Las olas tumban la Aguja de las Gaviotas

"Sabíamos que antes o después sucedería". La frase corresponde al grupo Costa Quebrada. Ayer se pasaron fotos, vídeos... Muchos compararon el antes y el ahora. El cómo era y el cómo ha quedado. La aguja que apuntaba al cielo, con un aire orgulloso, y el montón de enormes rocas que ayer vieron los que se acercaron a los acantilados. El temporal se llevó por delante una de las postales más bellas de la costa cántabra. La Aguja de las Gaviotas, en el entorno de los Urros, entre las playas de La Arnía (Santa Cruz de Bezana) y de Portio (Piélagos). La más alta en la foto. Las olas de más de nueve metros que han azotado la costa en las últimas horas despedazaron una de las formaciones más espectaculares del parque geológico del litoral. Fue el destrozo más llamativo que dejó la alerta roja en la región. Una pérdida paisajística y hasta sentimental. «Ha sucumbido finalmente a los mismos agentes que lo crearon. Creación y destrucción son las dos caras de la misma cosa». Así lo explicaron los amantes de Costa Quebrada.

Lo primero es situarse. El día no estaba para muchos paseos por la senda que recorre este paraje. Lluvia y un viento hasta peligroso para acercarse a los acantilados (hubo rachas de hasta 85 kilómetros por hora en Santander). La ruta más elegida ayer pasó por aparcar el coche al llegar a las inmediaciones de Portio, comida de arena como otras muchas playas del litoral, y ascender a mano derecha por un sendero hasta el lugar con vistas privilegiadas que hay en la zona. Vistas distintas a las habituales. La Aguja de las Gaviotas era la central, la del medio, en una de las estampas más típicas de este entorno, enmarcado a ambos lados por los Urros. Una formación de entre treinta y cuarenta metros de altura definida en algunos blogs deportivos enlavertical.com como «la escalada más estética de toda la costa norte». Era, de hecho, un punto habitual para los escaladores. La red está llena de referencias y de fotografías. Aparece en guías, describen el ascenso, las vías, el entorno... «Pináculo espectacular indican en esa misma página web con una fisura continua desde el suelo hasta la cumbre, increíble para escalar en estilo tradicional». Todos insisten en la particularidad de practicar rodeados de mar. En un entorno impresionante. En eso y en estar atentos a mareas y temporales.

Justo lo que la echó abajo (la marea tuvo un coeficiente de 102, el más alto de todo el mes de febrero) con pleamar cerca de las cinco de la mañana. El color más claro de las rocas desprendidas a media mañana era una prueba evidente de un desmoronamiento cercano en el tiempo. La aguja rota, partida en pedazos aún a la vista y sometidos a unas fuertes olas.

La de las Gaviotas y sus dos compañeras de paisaje son los restos de una segunda línea de costa formada por estratos sedimentarios (noventa millones de años) de procedencia continental en caliza muy resistente. Así definen los geólogos estas curiosas formaciones. Una antigua frontera que señala hasta dónde llegaba el borde costero. La hilera de islotes en segundo plano según se recoge en la Ruta de la Geodiversidad de Costa Quebrada, Urros en toponomia local, que se prolonga por el oeste hasta la península de Somocueva, «es el resto de la más antigua línea de costa, en caliza masiva procedente de grandes espesores de arrecifes que en el aptiense (hace más de cien millones de años) se formaron por la acumulación, en el fondo de un mar cálido y poco profundo, de conchas de organismos marinos». Datos técnicos.

Pérdida

«Esta es una costa viviente en la que los procesos de creación y destrucción se manifiestan de forma extraordinaria», comentaban en el grupo Costa Quebrada. «Ser conscientes de ello continuaban no impide que sintamos en estos momentos una pérdida, que se une a las también recientes del Puente Jorao, el pequeño arco de Covachos o la Horadada, también en el Parque Geológico. Lo realmente relevante es que en menos de una generación humana (exactamente en el tiempo de vida de un niño) hayamos sido testigos de la desaparición de estos hitos tan espectaculares». Eso, de hecho, les permitía dejar en el aire un debate abierto, una idea. «Aunque aún quedan muchos, no podemos evitar una reflexión acerca de la intensidad de los temporales costeros en los últimos años. Lo que ello parece indicar es un incremento de la erosión de esta costa, con todas las consecuencias que de ello se derivan».