Tres mupac al rojo, no va más
Y ya puestos, ¿por qué no ubicarlo en una plataforma flotante sobre la bahía, vinculada vía anal con el pachinco del Centro Botín?
Guillermo Balbona
Viernes, 11 de marzo 2016, 12:56
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Guillermo Balbona
Viernes, 11 de marzo 2016, 12:56
Ahí estás tú con cara de cromagnon postulándote como el guardián ideal entre el centeno prehistórico. Te has perfumado con la mejor fragancia paleolítica aún a riesgo de que el grupúsculo vigilante del CSIC, ¿o es C.S.I.? te excomulgue por degradado y por permitir con ligereza visitas a tu casa. Frívolo, qué eres un frívolo. Ya imagino el informe de la Complutense, ¡estás más caduco que un vegano en una peli de zombis! Nuestros próceres están convencidos de que la vida es una tom-tom-tómbola y han decidido convertir el patio de su casa en particular puja al mejor im-postor.
Lo del Museo de Prehistoria es ya el no va más de este casino habitado por ruletas (perdón) anillos consoladores (perdón) culturales, a la espera de que se detenga en la casilla idónea. La nueva it girl de la cultura cántabra es el Mupac: ese mantra de carretera y manta que sirve de luz de neón y cita a ciegas. A falta de una política cultural sólida, estructurada, enraizada en las necesidades y en los cauces abiertos por los creadores, qué mejor que soltar destellos, provocar espejismos y hechizar con cantos de sirena varada como pecio en cualquier finca que se precie. A estas alturas no debe quedar metro cuadrado de territorio comanche cántabro que no haya bailado con logos, convertido en ese oscuro objeto del deseo de la parcelación museística.
Aquí no importa el rigor ni se discute la correspondencia verdadera de necesidades. Lo que se lleva es el quítate tú pa ponerme yo. La única estela es la de los egos revueltos y el criterio dominante es esa competición que mide a ver quién tiene el sílex más largo. ¡Oye Patxi, qué pareces ahora de Bilbao, el Mupac a Mataleñas pues! y, si me apuras la quinta copa, ¿por qué no ubicarlo en una plataforma flotante sobre la bahía, vinculada vía anal con el pachinko del Centro Botín? Esta demencial pero jocosa carrera hacia ninguna parte, a la que oportunistas y arribistas se han sumado sin haber visitado ni una sola vez algún museo de la ciudad (no vaya a ser que se diluya la pigmentación de su bagaje cultural), es la última parafilia en la que vive instalada la fantasiosa historia interminable de la posmodernista Atenas del Norte. Por espacios que no quede.
Lástima que nuestros gestores no hayan infundido su enérgica imaginación en buscar estancias a los refugiados que sobreviven en las fronteras de Macedonia. Con tanto generoso envase ahora Cantabria, toma castaña, encabezaría el ranking solidario de la OCDE. Pero ya dispuestos a la cosa altruista por qué no hacer de la comunidad un mupac ella misma y su circunstancia; que cada cántabro albergue en su seno una pieza de época con su vitrina biodegradable y todo; y qué mejor red de redes que este circuito cultural autónomo e intercambiable para hacer del patrimonio infinito un eterno retorno romano, prehistórico y apostólico bajo la cavidad mayor del cielo protector institucional.
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