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José Carlos Rojo
Lunes, 14 de noviembre 2016, 07:26
De las 1.200 ganaderías asociadas a la Asociación Frisona de Cantabria (AFCA) registradas en 2008, se ha descendido hasta las 800 en este último ejercicio. La crisis ha castigado a un sector que «requiere de un trabajo, un gasto y un esfuerzo que no se ve recompensado con el precio de la leche en el mercado», denuncia Fernando Ruiz (Santander, 1970), veterinario y gerente de AFCA, que enfrenta un año amenazado por las enfermedades, el pasto castigado por un verano muy seco y la inestabilidad del precio de un producto que no garantiza la viabilidad de las explotaciones.
Consecuencia de todo ello es que cada vez se pierden más ganaderías.
Y eso pese a que la vocación ganadera es muy alta entre los jóvenes cántabros, sobre todo en zonas como Vega de Pas, Soba, Ribamontán al Mar... Hay muchos jóvenes a los que les gustaría emprender negocios, pero son muchos los riesgos. La ganadería frisona no entiende de medias jornadas, solo puede montarse como una ocupación a tiempo completo y las dudas que existen actualmente ahuyentan a los nuevos ganaderos porque es difícil vivir de ello.
¿Quizá el mercado de la carne vencerá al de la leche?
Yo no me atrevería a aconsejar nada a nadie porque la volatilidad de estos mercados no garantizan nada. Ese es el gran problema, que no sabe uno a qué atenerse.
Los precios son el gran lastre...
Está fijado ahora en 29 céntimos el litro. El volumen de la leche cuando teníamos régimen de cuotas estaba fijado. Cuando desaparecen estas cuotas, el volumen lo ponen los contratos que seas capaz de tener según con qué industrias. La negociación no es bilateral: ellos te ponen unas condiciones y las aceptas o no. Lo más fácil es aceptarlas, por malas que sean, porque lo contrario significa que te quedas con la leche. Pero esto impide que crezcamos porque estamos muy limitados.
Y eso frena el desarrollo.
El volumen de leche que somos capaces de vender es mucho mayor. España está preparada perfectamente para autoabastecerse sin necesidad de traer producto de fuera. Y además, lo que se produce aquí es de primera calidad.
¿Por qué entonces hay que importar leche?
Pues porque en Francia, por ejemplo, existen unos excedentes que se exportan a precios muy por debajo del mercado, que no cubren en absoluto los costes de producción. Las industrias españolas, que buscan su beneficio, compran esa leche a precios más bajos. Lo que no puede ser es que haya reglas diferentes para según qué mercados. No puede ser que los ganaderos españoles tengan que competir con leche que viene de fuera y que está subvencionada.
¿Es el caso de la francesa?
Francia tiene ayudas a la exportación, claro. Aquí no pedimos ayudas o prerrogativas de ningún tipo. Pedimos solo igualdad de condiciones, porque sabemos que en esa igualdad de condiciones nosotros tendríamos mayor producción: porque es más barato consumir aquí lo que se produce en España, porque es más respetuoso con el medio ambiente y porque es de primera calidad. El mayor peligro que veo es el futuro, porque esta situación de subvencionar el producto no es sostenible en el tiempo. Si se limita de este modo la producción nacional y hay que traer el producto de fuera, no sabemos si en unos años lo va a seguir habiendo y a qué precio estará.
En Cantabria también existen subvenciones para el ganado autóctono.
Para la tudanca, la monchina y la vaca roja pasiega. Son medidas para proteger la especie de su hipotética extinción. Pero no suponen competencia real. Nosotros podríamos exigir también subvención, pero de verdad que en este mercado no debería funcionarse en ese sentido. Necesitamos que este negocio no esté influido por factores que no son propios del libre mercado. Necesitamos que se eliminen las subvenciones y las especulaciones.
El frente sanitario amenaza también desde otro lado.
La situación sanitaria es muy delicada. Hay un repunte de los niveles de tuberculosis. Estamos lejos de los niveles de hace unos años, pero en todo caso son situaciones por las que hay que alarmarse. Lo que hay que perfeccionar son los sistemas de detección, que ya funcionan muy bien, pero no son perfectos. Los falsos negativos son los que más daño hacen. El objetivo es posicionarse por debajo de ese 0,1% de error.
El verano vino muy seco, ¿quizá ha afectado a la calidad del pasto?
Al ganado de leche siempre le afectan las condiciones meteorológicas. Este año teníamos una cosecha de maíz muy buena en previsión, pero de agosto para adelante ha sido muy seco y se ha echado a perder. Apareció también alguna plaga que no facilitó las cosas. La otoñada tampoco está siendo mejor, pero se saldrá adelante como se pueda.
Como viene siendo costumbre...
De verdad que cuando uno trabaja con animales es porque tiene una importante parte vocacional. Es algo que te lleva a disfrutar de tu labor. Los ganaderos que conozco, aunque siempre hay excepciones, son apasionados de su modo de vida, y en muchos casos queda patente el celo con el que cuidan el bienestar animal, también conscientes que de ello depende la producción, claro. Lo que indigna es no poder vivir dignamente de esto.
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