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Pocos días después de que miles de personas tomaran las calles el pasado 8 de marzo para reivindicar los derechos de la mujer, se hizo público que las denuncias de menores por violencia machista en España se habían incrementado en 2017 hasta un 50%. Parece ... que todo ese esfuerzo social por normalizar la igualdad de género no signifique nada para las generaciones más jóvenes. «Hay algo que no va bien con los chavales. Algo está fallando con la educación», critica Alejandro González (Torrelavega, 1974), educador social del Servicio de Orientación y Ayuda al Menor (SOAM) en Torrelavega. Cada tarde reúne a decenas de niños y adolescentes en el centro de menores de El Zapatón. Él trata con ellos, observa sus comportamientos, los escucha y aconseja. Tiene el pálpito de lo que pasa en la calle.
-Sea lo que sea, parece que algo está fallando.
-Lo principal es que uno tiene la sensación de que ahora todo empieza antes. Basta con hablar con ellos para darse cuenta de que parece que ya han vivido toda su vida, de que no les queda nada por hacer. Se inician en el sexo, las drogas y el alcohol mucho antes que hace décadas. Si no han probado esta triada a los 12 años parece que son unos mojigatos, y la presión del grupo en torno a esto es muy fuerte. Es complicado, realmente complicado.
-¿A qué se debe esto?
-No lo sé muy bien pero está claro que hay unos problemas educacionales importantes. Muchos educan con esa máxima de: 'Haz lo que te digo pero no lo que me veas hacer a mí'. Eso no vale de nada. Hace poco un chico me confesaba a solas que sus padres no le querían nada. Le pregunté por qué pensaba eso y me respondió que nunca le ponían límites.
-¿Ponerlos podría desencadenar también el efecto contrario?
-Hay una diferencia abismal de lo que hacíamos nosotros con 17 años a lo que hacen ahora. Si sales al barrio, te das cuenta de que las drogas están muy normalizadas. Es algo que entra dentro de la lógica cotidiana. No hay conciencia real del peligro que entrañan.
-A menor edad, mayor inmadurez.
-Y eso nos lleva a pensamientos del tipo: 'Eso puede ser peligroso para mi colega, que no tiene luces, pero yo sé de qué va esto. A mí no me va a pasar porque yo controlo'. Luego sucede lo que sucede, claro.
-¿El problema educacional comienza en casa?
-Evidentemente, porque lo que no se puede es pensar que se puede delegar todo en esta materia. No se puede decir que esto es responsabilidad de los centros. La familia tiene que ser un núcleo educacional clave.
-Es más fácil tener hijos que educarlos.
-Hay padres que no pueden aguantar que su hijo se frustre o llore. Lo que no entienden es que esa frustración es parte del aprendizaje, debe estar ahí. La sociedad entera va un poco por ahí. La responsabilidad es siempre del otro.
-¿Quizá algunos menores no conocen dónde están los límites de lo que es normal y lo que empieza a significar violencia machista?
-Yo creo que los chavales siempre saben dónde están los límites. Lo que pasa es que aquí entran muchas cuestiones en juego.
-¿Como por ejemplo?
-La presión del grupo. Conozco chavales que son muy normales si vienen solos y que se transforman cuando están en grupo. Muchos asumen que tienen un rol asignado en el colectivo y se ven forzados a mantenerlo. Ahí surge el atrevimiento que muchas veces conduce a comportamientos machistas.
-¿Humillaciones en grupo?
-Yo he visto aquí mismo cómo un grupo de chicos insultaba a una chica que estaba indefensa ante acusaciones muy ofensivas, sobre todo sexuales, etc. Paramos eso en cuanto lo vemos. Luego hablamos con ellas en privado y les explicamos que no tienen por qué consentir ese trato.
-¿Y qué dicen?
-A veces están muy perdidas y no saben cómo frenarlo.
-Tienen un problema del que se aprovechan los chicos.
-Son chicas que provienen de entornos donde tienen muchos déficits afectivos, sobre todo dentro de las familias. Se miran en el espejo y no les gusta lo que ven, piensan que no valen para nada y aguantan mil vejaciones. Necesitan sentirse queridas. Así que llega uno que les dice cuatro cosas bonitas y se enganchan.
-Sin una orientación debida, son carne de cañón de maltratadores.
-Lo legitiman todo. Si un novio decide controlarles el móvil, lo está haciendo, según ellas, porque las quiere de verdad. Si les ordena que no se pongan una falda cuando salgan a divertirse, lo hace porque en realidad las quiere mucho y no quiere que nadie más se fije en ellas. No se dan cuenta de lo que está ocurriendo realmente. La bola de nieve del acoso, del maltrato, se va haciendo más y más grande y al final, cuando quieren darse cuenta de que están mal, el problema es tan grande que la solución es también más compleja.
-El móvil trae muchos problemas con esto.
-El mal uso de estas tecnologías es fatal. Lo que escribes en WhatsApp puede dar lugar a muchas interpretaciones porque no tienes delante a la persona. Muchas veces eso trae problemas. El móvil es definitivamente una guerra perdida. Tenemos que acostumbrarnos a convivir con ello y entender que genera complicaciones que antes no existían.
-Como compartir fotos comprometedoras.
-Ha sucedido aquí también. Un chico envió a sus amigos unas imágenes cuando estaba teniendo una relación sexual con una chica. La reacción del grupo demonizó a aquella joven.
-¿No se atreven ellas a denunciar más?
-Eso es muy complicado. Cuando toda esa gente sale a la calle para manifestarse el 8 de marzo está muy bien, pero la realidad de la calle es otra. Esa realidad le lleva a una chica a pensarse muy mucho si debe denunciar una violación, o un abuso, porque el barrio estigmatiza mucho al chivato y va a tener que vivir con ello el resto de su vida. Es un problema.
-¿Qué solución encuentra a todo esto?
-Creo que la clave está en la educación. Ellas tienen que comprender que valen mucho, que no tienen por qué aguantar una relación tóxica. Sí va a haber más chicos que las quieran, que las quieran bien. Las familias y los centros deberían abordar la educación sexual. Hemos conocido chicas obligadas por su novio a mantener relaciones sexuales sin preservativo. Tomaban la píldora anticonceptiva tres días a la semana. Eso no puede ser.
-¿Cuando vienen los niños a este centro?
-Comienzan a venir a los 7 años y ahora tenemos chavales de hasta 17 años. Ayer, por ejemplo, hemos tenido 40 chavales. De lunes a jueves tenemos una hora de clase de refuerzo escolar. Hacemos los deberes. Es algo que nos sirve para convencer a las familias, para que no crean que lo único que hacemos aquí es jugar y divertirnos. Pero tras esa hora llega el juego y es ahí, a través de la diversión, cuando aprovechamos para educar.
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