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MARTA PÉREZ
Jueves, 14 de julio 2016, 19:40
«Cuando tenía 16 años tuve un accidente y recibí una transfusión. Después, quise devolver el favor haciéndome donante». Lo cuenta Jesús María Del Río Cueto, natural de El Astillero y conductor de camiones de profesión. Él es uno de los galardonados por la Hermandad ... de Donantes de Sangre por su gran número de donaciones el pasado año. Adoración Vela Arce también fue premiada. Vecina de Muriedas y ama de casa, sintió el deseo de colaborar y convertirse en donante de sangre cuando fue consciente, a través de los medios de comunicación, de su vital importancia.
Cantabria ocupa la sexta posición en el ranking de donaciones por comunidades autónomas. Desde hace varios años, la Hermandad de Donantes de Sangre galardona a aquellos que han realizado un número alto de aportaciones. Jesús María va por las 75 y Adoración lleva 60. Son dos de los 45 premiados de 2015, que han recibido la distinción esta misma semana. Héroes anónimos que llevan más de dos décadas regalando vida. A día de hoy, ambos donan el máximo de veces permitidas por año tres ella y cuatro él (la menstruación limita la cifra en el caso de las mujeres) y, aunque confiesan que la primera vez que les sacaron sangre se pusieron nerviosos, ahora es sólo un «pinchazuco de nada».
17.079 DONANTES cántabros
La sangre es un tejido vivo que no se puede fabricar. El presidente de la Hermandad de Donantes de Cantabria, Javier Gandarillas, recuerda que es la «materia prima de los hospitales, sin ella sería imposible realizar las operaciones programadas o los trasplantes». Destaca que en las campañas de donación que el Banco de Sangre lleva a institutos y campus universitarios, a través de las unidades móviles, «los jóvenes tienen una excelente respuesta». Además, hace hincapié en que las grandes donaciones hechas en empresas de todo el territorio cántabro son, en gran parte, gracias a la difusión de los medios de comunicación y, sobre todo, a los cien delegados de promoción de empresas. Hombres y mujeres altruistas que colocan carteles y avisan de las visitas de las unidades.
Ahora que hay 17.079 donantes en la región (aunque nunca son suficientes, sobre todo del tipo O-) su próximo objetivo será aumentar el número de aportaciones de plasma.
Jesús María sostiene que le viene bien donar «porque ese día me siento mejor». Existen estudios que acreditan que hacerlo mejora la circulación y descongestiona la cabeza.
Sin necesidad de cuidados especiales de ningún tipo, la única precaución que precisa todo donante es tomar un refrigerio tras la extracción para así evitar lipotimias. Para ello, el Banco de Sangre dispone de refrescos, agua, zumos, chocolates o cafés, además de bocadillos, repostería, incluso pequeños vasos de helado. «Lo mejor, los bocadillos de tortilla. Pero esos vuelan», declara.
Labor de captación
Al preguntarles si han atraído a otras personas de su círculo más cercano para que se hagan donantes, Adoración cuenta que convenció a su hermana y a un par de amigos, aunque no han llegado a ser tan asiduos como ella. Jesús María, por su parte, explica que su hermano y su cuñada siguieron sus pasos. «Antes, mi hermano no podía donar por un problema de coagulación y, cuando yo volvía de donar, veía que le daba envidia que yo tuviese esa posibilidad. Él también quería ayudar. Ahora que su problema se ha corregido también dona». ¿Y qué se siente al donar? «Satisfacción». Adoración comenta que el día que no puede acudir al Banco de Sangre por unas décimas de fiebre o algún impedimento siente que le «falta algo». Jesús María lo compara con el momento en el que ayudas a alguien que se ha caído en la calle. «Te reconforta, pero aquí más aún porque con esto salvas vidas». Para él, es la buena obra del día. Se da la circunstancia de que ambos son también donantes de órganos, incluso a pesar de que en el caso de ella su madre la desanimó. «No hay le decía que hurgar en los cuerpos muertos». Ella tiene claro que así se salvan vidas.
Los dos pretenden seguir donando hasta llegar al límite de edad, 65 años y hasta los 70, con informes médicos anuales. A ella le gustaría, además, ser donante de médula espinal, pero debido a su peso, que roza el límite de lo mínimo requerido para la donación 50 kilos, le es imposible. Por su parte, el chófer reconoce que no se había decidido porque le daba un poco de respeto la anestesia que creía imprescindible para la extracción. Pero ahora que sabe que no es necesaria para donar se lo va a plantear.
Los dos sienten curiosidad por conocer a los receptores de su sangre, pero el anonimato está garantizado por la ley de la privacidad, que se lo impide. De esta forma, se pretende evitar connotaciones psicológicas en las donaciones. Tampoco se pagan, con lo que el acto es altruista.
Temores y conciencia
No hay tantos donantes de sangre como sería necesario y son continuas las campañas de concienciación. ¿Miedo? ¿Falta de solidaridad? Adoración y Jesús creen que las personas mayores, por su edad, sí temen a las agujas. Una justificación para ellos. Pero el resto de la población sólo necesita concienciarse. Jesús recalca que es necesario trasladar a la opinión pública la importancia que tiene disponer de un banco de sangre. Y subraya que, con una sola donación de 450 centilitros, se obtiene una unidad de sangre, otra de plaquetas y una tercera de plasma. «Tres vidas salvadas a cambio de diez minutos de extracción».
Adoración matiza aún más el mensaje: «La concienciación debería comenzar en los colegios, desde pequeñitos. No se puede donar hasta tener cumplidos los 18 años, hasta la mayoría de edad, pero sí se puede entender desde joven lo importante que es para favorecer que cuando sean de adultos se animen a ser donantes». En los colegios, en la consulta del médico de cabecera, en los hogares... Todo aporta. Piden a los cántabros que se conviertan en donantes. Que den el paso. Recuerdan que algún día ellos, o algún familiar, pueden ser los que necesiten sangre y, sólo por eso, ya deberían hacerlo. Jesús María remacha con una frase muy utilizada en todas las campañas para incentivar donaciones, un lema repetido, pero valioso: «Dar sangre es donar vida».
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