![Verdel para dar y tomar](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/pre2017/multimedia/noticias/201704/19/media/cortadas/verdel-5-kuNE-U21357526263505-575x323@Diario%20Montanes.jpg)
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Daniel Martínez
Miércoles, 19 de abril 2017, 07:31
A eso de las once de la mañana, el primer barco que trabaja el verdel en Santoña llegó ayer a tierra firme. A cuenta gotas, hicieron lo propio las cerca de catorce embarcaciones que esta campaña capturan caballa en el puerto más importante de la región. Esta misma estampa se repetirá, por lo menos, hasta mediados de la próxima semana. Porque aunque muchos profesionales ya han cerrado su cupo la práctica totalidad en el caso del cerco, aún falta por recogerse el 20% de los seis millones de kilos que tiene asignada Cantabria.
Una de las mejores costeras del verdel de los últimos años no termina de dejar contentos a los pescadores del Cantábrico. Reconocen que los precios se han movido en márgenes aceptables, y que los ejemplares capturados, por tamaño y características, son de calidad, pero siguen con la pelea de siempre, el reparto de los cupos. «Llevamos unos años con muy buen pescado y precios, pero el problema es que la cuota es muy pequeña. Si fueran más razonables, habría sido una costera buenísima», explica Pedro Ñúñez, armador del Núñez Peña. Y se niega a que le digan que hay que amoldarse para preservar la especie: «No hace falta casi ni buscarlo, porque el verdel está encima del agua. Hay tanta cantidad...».
Su embarcación alberga a dos tripulantes. Eso se traduce en 25.000 kilos de caballa por campaña. Cuando son tres marineros, sube a 37.000 kilos, con cuatro se acerca a 50.000 kilos y así sucesivamente. Ayer, capturaron casi una tonelada entre las cinco y las doce de la mañana. Un día bueno pueden acabar en cuatro horas y uno malo necesitan catorce para conseguir la misma cantidad de pescado, pero por lo general este año no ha habido problemas. Sobre todo en las primeras semanas. Ahora los bancos de peces que entraron por el golfo de Vizcaya los pescadores vascos fueron los primeros en salir a la mar están ya frente a las costas de Asturias y las jornadas pueden ser más largas.
A pesar del descontento con los cupos, la parte buena de este sistema es que cada embarcación puede organizarse al saber qué cantidad de pescado le corresponde y son las propias cofradías las que hacen el reparto en función del número de trabajadores. «Este año no ha hecho muy malo, pero los días de mucho viento no hay problema por quedarse en casa y esperar al siguiente. Sabes que nadie te va a quitar tu parte», explica Miguel Fernández, presidente de la Cofradía de Pescadores de Cantabria. De las 6.000 toneladas que tiene asignada la región, Santoña se lleva la mayor parte, el 40,5%. Le siguen San Vicente de la Barquera (15,9%), Laredo (15%), Colindres (14,6%), Santander (11,8%) y Castro Urdiales (2%). Aquellos barcos que ya han acabado su cupo se centran ahora en el bocarte. «Eso está siendo mucho más irregular, tanto por precios como por calidad y cantidad», cuenta Fernández.
En torno al euro
Las variaciones a la hora de pujar por parte de los mayoristas tienen que ver, principalmente, con la cantidad de pescado que se expone en cada lonja y el número de compradores. «Esto es el mejor ejemplo de un mercado perfecto. Es decir, que la ley de la oferta y la demanda siempre se cumple», explica Francisco José Ibáñez, gerente de Pescados Ibáñez, un habitual en la lonja de Santoña. En estos momentos, con la costera del verdel a punto de acabar, la demanda es alta, por eso los precios se mantienen. También por eso los marineros alargan la costera a lo largo de seis semanas a pesar de que podrían cerrar sus cupos en la mitad de tiempo. Pero si hubiera mucho pescado, el precio se desplomaría.
Ayer, en la puja de las 12.00 horas, se llegó a pagar 1,034 euros por el primer lote, pero la media está en torno a 0,90 euros en todos los puertos de la región. Casi toda la caballa se congela para su exportación a países de África, Europa del Este, Estados Unidos y Canadá. «Es un muy buen pescado, pero aquí no hay costumbre y prácticamente sólo se utiliza como cebo», concluye Ibáñez.
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