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Víctor Puente
Miércoles, 9 de marzo 2016, 23:07
Nunca se había planteado aspirar al rectorado pero las circunstancias le obligaron a dar el paso. José Carlos Gómez Sal (Alcalá de Henares, 1948) sintió en 2012, después de muchos años al frente del vicerrectorado de Investigación, la obligación de continuar el modelo ... de Universidad que había contribuido a crear, pero desde un escalón más arriba. Su 'jefe', Federico Gutiérrez-Solana, le comunicaba que dejaba el bastón de mando después de diez años como rector de la Universidad de Cantabria.
Su amor por la UC se sintió en las urnas. Ganó por goleada a sus dos rivales (Eduardo Mora y Jorge Tomillo) gracias a un programa continuista "con el necesario sentido crítico para abordar aquellos aspectos que han de encauzarse y mejorarse".
biografía
José Carlos Gómez Sal (Alcalá de Henares, 1948) es doctor en Magnetismo por la Universidad de Grenoble (1974) y en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (1976). En 1974 se incorpora a la Universidad de Cantabria, donde ha desarrollado su actividad académica y, desde 1987, es catedrático de Física de la Materia Condensada. Ha sido director de ocho tesis doctorales, con más de 200 artículos en revistas internacionales, ha dirigido más de 25 proyectos nacionales y europeos, participando en múltiples congresos, colaboraciones científicas y conferencias especializadas en los más prestigiosos centros internacionales. Tiene reconocidos seis quinquenios de docencia y seis sexenios de investigación. Actualmente es el representante de la CRUE en el Research Policy Working Group de la European University Association.
Desde el primer día dejó bien claras sus intenciones. "Una Universidad integral donde las tres funciones que por norma debe cumplir la institución (docencia, investigación y transferencia de conocimientos) se desarrollen plenamente y en armonía". Una declaración de legislatura en la que la financiación debería jugar un papel clave y más teniendo en cuenta el contexto económico y social.
El Gobierno de la Nación y el de Cantabria, ambos gobernados en solitario por el PP, apostaron por las políticas de recortes para hacer frente a la crisis económica que paralizó medio mundo con más parados en la calle que trabajadores produciendo en las pocas empresas que se mostraban intocables.
Los recortes, el mayor enemigo
Precisamente ha sido eso. La crisis económica, el principal caballo de batalla al que ha tenido que enfrentarse Gómez Sal durante sus cuatro años de mandato. Entre 2012 y 2016 los ajustes le llegaron por todos los lados pero sobre todo desde Madrid. El ministro de Educación por aquel entonces, Ignacio Wert, decidió subir las tasas de matrículación, las horas lectivas de los profesores y los fondos para la investigación.
¿Cuál fue la reacción de Gómez Sal? Cumplir la orden pero de la manera que menos se viera perjudicada su comunidad universitaria. Subió las tasas pero creó un fondo de ayudas para los estudiantes con más dificultades para pagar su estudios. También redujo las horas de los profesores para ahorrarse 900.000 euros, y ante la falta de fondos no le quedó otra que confiar en sus investigadores para que la ciencia siguiera trayendo dinero a Cantabria. Y lo hicieron pero en cantidades muy lejanas de las que sacaban en los tiempos de esplendor (2008).
Pero los recortes no solo venían de fuera. En Cantabria, el Gobierno de Ignacio Diego fue estricto con las instrucciones que le llegaban de Madrid y ajustó todo lo que pudo. A la Universidad de Cantabria le vació el Contrato-Programa, ese documento por el que la administración regional financia la mayor parte de los recursos de la UC. Hasta tal punto fue el bajón presupuestario que el rector se vio obligado a pedir un préstamo para lograr cerrar un curso sin números rojos.
Una economía de "subsistencia" que obligó a reducir la oferta de cursos de verano que organizan en el campus de Las Llamas y a prescindir de una decena de cargos de gestión.
El malestar que se respiraba en el ambiente del campus ha sido constante durante los cuatro años de la era Gómez Sal. Estudiantes, profesores, personal administrativo y hasta el propio equipo rectoral recurrieron a las protestas en la calle para expresar su enfado y provocar una reacción en los políticos. Nunca llegó.
Los efectos de los recortes han sido el principal enemigo de Gómez Sal. Pero no el único. Casos de destituciones, la creación de la Universidad Europea del Atlántico o la plaza de profesor asociado que fue denunciada este último año por uno de los aspirantes que "sufrió presiones de un miembro del jurado para no presentarse" han sido otros de los asuntos que han deslucido la época del físico que dejó los laboratorios por los despachos.
Logros en mitad de una crisis
Cuando las circunstancias no favorecen, los éxitos saben mejor. Es lo que estará pensando ahora José Carlos Gómez Sal que tiene tiempo para echar la vista a atrás cuando esta a punto de ceder su birrete. Entre 2012 y 2016 la Universidad de Cantabria apenas se ha movido de las posiciones altas de los rankings que analizan la productividad, la calidad, la transparencia, la docencia, la calidad investigadora o la transferencia de todas las universidades del mundo.
El mandato de Gómez Sal pasará a la historia por ser aquel en el que el proyecto Cantabria Campus Internacional recibió la máxima acreditación de excelente. El Ibbtec amplió sus instalaciones para investigar. El Instituto de Hidráulica recuperó su solvencia y evitó el cierre. El Idival entró en la liga de las estrellas de la investigación biomédica con su acreditación como Instituto de Investigación Sanitaria. Una serie de logros que no han hecho otra que cosa que alimentar el prestigio de una universdad con más de cuarenta años.
"Han sido cuatro años de muy difícil gestión por la reducción de los presupuestos, pero el comportamiento de la comunidad universitaria ha sido ejemplar". Así resumía Gómez Sal en una de sus últimas intervenciones su paso por el sillón más ilustre de la UC. Se va con la sensación de que le ha tocado bailar con la más fea pero que sus movimientos en la pista han servido para dar continuidad al modelo de Universidad en el que él confía ciegamente y que espera que siga durante los próximos años. Mientras, él verá los toros desde la barrera. En casa, jubilado, con su mujer, sus hijos y sus nietos. O en los laboratorios, disfrutando de lo que más le gusta, si la que ha sido su casa durante tantos años le concede el titulo de profesor emérito, esa figura académica que muy pocos ostentan para seguir investigando con más de 65 años.
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