El acusado de matar a un perro: "No quise hacer daño a Blas, soy amante de los animales"

El acusado, que sólo se ha prestado a responder las preguntas del fiscal y su abogado, dejando al margen a las acusaciones particular (la dueña de Blas) y popular (la protectora de animales El Refugio) ha negado una y otra vez que le pateara en el abdomen, como aseguran otros testigos. Para conseguir una distancia entre el perro y yo puse el pie. No sé si le impacté con el pie. El perro venía hacia mi de frente, así que si le di fue en el morro.

El joven, para el que el Ministerio Fiscal pide nueve meses de prisión por la muerte de Blas, ha segurado que sintió miedo por sí mismo, por su novia y por su perro, ya que el otro perro estaba muy agresivo y enseñaba los dientes. Para nada tuve intención de hacer daño al animal. Sólo quería apartarlo de mí. Le puse el pie porque si vuelvo a poner la mano me muerde.

La dueña de Blas, un pastor de ocho años y 25 kilos, ha asegurado que al salir del supermercado, en cuya puerta había dejado al perro, pudo ver cómo Sergio F. A. propinaba a su mascota dos patadas fuertes en el abdomen y en el costado. En cuanto vio lo que estaba pasando llamó a su perro. Consiguió escapar y vino hacia mi, pero de repente cayó en redondo y empezó a tener convulsiones. El chico me pedía la documentación y me amenazaba con denunciarme. Yo cogí a mi perro y le dije: 'Chico, si me lo has matado'.

Otros dos testigos oculares ofrecieron también versiones contradictorias. La novia -ahora expareja- del acusado ha corroborado que Sergio F. A. solo trató de defenderse del ataque de Blas. El otro testigo, que no guarda relación alguna con los implicados, ha asegurado que primero vio al acusado patear la masa informe que eran los dos perros, Blas y Golfo, cuando estaban enzarzados. Separados ya los perros, el chico se acercó a Blas y empezó a patearlo. Este testigo ha asegurado que advirtió de lejos al joven: Para, que lo vas a matar.

En este caso, como ocurriría sin ninguna duda en la muerte violenta de una persona, no hay necropsia que permita certificar científicamente las causas de la muerte del animal. Dos veterinarios han asegurado que Blas no tenía patologías previas y que, efectivamente, un ataque violento a las partes vitales de un perro de ese tamaño podría causarle una muerte inmediata. El letrado que defiende al acusado ha hecho hincapié en la ausencia de evidencias sobre la causa de la muerte para pedir la absolución de su mandante. Él entiende que no hizo nada al perro. Que actuó en legítima defensa, ha dicho durante las conclusiones.

El acusado, haciendo uso de su derecho al último turno de palabra, ha incidido en lo mismo: En ningún caso quise hacer daño al perro. Soy amante de los animales y solo quise apartarle.

Ahora el caso está pendiente de la sentencia.