Borrar
Tres jóvenes recorren los jardines de Pereda buscando nuevos Pokémon con sus móviles.
Así se juegan al Pokémon Go en Cantabria

Así se juegan al Pokémon Go en Cantabria

El videojuego de moda en el mundo se empieza a jugar en las calles cántabras

Álvaro G. Polavieja

Jueves, 21 de julio 2016, 07:27

Llegas al monumento de los Raqueros en Santander y te encuentras a varios jóvenes que pululan a su alrededor. Van concentrados en las pantallas de sus teléfonos móviles, aunque no parece que vayan a echar la foto de rigor. No son turistas, que también los hay. Las edades varían bastante: están los adolescentes y también los que pintan canas o empujan un carrito. Si les paras y les preguntas, casi todos responden afirmativamente: «Sí, estoy jugando a Pokémon Go!». La última fiebre global ha desembarcado en la región cautivando a miles de cántabros.

LAS PREGUNTAS

  • ¿Cómo se juega?

  • Hay que bajarse el juego, crear un perfil y lanzarse a la calle a cazar pokémon.

  • ¿Qué requisitos conlleva?

  • Hay que tener conexión a internet y activar el servicio de geolocalización.

  • ¿Quién puede jugar?

  • Tanto niños como adultos; el nuevo juego de Nintendo no entiende de edades.

  • ¿Cuesta dinero?

  • Aunque jugar es gratis, los jugadores pueden pagar para conseguir servicios adicionales.

  • ¿Ventajas e inconvenientes?

  • A favor, que fomenta el movimiento y la relación con otros jugadores; en contra, el consumo de datos y de batería.

Pero, ¿qué es eso de Pokémon Go!? Porque no tiene un mes de vida y ya ha revolucionado medio mundo. Desde Central Park en Nueva York hasta Australia, desde Castro hasta San Vicente pasando por los Jardines de Pereda en Santander, Pokémon Go, la última creación de la compañía japonesa de videojuegos Nintendo, ha revolucionado el ocio de miles de jugadores que ahora salen a la calle dispuestos a cazar nuevas criaturas y a encontrar nuevos poderes con los que fortalecer a sus mascotas virtuales. Porque de eso va el juego: cada jugador tiene sus criaturas, que caza en la calle, y las va fortaleciendo para poder conquistar los llamados «gimnasios Pokémon», los baluartes que el juego ha distribuido por todo el mundo coincidiendo con aquellos lugares más frecuentados o significativos de cada ubicación. En Santander, por ejemplo, los Raqueros son un gimnasio. Pero no son los únicos lugares que buscan los jugadores: también van a la caza de las llamadas «paradas Pokémon», donde los jugadores consiguen las bolas que lanzan para capturar nuevas criaturas.

Las reglas de este nuevo y revolucionario juego son tan sencillas como, por lo visto, adictivas: capturar Pokémons, conquistar gimnasios y aumentar el nivel del usuario en el juego. Algo tendrá cuando, al mes de su lanzamiento, este juego ha relanzado a Nintendo a niveles que ni en la propia compañía se hubieran atrevido a soñar: en la primera semana de vida del juego, la valoración bursátil de la empresa nipona pasó de 22.000 millones de dólares a más de 37.000 millones. Y subiendo. Tanto que ayer mismo la compañía de videojuegos superó a otro gigante tecnológico japonés como Sony. ¿Qué tiene este juego para haber provocado tal revolución?

Diversión aumentada

Lo más llamativo de este hito global es que no ha supuesto ninguna revolución tecnológica: el éxito de Nintendo se basa en haber sabido combinar de una forma muy atractiva la realidad aumentada con los servicios de geoposicionamiento. El juego sabe dónde está el jugador y le va mostrando los Pokémon, las paradas y los gimnasios a medida que se desplaza para que este vaya realizando diferentes misiones. Para que se hagan una idea quienes no lo han visto o utilizado nunca: usted anda por la plaza del ayuntamiento y ve la plaza del ayuntamiento. Pero si usted se descarga el juego en su teléfono y lo pone en marcha, al mirar a la plaza a través de la pantalla de su móvil verá un gran abanico de elementos con los que interactuar para progresar en el juego. Un sencilla receta que ha convertido a Pokémon Go! en la sensación del momento, tanto para lo bueno como para lo malo. Porque no todo son luces alrededor de esta nueva diversión. Tiene grandes ventajas, que los jugadores destacan sin dudar: fomenta el movimiento y la relación real con otros jugadores, anima a conocer y visitar nuevos sitios... Pero también encierra riesgos que conviene conocer: dispara tanto el consumo de batería de nuestro dispositivo como el de datos, puede dar a conocer nuestra posición a otras personas (ya se han producido pokémon-quedadas que han acabado en robos), hay quien ya se dedica a jugar mientras conduce, y quien se ha bajado una aplicación maliciosa creyendo que era el juego. También se han dado casos de jugadores que se han adentrado en propiedades privadas a la caza de nuevas criaturas. Unos peligros que han hecho que las autoridades de medio mundo difundan guías o recomendaciones para los jugadores, como ha hecho recientemente la Policía Nacional. En Cantabria, el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz, también ha advertido en los medios de los peligros que puede encerrar este juego que arrasa tanto entre los jóvenes como entre los nostálgicos.

Si alguien dudaba del fenómeno global, los Pokémon deberían despejarle las dudas. Tokyo y Nueva York enfermaron a la par, y la epidemia llegó al resto de países apenas una semana después. Lo que pasó entonces ya lo conocen, pero no se confíen porque esta revolución promete dar mucho más de sí. Por ejemplo, el tráfico de perfiles: ya es posible adquirir jugadores de Pokémon de nivel 10 por unos 200 euros. Pero no todo van a ser sombras, y menos para Nintendo, que acaba de firmar un acuerdo con un gigante mundial de la alimentación para acercar a los jugadores a sus establecimientos. Es el primero, pero no será el único contrato de su estrategia. Pokémon Go! ha demostrado que la unión entre el mundo real y el virtual sólo acaba de empezar. Quién lo iba a decir, ¿verdad? Los niños vuelven a jugar en la calle...

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Así se juegan al Pokémon Go en Cantabria