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Susana Echevarría
Martes, 4 de octubre 2016, 07:21
Un 86% de las armas que ayer salieron a subasta en el acuartelamiento de Campogiro acabará siendo chatarra. De los 330 lotes, en los que había escopetas de caza, en su mayoría, rifles, carabinas, pistolas, revólveres y armas históricas de avancarga, tan sólo 48 fueron adjudicados a un comprador, por lo que los 282 restantes acabarán en una fundición o en una empresa de virutar hierro, como manda la ley.
«Desaparecerán para siempre, se quitarán de la calle», explica Antonio Díaz, cabo primero de Intervención de Armas, que aclara que este proceso es asumido económicamente por la Guardia Civil: «El ciudadano no tienen que pagar nada por su destrucción».
En cambio, los propietarios de las armas que sí han sido adjudicadas en esta subasta recibirán la cuantía de lo que se ha pagado por ellas. De forma íntegra. La Guardia Civil no gana nada con ello. «Sólo somos intermediarios, es un servicio al ciudadano». Ahora, todos las personas a las que la Guardia Civil ya había comunicado que su arma iba a ser subastada ayer, tienen a partir de ahora un plazo de 15 días para saber si ha sido vendida al mejor postor y, en caso afirmativo, cómo puede cobrar ese dinero que se ha pagado por ella.
El listado de las armas que han sido adjudicadas y el precio de cada una se expondrá en el tablón de anuncios de Intervención de Armas. «Si en un plazo de 20 años, el propietario del arma no retira ese dinero de la Caja General de Depósitos, entonces sí pasaría a las arcas del estado», explica el cabo Antonio Díaz.
La subasta pública no fue nada espectacular. No hubo interesados pujando en directo por llevarse la mejor arma, uno al lado de otro. Consistió prácticamente en una apertura de sobres cerrados y lacrados.
Durante la pasada semana hubo una exposición abierta al público, en la que todos los interesados tuvieron la oportunidad de admirar las piezas por las que ayer iban a pujar, eso sí, después de haber depositado en Hacienda el 25% del precio que se pretendía pagar.
Sólo 50 de los 330 lotes recibieron ofertas, algunas muchas, pero la mayoría tan sólo una o dos. Y de ese medio centenar, únicamente 48 fueron adjudicadas ya que las otras dos pujas fueron declaradas nulas.
Lógicamente, todas las personas que tomaron parte en dicha subasta estaban habilitadas para el uso y tenencia del arma por la que pujaron (cada tipo de arma requiere un permiso específico), de la misma manera que hay que acreditar una licencia de armas en el caso que se quiera comprar un arma en una armería.
El lote estrella de la subasta fue un rifle de la marca Benelli. Se presentaron 21 pujas por él. Y se lo llevó el comprador que ofreció 726 euros, una cantidad bastante por encima del precio de salida, que fue de 100 euros, pero también muy por debajo de los 1.500 o 2.000 euros que se están pagando por un rifle de estas características y de segunda mano.
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Ana del Castillo
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