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nacho gonzález ucelay
Miércoles, 21 de junio 2017, 13:03
La huelga de examinadores de tráfico obligó a suspender ayer los 37 ejercicios prácticos que estaban previstos en Cantabria, todos ellos en Torrelavega, donde los alumnos de las diferentes autoescuelas de la provincia llamados a demostrar sus aptitudes al volante se presentaron en balde. ... Lo mismo que sucedió anteayer, y lo mismo que va a suceder hoy, ninguno de los nueve examinadores que la Dirección General de Tráfico tiene en plantilla acudió al punto de encuentro.
Uno está de baja laboral prolongada, otro permaneció en la oficina realizando tareas administrativas y los siete funcionarios restantes se quedaron en casa, respetando así los paros convocados por su colectivo para protestar por el incumplimiento de los acuerdos alcanzados hace dos años.
Solidarios con los examinadores, aunque rehenes de sus demandas, profesores y alumnos se saludaron a las ocho menos cuarto de la mañana en los aledaños del polideportivo que lleva el nombre del ciclista torrelaveguense Vicente Trueba. Y ahí donde La Pulga ganó su primer trofeo, una maquinilla de afeitar que valía una peseta y media, ahí mismo se quedaron.
Primero de pie, después ya sentada en el mismo borde de la acera, la mayoría esperó a tener una confirmación de que su examen práctico se había suspendido por la incomparecencia de su examinador, y cuando la recibió, vía Whatsapp, se fue por donde vino evitando pisar la raya del mosqueo.
«Les prometieron una mejora en sus condiciones que dos años después no se ha producido», así que las protestas de los examinadores «nos parecen justas», decía la propietaria de Autoescuela Sagrario. «Lo malo es que de esta situación vamos a salir perjudicados todos», advertía la mujer jugando inquieta con las llaves del coche.
Lo tiene estacionado en batería. Al lado de otros vehículos de prácticas de una decena de autoescuelas: Jaime, Novel, Bueno, San Cristóbal, Renedo, Luis, Barrio, Foramontanos, Campoo...
Dueños, profesores o ambas cosas a la vez, algunos conductores hablan en corro de las consecuencias de una huelga que se prolongará hasta el 31 de julio (habrá paros todos los lunes, martes y miércoles), con lo que ello va a acarrear a sus negocios a niveles económicos y también organizativos.
«Junio y julio son los dos meses de mayor demanda», asegura Luis. «Los chavales aprovechan la vacaciones de verano para sacarse el carné de conducir». Si los examinadores no dan marcha atrás, «algunas autoescuelas lo van a pasar mal», adivina.
Esto por no hablar del colapso que la acumulación de exámenes sin celebrar puede ocasionar en las autoescuelas de la provincia considerando que, cada semana, dejan de efectuarse una media de 180 pruebas prácticas.
«Un caos», porque a la hora de decidir qué nueve alumnos acudirán al examen que se celebrará (este sí) mañana, jueves, «tendremos que pensar en los que se quedaron sin hacerlo el lunes, los que se quedaron sin hacerlo hoy, los que se quedarán sin hacerlo mañana y los que en principio deberían hacerlo el jueves».
A la pregunta de cómo lo harán, los profesores se encogen de hombros. «Pues... no sé. Haremos un sorteo», sugiere uno. «Pues... no sé. Dejaremos que lo decidan entre ellos», dice otro.
En bici a trabajar
Principales paganos de la situación, los alumnos no esconden su pesar cuando se les consulta su opinión. Ninguno ha venido a examinarse porque le haga especial ilusión llevar encima el carné de conducir. O porque le sobre el dinero.
Florin, rumano, tiene 36 años y la necesidad imperiosa de obtener cuanto antes el carné de camión. «Tengo una oferta de trabajo de una empresa de transportes que no quisiera desaprovechar, pero bueno, entiendo la decisión de los examinadores de tráfico y si no puedo sacarlo hoy lo sacaré cuando pueda», dice indulgente.
A su lado, Álvaro, un año mayor, dice que él también podría esperar «pero no mucho más de una semana» porque, lo mismo que Florin, necesita sacar el C-1 para emplearse. El de ayer debía ser su segundo intento. «El primero me lo suspendieron por no guardar la distancia de seguridad», explica. Luego, precisa. «No maté a nadie».
Más joven, Martín, de 22 años, debía examinarse de coche (el B-1) «porque creo que me será muy útil a la hora de encontrar un trabajo». No con la prisa de sus compañeros, al chico, que ya sabía «algo» acerca de la huelga, le parece «muy bien» que los examinadores de tráfico «peleen sus derechos».
Con más urgencias, José Manuel, de 23 años, y Sara, de 25, se enfrentaban a sus respectivos exámenes para poder obtener el permiso de conducir y desplazarse a sus trabajos con más comodidad, él, y más independencia, ella.
«Yo vivo en Barros y trabajo en San Felices. Voy y vengo en bicicleta. Ocho kilómetros cada trayecto», explica José Manuel, que ayer tuvo que pedir permiso a su empleador para poder presentarse al práctico. «Y yo vivo en Suances y trabajo en la zona de San Vicente de la Barquera. Y me lleva y me trae mi jefa», cuenta Sara, que se teme que así va a seguir siendo mientras perdure una huelga que hoy, miércoles, dejará nuevos damnificados.
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