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Sara Torre
Viernes, 5 de agosto 2016, 22:26
El año previo al de su cuarenta cumpleaños, el cineasta Nacho Vigalondo se siente «con la maleta a medio hacer, con todo a medias», en la mitad de un camino que le ha servido para llegar hasta su yo actual, forjado en gran medida en ... Cabezón de la Sal, su pueblo, donde ayer brilló con un discurso que sirvió de apertura para las fiestas del Día de Cantabria en el que puso en valor la enseñanza pública y que dedicó a todos los maestros y educadores que han pasado por su vida.
En su recorrido por Cabezón, el director de cine se desmigó en «varios yoes», que le fueron llevando por distintas partes de su vida en Cabezón, entendiendo que «nosotros mismos somos una concentración en un punto de todo lo que nos es dado». Así comenzó su tránsito por los recuerdos en el punto en el que tenía cuatro años, hablando de «un Cabezón de la Sal gigantesco, sin límite», en el que el barrio de la Pesa «era grande como un continente y duraba para siempre» para llegar al día de hoy, con un Cabezón más «diverso y vivo» que cualquier otro que recuerde.
Volvió mentalmente al Colegio Público Ramón Laza, «en aquella fase de la democracia en la que todavía rezábamos un padrenuestro antes de la primera clase laica del día y escogíamos estudiar religión en vez de ética para evitar el qué dirán». También mencionó la época de instituto y la noche en la que se televisó el «mejor fracaso» de su vida, en la que muchos estaban siguiendo la ceremonia de los Oscar en el polideportivo.
Pero no olvidó el tiempo de ocio y dedicó un párrafo a las noches de Cabezón, tras preguntarse si es el primer pregonero que lo hace. «Soy mis primeras borracheras adolescentes, un programa de fiestas que empieza en el año 1994, invariable para cada viernes y cada sábado», dijo, rememorando aquel plan consistente en salir al pub La Farola, pasar por El Escudo, volver a La Farola y así, sucesivamente. Vigalondo, ante un Revilla que animó a los cántabros a sentirse orgullosos de su tierra, mencionó también al pregonero del año pasado, Fidel de Mier, director de su instituto, como su primer gran modelo de conducta y a tantas y tantas personas que han pasado por su vida y siguen en ella, que ayer le arroparon con enorme orgullo en casa, en Cabezón de la Sal y que se sintieron identificadas con las vivencias de un cabezonense que siempre lo será por muy lejos que llegue.
La confesión sobre 'Colosal'
«Voy a haceros una confesión que, en un principio, quería que fuese un pequeño rumor por confirmar. Mi última película, Colosal, fue concebida como algo mucho más modesto de lo que finalmente ha acabado siendo. La historia habla de un personaje que, en tiempos de inestabilidad económica, vuelve a la casa de sus padres. Es una huida, con el rabo entre las piernas, de la ciudad al pueblo. La película, en un principio, se inspiraba en mi relación con Madrid y Cabezón. Una serie de piruetas del destino, a las que ya me debería ir acostumbrando, ha hecho que la película acabe siendo estadounidense, y que hable de la relación de un personaje con Nueva York y... un pueblecito al norte de Nueva York. El pueblo se llama Mainhead, que es una traducción libre de Cabezón. Y a partir de ahí, hay un puñado de analogías que a algunos no les costará distinguir. La protagonista, interpretada por Anne Hathaway con el mismo peinado de Laura Maestegui, se enfrenta a una verdad insólita y dolorosa en el parque junto a su casa, al que he observado y filmado como si fuese el Parque de la Losa. Si éste es mi legado, me conformo. Llevar el Parque de la Losa a Hollywood. No por ser yo Hollywood, sino porque soy el Parque de la Losa».
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