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nacho gonzález ucelay
Martes, 14 de junio 2016, 07:13
El Gobierno de Cantabria revisará la normativa vigente para simplificar los trámites que los ayuntamientos y juntas vecinales deben realizar si quieren solicitar una zona de protección para la alimentación de aves necrófagas y evitar, en la medida de lo posible, que la ... falta de carroña en el monte empuje a los buitres a atacar a animales vivos protagonizando escarnios como el producido este sábado en Hoz de Anero.
Cantabria es una de las comunidades autónomas con menor población de buitres. Según el último censo publicado por el Gobierno regional (2008), aquí viven 443 parejas distribuidas en 45 colonias y siete más asiladas que suman, en su conjunto, 900 ejemplares.
Esta población, que representa a apenas el 1,8% de las parejas reproductoras detectadas en el país (27.000), se asienta sobre tres núcleos principalmente
En Liébana habitan 113 (26%). Lo hacen en nidos fabricados a lo largo del desfiladero de La Hermida y otras paredes de los municipios de Camaleño, Vega de Liébana y Pesaguero, un núcleo, éste, con cierta continuidad en la Asturias oriental. En el Alto Ebro se agrupan otras 54 (12%), la mayoría sobre las hoces del río Ebro. Y en la Cantabria oriental se concentran 274 más (62%), casi todas en los cañones fluviales de los ríos Miera y Asón y los macizos costeros de Liendo y Castro.
Frente a las demandas de los ganaderos, que piden a las autoridades un mayor control sobre las colonias de buitres en la región y una flexibilización de las restrictivas políticas aplicadas tras la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina el mal de las vacas locas la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural del Gobierno regional propone una solución más sencilla. Aplicar la ley.
«En Cantabria existe desde 2012 una normativa que permite fijar zonas de protección para la alimentación de aves necrófagas, esto es, lugares en los que pueden depositarse los cadáveres de reses de explotaciones ganaderas para que los buitres se alimenten sin la necesidad de tener que atacar a animales vivos», recordó ayer la directora general de Ganadería, Beatriz Fernández. «Sólo hay que aplicarla».
Fernández, que dice que la normativa «esta ahí» y es aplicable desde 2012, año en que entró en vigor, asegura que los ganaderos tienen «un instrumento a su alcance para frenar el ataque de los buitres a animales vivos».
Para poder utilizarlo «se requieren una serie de procedimientos» que el Gobierno de Cantabria intentará agilizar con el propósito de que «los ayuntamientos y juntas vecinales que así lo precisen puedan solicitar a la mayor brevedad la acotación de un espacio donde los ganaderos puedan depositar los cadáveres de sus reses muertas como alimento para los buitres».
Fernández, que insiste en que «los ayuntamientos, las juntas vecinales y los propios ganaderos tienen esta herramienta a su alcance», cree que la acotación de estos espacios podría minimizar un problema para el que su departamento estudiará «otras medidas» en caso de que ello sea necesario.
Por eso, la directora general hace un llamamiento a los interesados «para que exploren esta posibilidad que les ofrece la ley» y, al tiempo, les invita a «aportar sus sugerencias» con vistas a la celebración de la reunión de la Mesa Regional Agraria, fijada para el próximo 20 de junio y en la que, entre otros asuntos, se abordarán los sangrientos ataques de los buitres.
«Puntos de alimentación»
Dormida durante casi cuatro años, la llamada Orden GAN/30/2012 por la que se regula la alimentación de determinadas especies de fauna silvestre necrófaga con subproductos animales no destinados a consumo humano procedentes de explotaciones ganaderas en las zonas de protección también es la solución adecuada que contemplan los grupos conservacionistas, que recuerdan que el buitre es una especie protegida.
«Los ataques de buitres a animales vivos son excepcionales», afirma el delegado en Cantabria de la asociación ecologista SEO/BirdLife, Felipe González, que dice que «este tipo de acciones no forman parte de lo cotidiano».
Según él, la llegada de la primavera y, con ella, de la época de cría, «mueve a los buitres a la búsqueda de una mayor cantidad de alimentos para ellos y para sus polluelos. La falta de carroña en zonas determinadas, es decir, la falta de recursos alimenticios, les lleva en ocasiones a atacar a animales vivos, especialmente a aquellos más débiles como lo son las vacas parturientas. Ellas y sus crías son para los buitres una presa fácil», recuerda González, que reconoce que este tipo de casos «han aumentado durante los últimos quince años».
Para evitarlos, coincide el delegado en Cantabria de SEO/BirdLife, «sería de una gran utilidad la aplicación de la normativa que permite la instalación de puntos de alimentación en zonas de importancia para la especie. Bastaría con colocar uno por comarca», calcula González, que advierte de los riesgos que habría que asumir con esa decisión: «Estos comederos podrían favorecer un aumento de la población que, entonces, dejaría de ser la que debería ser por naturaleza».
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