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Guillermo Balbona
Lunes, 5 de septiembre 2016, 17:00
La Cueva Áurea (Peñarrubia), el primer yacimiento prehistórico localizado en el Desfiladero de la Hermida, era objeto en los últimos días de una de sus muchas conferencias, actividades divulgativas o comunicaciones científicas que acompañan su intensa labor. El director del Museo de Prehistoria y Arqueología ... de Cantabria (Mupac), Roberto Ontañón, defiende la futura ubicación de la maltratada y, en ocasiones, olvidada infraestructura cultural. Pero, tras meses de polémicas y años de incógnitas, matiza: «Me hubiera parecido buena cualquier opción que propiciase que el Mupac consiga alcanzar plenamente el estatus del cual hoy sólo disfruta nominalmente: el de ser un verdadero museo». El también responsable de la conservación de las cuevas prehistóricas en Cantabria advierte, tras los debates enconados de los últimos días entre Ayuntamiento de Santander y Cultura, que «si no es con la colaboración y la coordinación de todas las administraciones, nunca vamos a poder sacar adelante este u otros proyectos culturales».
¿Qué supone este noventa aniversario para una institución en boca de todos tras tantas incertidumbres?
Aunque no debiera ser así, sino un cumpleaños tranquilo, de celebración gozosa, en el caso del Mupac supone alcanzar casi el centenario de una institución gravemente maltratada por las sucesivas administraciones de las que ha dependido desde su fundación, reivindicando este museo, como hicieron ya Carballo y García Guinea en los años cincuenta y setenta del siglo XX, y deseándole, mientras soplamos las velas, que pueda alcanzar «un lugar en el sol».
Se ha desvelado estos días el destino final del Mupac. ¿Qué opina del solar elegido y de la opción de una nueva construcción?
El solar elegido presenta ventajas e inconvenientes desde el punto de vista de la integración del museo en el espacio urbano, como los tienen las otras opciones que se manejaban. Atendiendo a las necesidades del propio museo, el emplazamiento es magnífico -como lo hubiera sido el del antiguo palacio de la Diputación, al que el museo podría haber regresado, renovado y ampliado, en un ejemplo de «justicia poética» (o histórica). En cuanto a la elección de una nueva construcción frente a la rehabilitación de un edificio ya existente, las ventajas son obvias, ya que si se alcanza la deseada coordinación entre el proyecto arquitectónico y el museográfico se puede hacer un edificio a medida de las necesidades del museo y no a la inversa, como estamos, lamentablemente, acostumbrados a ver. En todo caso, me hubiera parecido buena cualquier opción que propiciase que el Mupac consiga alcanzar plenamente el estatus del cual hoy sólo disfruta nominalmente: el de ser un verdadero museo.
Con esta elección, ¿el Mupac ha salido ganando frente al objetivo inicial del Banco de España?
El proyecto de ampliación del Mupac en el edificio del Banco de España era sensiblemente distinto porque implicaba el mantenimiento de la exposición permanente en el sótano del Mercado del Este en su actual ubicación y prácticamente en su misma configuración. Se trataba, así pues, de un museo en dos sedes, lo que no es, ya lo hemos dicho, la situación óptima para una institución de este tipo. Por lo tanto, hay que responder que sí: el museo gana con esta elección. Sin embargo, quizá proceda todavía recordar que la del Banco de España era entonces la única opción que el museo tenía para su ampliación, que trabajamos sobre ella hasta llegar a la fase de convocatoria del correspondiente concurso público y que finalmente se le arrebató ante la imposición de otros intereses que, una vez más, prevalecieron a la hora de tomar decisiones sobre un museo siempre infravalorado.
Al margen de su cargo de gestor del museo, desde un punto de vista científico y como autoridad en este campo, ¿qué necesita un Mupac de nueva planta y hasta qué punto cabe hablar de un nuevo museo?
Quizá más que de un nuevo museo, podríamos hablar de un museo recuperado o reconstituido, en el sentido de reformado y también fortalecido, que es como nos gustaría que fuera el Mupac resultante de la ejecución de este proyecto. Lo que necesita, básicamente, es una reorganización, una reintegración de sus áreas, actualmente dispersas en diversos locales todos ellos inapropiados, que le permita dar pleno cumplimiento a las funciones que todo museo tiene encomendadas. Se trata, estrictamente, de dotar al museo de instalaciones, equipamientos y equipos dignos y proporcionados a la altura de la enorme calidad de sus fondos, que le permitan conservar, investigar, comunicar y exhibir sus magníficas colecciones en un contenedor visible, identificable, que el público pueda encontrar y reconocer como tal, superando la actual situación en la que hay visitantes a los que les resulta muy difícil encontrar el museo -hay que recordar que no hay en la ciudad ni una sola señal indicativa de la posición del Mupac y que, al mismo tiempo, persisten algunas que apuntan a la antigua sede de Puertochico, cerrada hace ya ocho años.- o que nos dicen que «caen» en él por casualidad.
¿Hay esbozado ya un plan museológico y museográfico con vistas a la nueva ubicación?
Existe ya un completo avance del programa museográfico que creemos va a mejorar, si cabe, la exposición permanente, y estamos modificando el plan museológico para adaptarlo a la nueva y, esperamos, definitiva situación.
¿El diseño de la colección expuesta en el Mercado del Este tiene validez para esa nueva etapa?
Desde luego. Se trata de una magnífica muestra abierta al público hace tan sólo tres años. Por razones prácticas y también económicas intentaremos aprovechar al máximo los elementos museográficos existentes, adaptándolos en la medida de lo posible a la nueva exposición que, en esencia, pretende ser una actualización y ampliación de la actual.
¿Considera que se podía haber evitado la polémica política y ese bucle en torno a la sede y el lugar del futuro Mupac?
Como servidor público que soy, intento ceñirme estrictamente al cumplimiento de las funciones atribuidas al puesto que desempeño, en el ámbito de mis competencias. Sin embargo, como ciudadano puedo y debo opinar acerca de los asuntos que afectan a la '. En este sentido, no puedo más que lamentar que todo lo relacionado con infraestructuras culturales importantes para la región, como este museo o el de Altamira, se vean continuamente envueltas en polémicas que, normalmente, no surgen ni se desarrollan en el ámbito museístico ni de la gestión del patrimonio e interfieren seriamente en uno y otra. No puede ser que cada iniciativa genere una agria discusión, que cada paso suponga un agravio. Debiéramos, entre todos, conseguir que la política se interese de verdad por el patrimonio cultural y que éste deje de ser utilizado como instrumento de confrontación política. Supongo que es difícil pero si no es con la colaboración y la coordinación de todas las administraciones, y mediante la planificación de las actuaciones, nunca vamos a poder sacar adelante éste u otros proyectos culturales.
Siempre ha defendido un lugar noble para una entidad con casi un siglo de vida. ¿Se ha alcanzado una meta razonable en tiempos de crisis?
Bueno, aún no hemos alcanzado la meta. Siguiendo un símil ciclista, espero que estemos entrando en el esprint final, aunque me temo que la llegada va a ser en alto... Considero que la solución es razonable para la superación de un enorme borrón en la gestión del patrimonio cultural de Cantabria. Esta región tiene hace tiempo una deuda consigo misma que se ha agravado en los últimos años, después de conseguir que lo mejor de su patrimonio arqueológico entre en la selecta lista del Patrimonio Mundial de la Unesco: tener un museo que esté, ni más ni menos, a la altura del valiosísimo legado que su subsuelo alberga, es decir, a un nivel de calidad homologable a escala nacional e internacional.
Carballo, Hermilio Alcalde del Río, Miguel Ángel García Guinea, Joaquín González Echegaray, ¿en qué medida la conmemoración sirve de homenaje a estos maestros?
La conmemoración del 90 aniversario y, en este marco, la exposición temporal que se exhibe hasta enero, rinde en efecto homenaje a esos maestros. Todos ellos, cada uno con su aportación específica, han llevado a la arqueología regional a las más altas cotas de excelencia. Todos ellos intervinieron de un modo u otro en la historia del museo, y todos intentando mejorarlo en sus dotaciones materiales y humanas: Carballo como su fundador y pertinaz mantenedor; Alcalde del Río como infatigable descubridor y promotor de la idea de convertirlo en museo nacional; González Echegaray como vicedirector que realizó una gestión impecable y también como, quizá, el mejor prehistoriador que ha tenido esta región; García Guinea, sin duda, como el mejor director de los que en el museo han sido, llevándolo a sus mejores momentos, a fuerza, como todos ellos, de voluntad y entrega y ante la pertinaz desidia de nuestros gobernantes.
El Plan Estratégico de Fomento del Arte Rupestre ¿en qué fase se halla?
En la actualidad se trata de un documento en fase de redacción. Quizá suene ambicioso pero en realidad responde a un principio básico de planificación de la gestión, en este caso, de una parte esencial de nuestro patrimonio arqueológico. Debería, así pues, ser el primero de otros más por venir en una gestión planificada de nuestro patrimonio cultural.
¿Esta es la última oportunidad de armar un verdadero corpus en torno al rico patrimonio identitario?
Supongo que no será la última pero es la única existente y no debemos de ninguna manera dejar pasar la oportunidad, ahora que tenemos un gobierno dispuesto a 'mojarse' de verdad por el patrimonio arqueológico. En ocasiones anteriores hemos abundado ya en la idea de aunar esfuerzos y actuar con inteligencia, emulando a nuestros vecinos allende los Pirineos, para poner a funcionar un recurso cultural en el que, como en ningún otro, somos primera potencia mundial. Querría, no obstante, ser precavido con el uso de términos como 'identitario' aplicados al patrimonio arqueológico, sobre todo ante su banalización en términos de debate político actual.
-¿Qué le pareció la elección de Pilar Fatás como nueva directora de Altamira?
- Me parece una magnífica elección y la apoyo incondicionalmente. Pilar Fatás es, con seguridad, la persona que mejor conoce el museo y los requerimientos de gestión de la cueva tras más de una década como subdirectora. Tras el terrible fallecimiento de José Antonio Lasheras, creo que el relevo por parte de Pilar garantiza la continuidad en el más alto nivel de desempeño de un puesto nada fácil de llevar. Sabe que cuenta con mi colaboración y le deseo la mejor suerte.
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