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José María Gutiérrez
Martes, 6 de junio 2017, 08:06
El calendario escolar del próximo curso en Cantabria es ya una realidad a falta de rubricarse de forma definitiva en la reunión de la Mesa Sectorial de Educación que se celebrará a finales de esta semana. Un modelo sin vacaciones vinculadas ni a la ... Semana Santa ni al Carnaval que cuenta con numerosos apoyos dentro de la comunidad educativa, pero que ha dividido a las asociaciones de padres, que muestran opiniones bien distintas. Porque, por un lado, la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (FAPA), mayoritaria en la enseñanza pública de la región, asegura que lleva años defendiendo que el calendario escolar "no tiene que definirse en función de las fiestas religiosas", según expresa Leticia Cardenal, presidenta de este colectivo. Mientras, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (Concapa), referencia en la educación concertada, se muestra partidaria, a través de su responsable Mónica Haro, de "mantener las vacaciones tradicionales para no poner más trabas a la conciliación", que se "multiplican" con esta distribución.
De las dos propuestas que la Consejería de Educación planteó a los sindicatos de la Junta de Personal Docente, la que saldrá adelante, con alguna pequeña matización, es la que organiza los periodos de descansos de los estudiantes obviando las fiestas laicas del Carnaval y las religiosas de Semana Santa, que queda reducida a sólo cuatro días, de Jueves Santo a Domingo de Resurrección, pero sin más vacaciones ni por delante -como sucede en muchas comunidades autónomas- ni por detrás, como ha sido práctica habitual en Cantabria. En su lugar, se establece una semana de descanso a finales de febrero y otra en torno al puente del 1 de Mayo, respectivamente.
Así, las periodos de vacaciones del próximo curso serán definitivamente del 30 de octubre al 5 de noviembre; del 23 de diciembre al 7 de enero (Navidades); del 22 al 27 de febrero; y del 30 de abril al 6 de mayo. Esta última semana ha variado respecto a la propuesta de la Administración educativa que, en un principio, la había planteado del 16 al 22 de abril. Con esta modificación, los cinco periodos de clase se estructuran todos en torno a 32-35 días lectivos. Además se adelanta un día el arranque de las clases inicialmente previsto para declarar no lectivo el 7 de diciembre y disfrutar así de un puente. De esta manera, en Educación Infantil y Primaria el curso se iniciará el 7 de septiembre, en la ESO el 12 y en Bachillerato el 14, fechas muy similares a las del presente ejercicio.
Apoyos
El consejero Ramón Ruiz aseguró ayer que el sector educativo "está de acuerdo con estas fechas". Y no es un deseo, sino un reflejo de la realidad, porque buena parte del mismo lo ha demostrado con sus reacciones. Por un lado, los sindicatos que forman parte de la Junta de Personal Docente -STEC, UGT, CC OO y ANPE- coinciden con la Administración en que esta propuesta se adecúa mejor al espíritu del calendario que se instauró este año y que divide los 175 días lectivos en cinco bimestres separados por cuatro periodos de vacaciones para buscar una mejora pedagógica y de calidad de vida de los alumnos con una distribución "más racional" de sus distintas partes, acortadas en su duración. "Desde ANPE, llevamos reclamando este tipo de calendario desde hace muchos años, por criterios pedagógicos y racionales", expresa Federico de los Ríos, portavoz de este sindicato. "Vincular el calendario escolar a las festividades religiosas hacía que unos periodos fueran muy largos y otros muy cortos; no tiene sentido", añade.
Porque otras de las razones que justifican esta apuesta es que el modelo de calendario pueda tener "continuidad" a lo largo de los cursos y no varíe cada año en función de cuándo caiga la Semana Santa.
Esta es una de las razones por las que FAPA ve con buenos ojos esta distribución de fechas para el calendario. "No es lógico que cada año asistamos a un baile de fechas, esta manera ayuda a la planificación anual de las familias", asegura Cardenal, que defiende que su colectivo lleva "años" pidiendo que la organización del calendario se desvincule de las fiestas religiosas, como por primera vez se realizará a partir de ahora en Cantabria, comunidad que se empeña en ser pionera en España en materia educativa.
La presidente de FAPA, colectivo que el pasado año rechazó de forma enérgica el nuevo calendario por los problemas de conciliación que supone para las familias, no cree, sin embargo, que trasladar las vacaciones de Semana Santa a principios de mayo cause más problemas de conciliación a los padres en comparación con el modelo tradicional, tal y como sí denuncia Concapa. "En cualquier semana vamos a tener problemas; teniendo en cuenta que este modelo establece cuatro periodos de vacaciones, más allá de las de verano, que una de ellas se pegue o no a la Semana Santa no varía mucho las cosas, porque muchas familias no tienen vacaciones durante la semana de Pascua", manifiesta.
Suprimir la jornada reducida
La 'guerra' de FAPA con la Administración educativa está centrada este año en lograr que la jornada escolar tenga el mismo horario a lo largo de todo el curso en todos los niveles educativos, eliminando los horarios reducidos de septiembre y junio en los colegios.
El colectivo defiende que no busca "convertir los centros educativos en guarderías" ni "aumentar la carga lectiva", sino "algo tan básico como posibilitar la conciliación", ya que en en esos dos meses el horario de salida es a las 12.30 horas. "No es lógico que niños de 10 años se vayan solos a casa o se queden deambulando por las calles a esperar a que lleguen de trabajar sus padres", expresa el colectivo.
Además, defienden igualmente que la jornada reducida provoca, entre otros problemas, que los alumnos se ven obligados en esos dos meses a adelantar hora y media la comida para asistir a los comedores escolares; que los de 6º de Primaria pasan de tener tres horas y media de clase en junio a seis ó más cuando van al instituto en septiembre; o que las familias de las zonas rurales no pueden aprovechar el transporte escolar si necesitan que sus hijos coman en el comedor escolar.
La supresión de la jornada reducida es una petición de la FAPA que no se pudo implantar en el presente curso debido, según explicó el consejero Ramón Ruiz, a los compromisos adquiridos previamente en materia de transporte escolar, pero que el colectivo de padres de la enseñanza pública quiere que sea una realidad el próximo. Pero se encuentra con la oposición frontal de los sindicatos, lo que complica que salga adelante.
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