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Consuelo de la peña
Martes, 2 de mayo 2017, 07:17
En unos tiempos en los que los paraísos fiscales y las cuentas en Suiza asociadas a la corrupción política están de plena actualidad, Jesús de las Cuevas, el exdirectivo de Sodercán que causó un desfalcó de 667.379 euros en la sociedad pública, ... reiteró el desvío de fondos en beneficio propio, esta vez ante el tribunal de la Audiencia que le juzga, pero se cuidó mucho de clarificar que todo el dinero que sustrajo "lo gasté en vivir". O lo que es lo mismo en casas lujosas, en vehículos de alta gama, motos a pares, un barco velero, viajes... "No lo escondí en ningún sitio", apuntó a los jueces sin que nadie le preguntara para alejar el fantasma de la posible existencia de fondos ocultos.
El exdirectivo, que llevaba 15 años trabajando en la empresa pública con distintos gobiernos cuando en septiembre de 2013 se destapó el escándalo, se sentó este martes en el banquillo de los acusados tras asumir su culpa con un único objetivo: intentar reducir al máximo la condena. Para ello alegó que colaboró activamente en la localización de los documentos que permitieron cuantificar el importe distraído, y que en estos casi cuatro años ha devuelto 166.000 euros. Con estas dos atenuantes, su abogado solicita una pena de dos años de prisión, una condena que le liberaría de entrar en prisión.
Su mujer
La esposa del exdirectivo, Patricia O., declaró en el juicio como responsable civil a título lucrativo. La mujer ha reconocido que se benefició del dinero desviado, pero "confiaba en mi marido" y pensaba que el dinero "salía de negocios que tenía aparte de su trabajo". Explicó que como profesora de danza ganaba 800 euros y su marido algo más de 2.000, y que no sabía lo que pagaban de hipoteca o de otros préstamos. "En ese sentido he sido muy ilusa", señaló. "Nunca pregunté nada. Me fiaba", insistió. Después, visiblemente afectada, cuando la Sala le preguntó si quería añadir algo, espetó "Lo digo de corazón. Soy cristiana y me casé para lo bueno y para lo malo. Yo le he perdonado. Ha cometido un error muy grave y está pagando sus consecuencias, pero estoy con él hasta la muerte". Después besó al esposo.
Pero ni el Ministerio Fiscal ni mucho menos Sodercán están por la labor. Jesús de las Cuevas llegó a un acuerdo con el fiscal en virtud del cual asumía íntegramente los hechos y una condena de tres años y nueve meses de cárcel. Sodercán estaba dispuesto a adherirse al acuerdo, pero finalmente cedió a las presiones de Comisiones Obreras y se desvinculó del pacto. El sindicato exigió a la sociedad pública, que en 2012 acometió un ERE que causó el despido de 19 trabajadores, la máxima dureza frente al exdirectivo infiel. Así las cosas, la alianza del acusado con la Fiscalía se deshizo, aunque mantuvo la petición de condena por los delitos de apropiación indebida y falsedad documental.
Sodercán, por su parte, fue a por todas y calificó los hechos como un delito de malversación de caudales públicos, mucho más grave que la apropiación indebida, además del de falsificación documental. Pero además rechaza cualquier circunstancia atenuante de la responsabilidad penal, por lo que eleva hasta cinco años y nueve meses la condena. El representante de Comisiones Obreras siguió ayer la primera sesión del juicio, que hoy quedará visto para sentencia, para vigilar que el abogado de Sodercán no era tibio en la acusación.
De las Cuevas admitió que como responsable de proyectos europeos en Sodercán, entre 2007 y 2009, confeccionó 27 órdenes de pago ficticias por valor de casi 700.000 euros para transferir fondos a empresas proveedoras inexistentes, que él firmaba. Esas cantidades iban a parar a una cuenta que el acusado abrió en Chipre a nombre de una sociedad pantalla, otra parte del dinero se transfería a una cuenta en Irlanda y el resto a bancos de Portugal y Miami. Posteriormente, el exdirectivo transfería los fondos a una cuenta corriente de la que era titular en España, desde la cual dispuso de todo el dinero. De las Cuevas aseguró que ese dinero procedía de la caja única con la que funcionaba Sodercán y que nunca faltó "un euro" para los proyectos europeos a los que imputaba los pagos, entre ellos SmartCity. El acusado puso en evidencia a la sociedad al afirmar que "no tenía establecido ningún tipo de control en la ejecución de los pagos" de los programas europeos, con independencia de la cuantía.
Para conseguir reducir la condena, De las Cuevas insistió en que el mismo día en que le comunicaron que se habían detectado pagos irregulares confesó ser el único responsable del desvío de esos fondos y se comprometió a devolver el dinero y a colaborar en la investigación, cosa que, según su declaración, hizo.
Sin embargo, los responsables de Sodercán en aquella época desmintieron sus palabras y negaron su cooperación. El entonces consejero de Industria, Eduardo Arasti, bajo cuyo mandato se descubrió el desfalco, explicó que cuando asumió el cargo de consejero delegado en sustitución de Miguel Cabetas, en febrero de 2013, "no se fiaba" de De las Cuevas. "Mi confianza en él era prácticamente nula", dijo. Por eso le retiró casi todas sus competencias, que asumió Pedro Fernández con el cargo de director financiero. En septiembre éste le comentó que se habían detectado irregularidades en el proyecto europeo SmartCity y "ordené una investigación discreta", para luego, "cuando se vieron cosas más serias, entrar a fondo".
Arasti contó que cuando le pidieron explicaciones al directivo, este dijo que el agujero ascendía a casi 300.000 euros. "Fue el personal de Sodercán el que descubrió el alcance real", apostilló. Pedro Hernández y el coordinador de Recursos Humanos, Miguel Ángel Ibáñez, instructor del expediente disciplinario al exdirectivo, también negaron que el acusado colaborase en la investigación de los hechos.
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