hay más de 30 repartidas por toda la región. ¿La causa?: "El clima. Al llover tantos días al año hace que este negocio sea muy rentable", dice Dionisio Mengual, gerente de Coladaexpres.

Este negocio, tan típico en Estados Unidos y residual hace tres años en Cantabria, no para de crecer mientras algunos ciudadanos reticentes se preguntan si será más rentable lavar la ropa en casa o acudir a una lavandería. "Sale más barato aquí. Yo tengo un niño pequeño en casa y cuatro hombres, si no vengo a la lavandería tendría que poner tres lavadoras diarias. Esto es muy cómodo, cualquier día meto también a mi marido", bromea Concepción Palomera, mientras recoge la ropa de la secadora con ayuda del susodicho, Domingo Gutiérrez. Él también tiene algo que decir: "Es un ahorro para la economía familiar. La energía, agua y detergente que gastas en casa te lo ahorras aquí. Y tiempo, mucho tiempo".

La lavandería de la calle Los Ciruelos parece un gallinero. Se conocen o se acaban de conocer, qué más da, porque "el que no habla es porque no quiere", dice Palomera. Todos tienen lavadora en casa, pero no es suficiente. "Yo vengo, lo pongo a funcionar y me voy a hacer la compra. Cuando vuelvo, la ropa ya está lista para la secadora, que no tarda nada", dice Marta Pascual.

En Floranes está José Rodríguez. Acaba de meter un edredón y sábanas en uno de los tambores de la cadena mientras explica que con un bebé en la familia es imposible "apañarse" con la lavadora de casa. "Yo también suelo hacer uso de la lavandería. ¿Cuándo? Pues cuando lo manda mi mujer", cuenta un usuario refinado que prefiere no desvelar su nombre.

Ana María Díez lleva 47 años al frente de la tintorería Liana, un establecimiento con 60 años de historia en Santander, y para ella las lavanderías autoservicio no representan ningún temor. "El servicio que damos es totalmente distinto, no tiene nada que ver. Aquí limpiamos las prendas en seco, con mejor resultado y menor envejecimiento. Tratamos la ropa con mimo y la clasificamos como se debe clasificar". Así que para Díez no hay debate ni competencia.

Quedamos en la lavandería

Por lo tanto, es más "barato, rápido y cómodo", apuntan los usuarios, aunque el resultado "no es el mismo", según las tonterías tradicionales. Lo que no se puede discutir es que son lugares de convivencia, relaciones sociales y relajación.

¿Se han preguntado alguna vez qué tienen las lavanderías que las hace tan especiales? ¿Será el invariable susurro de las lavadoras que produce un efecto placebo en el oyente? En el cine nos hemos cansado de ver escenas románticas rodadas en la laundry: el primer beso entre Rachel y Ross (Friends), la escena de Isabel Coixet en 'Mi vida sin mí' cuando el amante la encuentra dormida en la lavandería y se queda mirándola hasta que despierta. O la película 'Atrápame si puedes', en el momento en el que Tom Hanks hace la colada y descubre que su ropa se ha desteñido por culpa de unas bragas rojas. La escena no es muy romántica, pero todo está relacionado.

"Es que aquí haces amigos", confirma Rodríguez. "Y hay buen rollito", dice Domingo alzando las manos como queriendo demostrarlo.

El tiempo y el tiempo

El meteorológico y el que marca el reloj. "Aquí llueve tanto que una manta tarda en secar una semana", dice Pascual. "Eso es. No puedes estar esperando a que salga el sol", dice asintiendo Palomera en pleno debate.

En la lavandería de la calle General Dávila están María Camus y María Luisa Valdor, madre e hija que acuden "una vez al mes" para hacer la colada de prendas grandes. "Traemos mantas y edredones. Es que compensa porque con este tiempo...Y sale listo para volverlo a poner en la cama", dice Camus. "Y te ahorras tiempo y dinero. Además, el suavizante y el jabón huelen muy bien", añade Valdor.

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