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José María Gutiérrez
Sábado, 11 de junio 2016, 07:52
«Las asociaciones de padres somos importantes para sacar adelante las actividades extraescolares, pero no para hablar del calendario escolar de nuestros hijos. Las familias nos debemos sentar en la misma mesa que el Gobierno y los sindicatos, y lo debemos hacer al mismo tiempo ... que ellos, no después. Es una vergüenza que la administración no nos tenga en cuenta para algo tan importante. Y si los sindicatos no cuentan con nosotros para esto, que tampoco lo hagan cuando nos llamen para apoyar movilizaciones contra la Lomce». Las palabras de Óscar, aplaudidas a rabiar por todos los presentes, resumen a la perfección la principal queja que un centenar de padres le transmitieron ayer cara a cara al consejero de Educación del Gobierno de Cantabria, Ramón Ruiz, en una tensa cita de más de hora y media de duración que se celebró en el colegio Jesús Cancio de Santander a petición de la FAPA.
Las «dificultades» para conciliar la vida laboral y la familiar, la existencia de prioridades educativas «más importantes», las «pocas» localidades que se beneficiarán de los comedores escolares durante los periodos no lectivos y el «agravio comparativo» que establecerá entre los colegios de ciudad y los rurales, las dudas sobre los argumentos pedagógicos que sostienen la reforma... Ruiz recibió muchas y variadas críticas, pero la más común y repetida fue «el oscurantismo» que, según las familias, han mantenido el Gobierno y los sindicatos durante la negociación y aprobación definitiva del calendario escolar.
Las familias se quejaron abiertamente de que no se haya contado con ellas en su elaboración, que no se les haya escuchado y que no se las hayan dado explicaciones cuando son los responsables de los 93.000 niños y adolescentes que pueblan las aulas de los colegios e institutos de la región, que ni siquiera se haya convocado al Consejo Escolar antes de que la Mesa Sectorial sacase adelante una estructura que es completamente pionera en España... «Los padres y los alumnos somos una parte muy importante de la comunidad educativa», repetían en voz alta los asistentes.
Disculpas
Ruiz pidió en diferentes ocasiones disculpas porque «no hemos seguido el proceso de información adecuado», algo que considera «una excepción» dentro de un departamento que se caracteriza por el diálogo. «Y el mejor ejemplo es que hoy estoy aquí», aseguró. «Si mi vida familiar se ve perjudicada, no me valen las disculpas», le contestó una madre. «Todos los que estamos en esta sala somos aliados, porque todos queremos lo mejor para los niños», apeló el consejero para intentar rebajar la tensión, sin demasiado éxito.
«Un cambio de esta trascendencia no se puede aprobar tan tarde, cuando el curso está a punto de finalizar y se va implantar el siguiente sin organizarlo previamente. Si fuera algo tan pensado como dice, no se hubiera hecho de esta manera. El nuevo calendario está rodeado de incertidumbres e improvisación», denunció otro padre. «No hubiese sido un problema esperar un año más. ¿Por qué tanta urgencia por implantarlo?», se cuestionó a continuación. «La prisa la tienen los políticos, no los padres», sentenció. El titular de Educación respondió que la reforma «no ha sido una iluminación que se nos haya ocurrido de la noche a la mañana» e intentó trasladar el debate a «la filosofía» del calendario y a los argumentos pedagógicos que, en su opinión, han motivado la modificación.
Pero las familias se centraban más en sus consecuencias, entre ellas esa dificultad para la conciliación que supone una periodo vacacional cada dos meses lectivos. «¿Los comedores escolares y las actividades lúdicas paralelas se van a desarrollar en todos los centros durante las vacaciones?» «No, es imposible» «¿Por qué no empiezan antes de las nueve de la mañana?» «¿Por qué no se extienden más allá de la tarde?» Las preguntas se sucedían en turnos de palabras que a los padres siempre se les quedaban cortos. Y el consejero se esforzaba en dar respuestas, a veces interrumpidas, que en la mayoría de las ocasiones ni convencían ni contentaban a los presentes. «Desde Educación, de la mano con la FAPA, colaboramos en todo lo que podemos para facilitar la conciliación, pero no somos la solución a ella, es una tarea que no puede recaer exclusivamente sobre la administración educativa», respondía Ramón Ruiz al respecto.
Eso sí, los padres le agradecieron su «valentía» por comparecer ante ellos, dar explicaciones aunque fueran tardías y aguantar el chaparrón en forma de críticas sobre una reforma del calendario escolar que se ha visto envuelta en una polémica que ha trascendido las fronteras cántabras.
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