Secciones
Servicios
Destacamos
Álvaro Machín
Jueves, 21 de enero 2016, 22:06
Fue en el año 2010. Revilla tuvo a su derecha a Elena Salgado, por entonces ministra de Economía. A su izquierda se sentó el de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. El presidente cántabro sólo tenía que levantar la vista para ver a Florentino Pérez (presidente de ... ACS y del Real Madrid) y a otro ministro (en este caso, el de Industria, Miguel Sebastián). A pocos metros, mucho peso económico. Villar Mir, Isidoro Álvarez y hasta Emilio Botín. Cenaron, de primero, lomo de merluza del Cantábrico con verduritas de la huerta de Ajo. «Ocho ministros», recontaron por entonces. Justo un año después, la cuenta le salió algo más corta, pero hubo dos vicepresidentes y hasta gaiteros. Y eso de los gaiteros se repitió a menudo cuando el PP, en su política de austeridad, decidió eliminar la cena previa al día grande de Cantabria en Fitur. «En la mesa llegué a tener al 75% del PIB de España», presumió este jueves Revilla en la Casa de Cantabria. Porque el presidente recuperó este año el acto, aunque con más modestia. «No cuesta un duro», dijo a los que ya le criticaban por el despilfarro. Pero se anotó el tanto de quien le escuchaba desde la primera fila. «Espero que tus múltiples ocupaciones en el futuro no te impidan estar en la inauguración del Año Jubilar Lebaniego». Pedro Sánchez, el líder de los socialistas que trata de buscar acuerdos para convertirse en presidente, asintió a muy pocos metros. Revilla tiró de agenda y llenó el salón.
Vera Mas
Fue, sobre todo, un acto empresarial. «Hemos venido a vender». Pero no faltaron los nombres propios para conseguir el tirón que buscaba el líder de los regionalistas cántabros. Sánchez era su as en la manga. Se filtraron otro nombres, pero el suyo no se confirmó hasta que apareció por la puerta del palacio que ocupa la Casa de Cantabria en Madrid. «Cuando seas presidente, lo primero...», le decía en un corrillo Luis del Olmo, que compartía tertulia con otro periodista, Jesús Cintora (que presentó el acto), y con el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, que llevó el peso de la representación de su partido (el PP). Revilla aprovechó sus contactos en las tertulias televisivas y, junto a los empresarios, lo más abundante eran periodistas y presentadores de las cadenas nacionales (Iñaki López, Antón Losada, Del Olmo o Cintora, entre otros). Eso y empresarios. Muchos. Nombres y apellidos vinculados al tejido económico. Álvarez (Grupo Armando Álvarez), Antoñanzas (Viesgo), Brufau (Repsol), De Miguel (SIEC), Díaz (Ascán), Entrecanales (Acciona), Gabarró (Gas Natural), Hazas (Banco Santander), Pascual (Grupo Pacual), José Emilio Pérez Pascual (Dragados), Aurelio Martínez (Margutsa) Ignacio Pérez y Mariano Linares (Editorial Cantabria)... Solo algunos ejemplos de una representación que se mezcló con la vicepresidenta cántabra, Eva Díaz Tezanos, consejeros y directores generales del Gobierno regional a la hora de disfrutar de la cena (de pie) servida por los alumnos de la Escuela de Hostelería de Peñacastillo y los cocineros cántabros (con Floren Bueyes a la cabeza). «Todo gratis», repitió Revilla.
Periodistas, hombres de empresa y políticos. Además de Sánchez, sentado junto a Díaz Tezanos, llamó la atención la presencia de Julio Rodríguez, el militar de alto rango que fichó Podemos (por aquello del ejército compartió fila con otro militar de renombre como Sebastián Mayor Zaragoza).
Todos ellos siguieron el acto con atención. Primero, el monólogo de un actor caracterizado como Beato de Liébana. Después, la presentación de Jesús Cintora. «Tenemos aquí al que preside Cantabria y al que puede presidir el Gobierno», dijo después de felicitar a todos por conseguir reunir siglas dispares en lo ideológico con el nexo común de Cantabria. Y, por último, el momento de Revilla. Se sintió a gusto y sacó su artillería. Esa fórmula que mezcla lo humorístico y lo exagerado que detestan sus adversarios, pero que le ha servido para ser, además de un político, un personaje mediático. Empezó diciendo que en el Ejército se quedó en sargento por la talla y siguió con su explicación del adjetivo infinito para definir Cantabria. Aquello ya repetido de la vista desde San Vicente de montañas, playas, castillos, nieves y prados desde el mismo sitio. Pero añadió más cosas. Para vender Cantabria tiró del pacto de Gobierno, «sin mayorías absolutas, pero con cintura para hablar». Criticó a los que no aclaran con quién van a pactar durante la campaña y presumió de liderar un ejecutivo «estable, serio y predecible». «Nuestra única reivindicación es el tren no podía faltar, un trenuco en realidad. Porque el de ahora es más lento que el de Kansas-Oregón del siglo XIX». Tiró de las orejas por elo a Rajoy y «hay para todos» a Pepiño Blanco, e insistió nuevamente en que el acto, «sencillito», no «cuesta un duro, todo gratis».
Antes de meterse de lleno en la promoción del Año Jubilar, no se olvidó de agradecer al alcalde de Santander su presencia (había otros, pero se detuvo en él) y repasó las cartas de invitación que había mandado. «También a Rajoy, que no ha venido aunque dice que tiene la agenda bastante libre».
Revilla ya se había venido arriba cuando empezó a recitar a Beato, del que dijo ser la clave del comienzo de Europa, de «su vertebración». «Queremos que el 2017 sirva para promocionar una tierra pequeña, pero infinita, que vengáis todos». Todo eso, sazonado, con toques como su guerra con los telediarios «porque no llueve tanto». «Os convoco a todos», pero especialmente invitó a Pedro Sánchez. A él le reservó sus últimas palabras, justo antes de que el presidente de la Casa de Cantabria, José Manuel Conde, interpretara el himno regional.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.