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Víctor Puente
Martes, 9 de febrero 2016, 19:51
Santander lo tenía todo preparado para hacer frente al segundo azote del mar en menos de 24 horas. Después de ver como gigantes olas de más de 12 metros invadían El Sardinero de madrugada provocando destrozos allí hasta donde llegaban, el Ayuntamiento decidió mantener ... el despliegue de seguridad en la fachada marítima de Santander, entre la península de La Magdalena y el espigón del Hotel Chiqui para la segunda pleamar del día.
Estaba prevista para las 17.14 horas. Un punto álgido en el que la coincidencia de olas gigantes, marea viva con un coeficiente de 106 y rachas de viento de hasta 100 kilómetros por hora hacían presagiar lo peor. Lo llegó a avisar el propio alcalde por la mañana. "Estamos ante otro suceso preocupante sobre todo porque será a las cinco de la tarde. Pido a la gente que sea responsable y no se acerque a la costa".
Por si las palabras de Iñigo de la Serna no llegaban a sus destinatarios, el Ayuntamiento armó de seguridad hasta los dientes la zona cero de la capital. Aunque por la tarde no se había activado la alerta roja, las callas vacías de El Sardinero hablaban por sí solas. La Policía Local cortó el paso a los vehículos desde las rotondas de Manuel García Lago con Avenida Castañeda y Doctor Madrazo. La grúa se encargó de retirar todos los coches aparcados junto al paseo marítimo. La prohibición de paso también afectaba a los peatones. No podía pasar nadie salvo los medios de comunicación, los vecinos de la zona y los propios agentes policiales y efectivos de bomberos y Protección Civil. También estaba cerrado el minizoo de La Magdalena.
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Un selecto grupo de 'elegidos' para ver el 'espectáculo del mar con las olas chocando con todas sus fuerzas en su intento de salvar muros o intentar destrozarlos. También hubo, como es habitual en estas situaciones, los curiosos paseantes que se atreven a desafiar a la Policía y a la propia naturaleza para inmortalizar con sus cámaras las estampas marinas más bravas.
Sin embargo, sus gozos quedaron en un pozo. Dieron las cinco y cuarto, hora prevista para la pleamar, y las olas no asomaron como se esperaba. ¿La razón? Tenían potencia y altura (rozaron los 10 metros en la Virgen del Mar) pero falló el tercer ingrediente. El viento, que iba a soplar a 100 kilómetros por hora, tenía menos fuerza y la amenaza de la pleamar quedó en eso. En amenaza. Hasta varios surferos se atrevieron a entrar al agua con sus tablas desafiando el fuerte despliegue municipal. No les multaron pero de lo que no se libraron fue de las críticas de los paseantes. "A nosotros nos mandan irnos casi hasta Santillana del Mar para ver las olas, y a ellos que están dentro del peligro no les dicen nada", comentaba un joven cuando un agente le pedía que se retirara por detrás del cordón policial que impedía el paso más allá de la rotonda de la avenida García Lago.
Los efectivos de seguridad allí desplegados, con Pedro Nalda, concejal de Policía, a la cabeza, se frotaban las manos al ver que todo había quedado en nada. "No ha sido suerte. Hemos acertado con el despliegue que hemos montado y en esta ocasión no ha habido que lamentar daños materiales ni personales". La misma satisfacción que tendrán los restaurantes de primera línea que más daños han sufrido en esta jornada de temporal. Los dueños de El Cormorán, el Parque de Trueba o la sala BNS, después de ver cómo el agua dañaba parte de su inmobiliario, no tuvieron que lamentar en sus negocios una segunda oleada de daños por la fuerza del agua salada.
Los que no se fueron con el mismo semblante para casa fueron los vecinos y turistas que se acercaron hasta la zona cero para inmortalizar las estampas más furiosas del mar. Después de una hora de espera, lo que tardó el agua en cubrir toda la playa del Sardinero y empezar a bajar la marea, lo más repetido eran frases como "se esperaba más pero al final no ha sido nada", "muy suave" o "no ha sido para tanto".
Para matar el aburrimiento qué mejor que hacer que valorar la actuación policial. Ver a los agentes no pasar ni una era lo más comentado entre el público. Acompañar a los vecinos hasta la misma puerta de sus casas por lo que pueda pasar, ampliar la zona de seguridad a medida que se acercaba la hora punta o cerrar todo el aparcamiento de Mesones no pasó de largo entre las charlas de los corrillos. "¿Qué viene una ola o los talibanes?", se preguntaba con ironía un hombre con paraguas para mofa del resto.
Los 'mira mira' que suele preceder a la explosión de una ola de grandes dimensiones se contaron con los dedos de la mano en las inmediaciones de la segunda playa del Sardinero. La gente abandonó la zona con más pena que gloria. "No ha sido para tanto. Ni comparación con lo que sucedió hace dos años cuando el agua se desbordaba por todos los lados. Han dado más publicidad de lo que realmente era", lamentaba el conserje de un edificio de la zona, mientras charlaba con otro empleado de la zona. "Si el de hace dos años fue de un diez, al de este año le doy un seis. En invierno hay muchos mares como el de hoy", le decía su compañero de tertulia al aire libre.
"No hemos visto nada, así que habrá que volver aquí esta noche", comentaban dos chicas de Astillero que habían hecho un descanso en sus estudios para ver bien de cerca las olas. Y es que esta noche habrá otro episodio de mar revuelta. Por si los astros se vuelven a alinear en favor del oleaje, el Ayuntamiento mantendrá el dispositivo de seguridad hasta que finalice la alerta por oleaje (termina a las 11.00 de este miércoles).
Ocho incidencias en toda la región
En el resto de la región se ha vivido una situación similar a la de la capital cántabra. Castro Urdiales, Laredo, Suances, Comillas y los demás municipios costeros han vivido por la tarde una pleamar con olas de la misma espectacularidad sin que haya habido que lamentar daños materiales y personales. A esto último ha contribuido que todos ellos mantiene desplegado un protocolo de seguridad en sus respectivos paseos marítimos. Además, la altura de las olas nada tenía que ver con los más de doce metros de altura provocadas por la pleamar de la madrugada. Por la tarde, las olas más altas rozaron los 10 metros en la Virgen del Mar; los 8 en Cabo Mayor y los 6 en Santoña.
El Centro de Atención a Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria ha coordinado un total de ocho incidencias y recibido 15 llamadas relacionadas con los fenómenos meteorológicos adversos que azotan la región. Todos han sido de "poca relevancia" y causados por el viento. Santander, con cuatro incidencias por desperfectos en mobiliario urbano e infraestructuras, ha sido la zona más afectada por el temporal. Otras tres se han registrado por los cortes preventivos que Adif ha realizado en su líneas ferroviarias. El balance de daños se completa con las ramas con riesgo de caída de un árbol de gran tamaño que los bomberos del 112 han retirado en La Hermida.
El temporal remite
De cara a las próximas horas, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) mantiene activado el aviso naranja (riesgo importante) por fenómenos costeros adversos hasta las 11:00 horas de este miércoles. La previsión es de viento del oeste o noroeste con fuerza 8 al principio, y mar combinada del noroeste de 6 o 7 metros disminuyendo.
El nivel de riesgo bajará a amarillo entre las 11:00 y las 18:00 horas. Se espera espera mar combinada del noroeste de 4 a 5 metros.
Aunque la situación provocada por los fenómenos meteorológicos irá remitiendo, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias y el Servicio de Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria mantiene sus recomendaciones a la población.
Alejarse de malecones, playas, espigones y de otros lugares próximos a la línea de costa; evitar estacionar los vehículos en zonas que puedan verse afectadas por el oleaje; y respetar en todo momento los cordones de seguridad y los vallados habilitados por las autoridades pertinentes.
Asimismo, se pide a la ciudadanía no realizar actividades acuáticas; comprobar los pronósticos meteorológicos y las prohibiciones decretadas por las autoridades; evitar la utilización de embarcaciones; revisar los amarres de las mismas, y llamar al 112 ante cualquier situación de emergencia.
Por la previsión de vientos fuertes asociados a los costeros ser recomienda también en las zonas del litoral, cerrar y asegurar puertas, ventanas o toldos; retirar macetas y todos aquellos objetos que puedan caer a la calle; alejarse de cornisas, muros o árboles, y tomar precauciones delante de edificaciones en construcción o en mal estado.
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