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Daniel Martínez
Jueves, 22 de junio 2017, 07:28
«Parece que han dado la vuelta a España y han puesto el norte en el sur. Para que luego digan que en Cantabria siempre está lloviendo y haciendo malo». Lo decía ayer una clienta a la camarera del bar Cullalvera de Ramales de la ... Victoria, el municipio que por tercer día consecutivo registró la temperatura más alta de Cantabria. A la mujer no le faltaba razón. Los 37,3 grados que se alcanzaron en el Alto Asón a las cinco de la tarde estuvieron a la altura de las máximas de localidades como Granada (39,3º) o Toledo (38,9º), mucho más acostumbradas a sudar la gota gorda.
previsión para hoy
La Agencia Estatal de Meteorología prevé para hoy en Cantabria nubosidad baja en el litoral que por la tarde y de forma paulatina irá extendiéndose hacia el sur.
En el interior, el cielo estará poco nuboso con intervalos de nubes de evolución en las horas centrales, aumentando a nuboso de nubes bajas al final de la tarde y no se descarta alguna lluvia débil o chubasco disperso, más probable y ocasionalmente con tormenta en Liébana.
Las temperaturas mínimas bajarán, salvo en el suroeste donde permanecen sin cambios o con ascensos locales.
Y las máximas experimentarán un descenso notable salvo en el extremo sur donde apenas varían.
El viento soplará flojo variable en el interior tendiendo a norte y noroeste y en el litoral será más intenso, y del oeste y noroeste.
A eso de las 14.00 horas, cuando el bochorno ya se hacía insoportable, el mayor reclamo del pueblo era el termómetro situado en la farmacia de la plaza de la Victoria. Foto con el móvil para compartirla en los redes sociales y vuelta a la sombra, el lugar más cotizado. Si un día normal el tiempo es tema socorrido de conversación, ayer no había otro. Los feriantes que empezaban a colocar allí sus puestos para las próximas fiestas de San Pedro no se lo creían: «¿Seguro que esto no es Sevilla en pleno mes de agosto?».
Los expertos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) acertaron de pleno. El primer día de verano, que entró ayer pasadas las seis de la mañana, se convirtió en la jornada más calurosa de lo que va de 2017 en la región. Por eso se activó la alerta amarilla por altas temperaturas en toda la zona centro y Valle de Villaverde. Precisamente, los lugares donde más acabó subiendo el mercurio.
Las previsiones hablaban de alrededor de 34 grados, marcas que ya empiezan a ser peligrosas si una persona está expuesta mucho tiempo al sol, pero se quedaron cortas. La estación meteorológica de Tama marcó 36,8 grados para dar cuenta de que también en Liébana se estaban asando, y la de San Felices de Buelna sólo una décima menos. Como es costumbre, también Campoo se sumó a esta fiesta del calor -para muchos, ya se está alargando demasiado- con 35 grados en el punto de medición de Polientes, en Valderredible. Y todo sin una sola gota de agua. Porque las precipitaciones que trajeron las tormentas de comienzos de semana ayer no hicieron acto de presencia.
«Que no me diga Trump que no hay cambio climático. ¡Casi 40 grados en Ramales a 21 de junio es de todo menos normal! Acaba de entrar el verano. Si esto es un anticipo de lo que nos queda estamos apañados. Y todo después de un invierno sin nieve y una primavera sin lluvia», reflexionaba a la sobra de un cerezo Pablo Hierro, cubierto por un sombrero de paja y con un botijo sobre la mesa. «No lo uso porque igual le echo agua y se rompe, pero da sensación de frescor», decía medio en broma y medio en serio. Eran las 12.00 horas y aún corría algo de aire. Se notaba en las banderas del Ayuntamiento de Ramales. Lo peor estaba por llegar.
Día para valientes
Más valiente era Lucas Abascal. A sus 83 años, no hay día que no baje a la huerta. Empieza a primera hora, lo deja antes de comer y por la tarde, sólo si se nubla, baja otro rato más. «El calor se lleva como se puede. Los que hemos trabajado toda la vida estamos acostumbrados», afirmaba resignado mientras le supervisaba desde arriba un vecino en camiseta de tirantes que había insertado de alguna forma una sombrilla en la parte alta de su balcón -la necesidad agudiza el ingenio- y su hijo Francisco Javier cosechaba la hierba para los animales. Los ganaderos como él no saben qué pedir al tiempo. Si llueve, no pueden segar ni recoger. Si hace calor, sufren para llegar a final del día sin desfallecer.
Para los que trabajaban a pleno sol, las primeras horas del día fueron especialmente duras en Torrelavega. A mediodía ya tenían 31,4 grados -en ese momento la más alta- y el aire no movía ni una hoja. A partir de ese momento, la situación fue mejorando. Más incluso hacía en el interior del Hospital de Sierrallana, donde pacientes y trabajadores se quejaban de que el sistema de refrigeración no funcionaba.
El aviso de la Aemet, el primero del año de estas características en Cantabria, se activó a las 14.00 horas, pero el sol ya había empezado a trabajar a pleno rendimiento mucho antes. A las diez de la mañana había 28,4 grados en Santander. En la capital la máxima rozó los 30, pero la sensación térmica era mucho mayor. «Le dices a uno de Madrid que estamos a esta temperatura y te suelta que eso no es nada. En parte tiene razón, porque igual ellos pasan de los 40, pero en el norte tenemos esta humedad que te deja muerto. El calor es malo, pero es la humedad la que hace estos días insoportables», señalaba Mari Carmen Martín, una peregrina de Basauri (Vizcaya) que paró a refrescarse en el albergue de Meruelo. Allí calentaba parecido. Porque muy pocos puntos de Cantabria se libraron ayer de superar los 30 grados. Zonas de montaña como Alto Campoo, que se quedó en 24,9 o San Vicente de la Barquera, con 26,0. En la costa occidental, la aparición de nubes sirvieron para bajar los termómetros. Bochorno sí, pero un poco menos.
El año pasado Mari Carmen hizo el Camino de Santiago en octubre y se encontró un panorama parecido. Como entonces, los peregrinos beben en cada etapa alrededor de tres litros de agua. «Más las cervezas de la llegada, que son obligatorias», comenta jocosa. Justo cuando ella reanudaba la caminata llegaron a Meruelo Richard Moret y Josetxu Silgo. Su primera preocupación fue poner las bicicletas a la sombra para que después de comer no estuvieran incandescentes. La segunda, buscar un grifo y mojarse la cara para aliviar el calor. Tuvieron que escupir el primer trago y dejar correr el agua unos segundos porque abrasaba.
Antes de arrancar el viaje en Vitoria ya vieron que les esperaban «unas temperaturas imposibles», pero sólo tenían esos cinco días de vacaciones y ya no podían dar marcha atrás. Su truco: madrugar todo lo psible. «A las cinco ya casi es de día y el calor es soportable», explicaban mientras esperaban a que les trajeran la paella y, sobre todo, la bebida. Aunque este miércoles fue el día más caluroso del año, la madrugada sí que dio un respiro. Pequeño. De media, unos seis grados menos que en la del martes.
A pocos kilómetros, en Güemes, aunque Emiliano Riquetta sudaba como si estuviera en una sauna -lo que quitaba credibilidad a su discurso-, prefería relativizar: «Yo vengo peregrinando desde Turín. Empecé el 27 de abril y tuve que pasar los Alpes con nieve. Prefiero este calor a pasar tanto frío que ni aguantas en la tienda de campaña». También italiano y también en Güemes descansaba Carmelo Palmieri, que de nuevo buscaba el lado positivo. «Aquí cada poco tiempo hay fuentes, hay muchas sombras en el camino, los albergues están muy bien... Cuando hice la ruta de la Vía de la Plata sí que sufrí con el calor».
El mar, a 25 grados
Con esas temperaturas, la playa era un refugio, aunque relativo. En la playa de La Salvé, de Laredo, tenían 31 grados en la arena y 25 en el agua. «Lo normal es que ronde los 20, esta temperatura parece de Levante», apuntaban Asier Boillos y Stuart Correa, los trabajadores de Cruz Roja que vigilaban el arenal. Lo hacían desde la sombrilla. En la torre era imposible. Por el sol que caía de frente y porque hasta la madera había cogido tal temperatura que no se podía ni subir sin quemarse. El agua del mar, como la del Mediterráneo, y la del pantano del Ebro, cada vez más escasa. Las lluvias caídas el lunes y martes en la zona apenas subieron el nivel. Mucho menos de lo que ha bajado en las horas posteriores entre lo que sale por la presa y lo que se evapora.
A partir de hoy se espera un cambio de tendencia en el tiempo -la excepción será el sur de la región- como consecuencia de la entrada de una masa de aire fría por el Cantábrico. Las temperaturas descenderán entre cinco y diez grados y volverán las lluvias, aunque débiles y puntuales.
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