La paz difícil
A los alcaldes y dirigentes locales, en general, les adorna esa filosofía práctica que les aconseja no enfrentarse mucho con Santander, ni con el Gobierno de turno que reparte el dinero
Jesús Serrera
Martes, 28 de marzo 2017, 07:11
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Jesús Serrera
Martes, 28 de marzo 2017, 07:11
Ni siquiera Mariano Rajoy con su bendición pública y urgente, vía Twitter, en la misma noche del sábado, de la victoria de María José Sáenz de Buruaga en el congreso ha logrado apaciguar la bronca interna en el PP, que tuvo brotes de alto voltaje ... durante la larga madrugada del domingo. También en las maniobras y reuniones del bando perdedor en las horas siguientes para orquestar la contraofensiva o incluso explorar la escisión. Palabras mayores. La pacificación de la estructura territorial llevará su tiempo, pero es más factible, sobre todo porque a los alcaldes y dirigentes locales, en general, les adorna esa filosofía práctica que les aconseja no enfrentarse mucho con Santander, ni con el Gobierno de turno que reparte el dinero, ni con las direcciones de los partidos que aprueban las listas electorales.
El problema es mayor en el grupo parlamentario, la principal instancia de acción política y el más potente altavoz mediático, posicionado mayoritariamente a favor de Diego. Son trece diputados divididos en dos bandos desiguales que, con algunas excepciones honrosas, o se ignoran y ni se dan las buenas tardes o directamente se descalifican.
La nueva dirección del PP quiere sustituir al portavoz, Eduardo Van den Eynde, radicalmente enfrentado a Buruaga, pero no le alcanzan los apoyos. O sea, como si el resultado del congreso, por ajustado que fuera, no afectara a la política parlamentaria del partido. Un planteamiento insostenible, que la nueva ejecutiva del PP se propone abordar en su primera reunión.
También sería lo propio que la nueva presidenta del partido cambiara su enclave institucional en la Mesa del Parlamento por el primer escaño de la oposición, para así hacer más visible su liderazgo también en la actividad parlamentaria, que en este periodo de sesiones culminará con el importante Debate sobre el Estado de la Región, a finales de junio.
El sábado, Ignacio Diego aceptó la derrota de inmediato y se puso a disposición de su sucesora, pero la conciliación que sugiere el gesto no se confirma en la realidad. No se trata sólo de las difíciles relaciones en el grupo parlamentario, sino también el hecho de que sus partidarios mantengan vivas y alienten las denuncias legales promovidas durante el proceso congresual.
Los demás partidos observan con gozo indisimulado las vicisitudes del relevo en el PP. En general, creen que Diego sería en 2019 un adversario electoral más asequible de lo que pueda ser, si llega el caso, Sáenz de Buruaga. En realidad lo que prefieren es que el PP siga partido en dos durante mucho tiempo.
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