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Ana del Castillo
Domingo, 17 de julio 2016, 12:03
Desde que comenzó la crisis, el "cuponazo cervical" ha repartido indemnizaciones a diestro y siniestro. ¿Los agraciados? Todos aquellos que juegan a los coches de choque en Cantabria buscando un accidente.
Sin embargo, en enero de este año entró en vigor la modificación de la ... ley 35/2015 del 22 de septiembre que reforma el sistema para la valoración de los daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación. La reforma ataca directamente a los pequeños golpes: las cervicalgias, que ocupan la mayor parte de las reclamaciones. "Este nuevo baremo lo que solicita es una mayor exigencia. Ahora se tratan con más cuidado y se intenta limitar el pufo grande que había en la calle", explica el abogado cántabro José María Iglesias, de Mouro Abogados.
La reforma de la ley, sumado a que el lesionado debe interponer un pleito civil si quiere percibir indemnización, ha reducido en lo que va de año el número de perjudicados en accidentes de tráfico. "Hubo una época en la que cada parte de accidente que entraba por la puerta traía un lesionado. Era muy difícil encontrar uno sin heridos. Y claro, al final han pagado justos por pecadores", explica Pablo González, de Seguros Helvetia Ruiz Barroso.
Pero es complicado cerrar el grifo de golpe. Solo el año pasado los intentos de fraude al seguro tuvieron un impacto de 550 millones de euros en España. "Hemos visto casos de ciegas conduciendo y familias enteras lesionadas", cuenta Decan (pseudónimo), uno de los 14 detectives privados con licencia que ejercen en Cantabria. "Llevo 30 años cazando caraduras", apunta.
En 1978 se conocía a estos profesionales como los 'cazabraguetas' porque iban detrás de maridos infieles, cuando el adulterio, bajo el mandato de Adolfo Suárez, era delito. Ahora, sin embargo, cada vez se les ve más en procedimientos judiciales porque "el investigador llega a donde el abogado no puede llegar", dice una detective, que trabaja en el mismo despacho que Decan.
"Ayer mismo le he dicho a una chica que no la trataba más. Llevaba cuatro años seguidos viniendo por accidentes", explica un fisioterapeuta de Santander, que prefiere mantener el anonimato. Su ética profesional no le permite hacer la vista gorda una vez más. "Curiosamente se ha chocado con su hermano y la anterior vez con su madre", cuenta. Los profesionales que tienen que tratar a estos actores improvisados saben perfectamente quién miente y quién padece una lesión real. "Intentan engañarte, pero ves que hacen movimientos que son incompatibles con la lesión de la que se quejan", explica un segundo fisioterapeuta de la capital cántabra.
Con la crisis, el número de accidentes simulados, inducidos e inventados, así como los siniestros fortuitos en los que los perjuicios fueron exagerados, ha crecido en un 80%. "Y los de 'ya que me han dado por detrás aprovecho y meto cuello'", apostilla Decan. La Ley de Protección de datos impide a la compañía de seguros obtener detalles de su asegurado, "así que hay gente que vive de tener accidentes cambiando de compañía", explica una detective cántabra.
Durante 2015, en España se realizaron cerca de 306.000 reclamaciones fraudulentas al seguro. Según la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa), más de la mitad de las cantidades reclamadas proviene de accidentes de tráfico. Cuando se mide la huella del fraude tomando como referencia las cantidades que se aspira a defraudar, el seguro del automóvil se sitúa en cabeza. Este ramo concentra más de la mitad de los importes reclamados de manera ilícita (53%).
El informe 'El fraude en el seguro español', publicado por el servicio de estadísticas y estudios del sector de seguros en España, muestra cómo, por cada euro invertido en investigar los casos sospechosos, las aseguradoras logran evitar el pago de 32.90 euros en indemnizaciones indebidas. Pero "el detective cuesta una pasta", apunta González.
Decan y su colega discrepan. "Las compañías de seguros pagan poco y a la mínima nos llaman, sobre todo intervenimos en accidentes con cuantías elevadas".
"Accidentes múltiples no cojo. Me vienen cuatro lesionados, todos sin trabajo. Estafa montada. Siempre es gente parada", explica el fisioterapeuta. Algunos siniestros cantan tanto que hasta los que tramitan los partes se echan a reír. González pone un ejemplo: "Se lesiona el número máximo de ocupantes del vehículo en una calle poco transitada. En la avenida del faro, justo ahí, que no suele haber tráfico".
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