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José Carlos Rojo
Lunes, 18 de julio 2016, 20:29
Cada año aparecen en Cantabria 80 nuevos casos de cáncer de piel: «No son cifras alarmantes porque además esto tiene que ver con otros elementos. Por ejemplo, con que la gente vive más años y el cáncer de cualquier tipo aparece con más facilidad», explica el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Héctor Fernández Llaca. «Pero también es cierto que cada vez se toma más el sol, y muchas veces de manera irresponsable», zanja el experto médico, que en esta cita doble conversa con José Luis Arteche, delegado en Cantabria de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para advertir de los peligros de la radiación ultravioleta en verano.
Cantabria no es tierra de mucho sol, pero existen variables que la convierten en caldo de cultivo para las lesiones cutáneas que produce, especialmente en esta época del año. La cercanía a la costa y las playas desencadenan los comportamientos imprudentes, a veces inconscientes. «Se ha tomado como verdad que el moreno de la piel es bonito, y que para estar guapo o guapa hay que tomar el sol. Incluso se dice que es saludable, pero no es cierto», desgrana Llata. «Cuando la piel reacciona con la pigmentación es porque ya ha recibido un daño».
Los rayos UV afectan sobremanera a las pieles claras. Producen efectos que se van acumulando en forma de lesiones en el tejido y es la principal causa de la aparición de melanoma. «Ocurre como con cualquier otra cosa en esta vida. La radiación UV puede ser beneficiosa. Nosotros en este hospital la utilizamos para tratar la psoriasis, el eczema o el raquitismo; pero en exceso es mala», explica Llata.
Ambos expertos desgranan una serie de medidas que pueden ayudar a minimizar el daño que se extiende a otros lugares como los ojos, en forma de cataratas; o incluso al sistema inmune, con aparición de alergias. «Es inevitable que nos de el sol, pero podemos cuidarnos de su parte mala, sin lugar a dudas», apuntan ambos.
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El primer consejo solo lleva un par de minutos: «Entre en la página web de la Aemet y podrá ver el índice de radiación UV que se ha previsto en ese mismo día para la comunidad», cuenta el experto meteorólogo. Es la cifra que mide la intensidad de la radiación solar en la superficie terrestre con cielo despejado. «Podría ser un primer consejo, porque dependiendo de la actividad que se tenga prevista para hacer durante el día, uno puede ser más consciente de la necesidad de protegerse frente al sol», cuenta Arteche.
La ironía surge fácil en el segundo consejo: «Para que todo el mundo nos entienda bien, el refrán popular que dice 'Lo mejor del sol es la sombra'... Pues eso», recuerda entre risas el responsable de Dermatología de Valdecilla. «La gente tiene que ser consciente de que una sombrilla no es suficiente para protegerse. Hay que saber que la crema solar no tiene una eficiencia del 100% y que conviene aplicársela con frecuencia, especialmente en casos de sudor abundante o baños en el mar o en la piscina».
El experto de Aemet aborda la explicación física: «Hay que entender que la luz viene del sol, del cielo, pero también viene del suelo, porque el reflejo en la arena o el agua puede causar el mismo efecto que sucede en invierno con las pieles quemadas por el reflejo del sol sobre la nieve».
A veces las rutinas saludables forman parte de la cultura popular. Ambos expertos coinciden en la necesidad de recuperar el uso del sombrero y la gorra, «una moda casi extinta, y que con el paso de los tiempos se ha demostrado muy saludable». Aunque la mejor garantía para evitar los daños es huir de la exposición en las horas centrales del día -entre las 12.00 y las 16.00 horas-, «y eso es un poco difícil en una cultura como la española, porque gran parte de la actividad se realiza en la calle en ese tiempo».
El doctor Fernández Llaca se refiere al ocio pero también al trabajo. Cuenta con resignación los casos que han pasado por su consulta para tratar afecciones producidas por años de ejercicio profesional al aire libre; pero son los más jóvenes quienes tienen en su mano la prevención en esas edades tempranas. «Tengamos cuidado con los jóvenes. Los niños están especialmente expuestos al sol. Tienen cada vez más actividades al aire libre: paseos con los padres, con los abuelos, los campamentos, etc». «Y, sobre todo, tengamos cuidado con los bebés. No hay razón para que un niño menor de un año esté expuesto al sol, ni con protección ni sin ella», defiende el experto con vehemencia.
A la postre todas esas imprudencias pasan factura. De esos 80 casos nuevos de melanoma al año, la inmensa mayoría pasa por su consulta. «Afortunadamente esta es una región con mucha cultura de salud. La gente va al médico, se preocupa. También es cierto que cuando hay un caso de melanoma, el impacto poblacional es muy grande porque aquí todo el mundo se conoce. Eso es bueno, porque la gente puede tomar conciencia de las cosas», concreta el médico.
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