"Jamás encargué que me trajeran chicas rumanas"

Los acusados de formar una red que explotaba a mujeres en situación irregular en tres clubes de alterne de Polanco y Torrelavega echan balones fuera y han negado los hechos ante el tribunal de la Audiencia que les juzga. Aunque inicialmente eran siete las personas que se tenían que sentarse hoy en el banquillo, solamente lo han hecho cuatro, porque uno de ellos se encuentra en situación de rebeldía, otro, que estaba en busca y captura se presentó ante el tribunal sin abogado, y un tercero, de nacionalidad rumana, pasó de procesado a testigo porque ya había sido condenado por los mismos hechos en su país de origen.

Iniciado el juicio, que continuará hasta el miércoles, el supuesto cabecilla y dueño de los establecimientos, Ángel U. F., que se enfrenta a 33 años de prisión y multa de 3.159 euros, aseguró que «jamás» encargó que trajeran chicas rumanas. Según su versión, era el propietario de uno los locales que tenía alquilados a otro de los acusados, Iñaki B. B. y solamente acudía al club para cobrar el alquiler o como cliente de manera esporádica. De este modo, el principal acusado, que pidió ausentarse mañana del juicio para recibir la primera sesión de quimioterapia, desvió los tiros hacia el que, según el Ministerio Fiscal, era su hombre de confianza, Iñaki B. B. para quien se pide 20 años de prisión. Sin embargo, éste se presentó ante el tribunal como el «chico de recados». De acuerdo con su declaración, desconocía que en club 'Centaurus', situado en Rumoroso, se ejerciera la prostitución, una actividad de la que se enteró cuando fue citado por el juzgado para declarar por estos hechos. Aseguró que Ángel U. le ofreció encargase de formalizar los contratos de los trabajadores del club en la gestoría y sacar dinero del banco, por lo que cobraba unas dietas de cien euros en cada ocasión, pero negó cualquier vinculación con la supuesta red de prostitución.

Más vagas todavía fueron las explicaciones de los otros dos procesados Sorín S. y Galo R. V., que se enfrentan también a 20 años de cárcel. El primero dijo que era el portero del club, que no conocía al supuesto cabecilla de la trama y que no tenía ningún jefe. Segun su rocambolesca versión, a él le mandaba el camarero, un tal Pablo, que le pagaba «en la barra» del club, pero no tenía relación con el resto de los procesados. Su compañero de banquillo, Galo R. V., limitó su papel al de simple operario de mantenimiento. Explicó que cuando había algún problema técnico en el local, le llamaba Sorín o el acusado declarado en rebeldía.

Está previsto que mañana declaren por videoconferencia desde Rumanía las tres principales testigos del Ministerio Fiscal, las mujeres que según la acusación fueron captadas por los procesados en 2005 para venir a España con una oferta de trabajo digno y con un sueldo de 1.000 euros al mes. El fiscal sostiene que entraron en España como turistas, porque entonces Rumanía no pertenecía a la UE, y fueron trasladas a los clubes de alterne de Polanco y Torrelavega. Allí tuvieron que firmar un papel en el que reconocían tener una deuda de 1.000 euros por el traslado, deuda que debían saldar tomando copas y ejerciendo la prostitución. Las chicas debían pagar además por el alquiler de la habitación, la limpieza de sábanas y el uso de preservativos. La primera noche, algunas se negaron a prostituirse, por lo que fueron amenazadas de muerte y también les dijeron que matarían a sus familiares en Rumanía.

Según la acusación fiscal, las mujeres se encontraban recluidas, y sólo se les permitía hacer salidas controladas. En un momento de descuido, lograron huir y acudieron a la Policía, donde declararon como testigos protegidos. Tras testificar e identificar a los autores, salieron de España y regresaron a su país. Por eso de su testimonio hoy por videoconferencia dependerá que la acusación del Ministerio Público se afiance o se tambalee.