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Lara ya era madre de tres hijos cuando recurrió a un método anticonceptivo definitivo. Cinthia estaba recién separada con dos pequeños cuando decidió renunciar a una nueva maternidad. Y Cristina solo había pasado por un embarazo, pero de riesgo, así que siguió las recomendaciones médicas y optó por no exponerse a pasar por otro. Para estas tres mujeres, residentes en Cantabria, la solución fue la misma: el implante Essure (Bayer), un pequeño muelle que se introduce como barrera en las trompas de Falopio para evitar la fecundación, pero que «no tardó en dar los primeros problemas». «Nos ha destrozado la vida, y encima nos toman por locas», lamenta Lara Fernández, una de las miembros más veteranas de la plataforma nacional Libres de Essure, que reúne a más de 1.400 afectadas (al menos 17 de ellas, en Cantabria) por este dispositivo, que fue retirado del mercado en agosto de 2017 por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, dependiente del Ministerio.
«Me lo pusieron en 2014 y me garantizaron que eran fiable al cien por cien, pero no me hicieron ninguna prueba de alergia. A los tres meses me aparecieron unas hemorragias tremendas y decidieron operarme. Un día viendo la televisión vi a una señora que había denunciado el Essure y que tenía los mismos síntomas: dolor pélvico, hemorragias abundantes... al final me tuvieron que quitar útero y trompas», explica Lara, al frente de la delegación cántabra de la plataforma. «Me han quedado secuelas. Lo mío ya no tiene remedio, realmente estoy hundida, a mí me han quitado la vida. Igual me tienen que operar del brazo, se me están deshaciendo los huesos... pero hay muchas mujeres sufriendo, que lo están pasando mal, por eso sigo ahí para ayudarlas».
La primera reivindicación del colectivo es «un protocolo para toda España de retirada de los implantes, en el que se aseguren de que no queden restos, para no volver a pasar por quirófano», añade esta mujer de 40 años. «El Essure lleva unas coronas, que se sueltan. Tenemos a una chica en el grupo que, después de una histerectomía (extirpación del útero), ha tenido que volver a pasar por quirófano para quitar las coronas. Eso es lo que no puede ser».
Cinthia Niquen | Afectada
Cinthia Niquen, que ahora vive en Santander, llegó a Essure de rebote en 2015. «Mi idea era hacerme la ligadura de trompas, el médico me dijo que me ponían estos muelles, inocuos, un método anticonceptivo irreversible y totalmente inofensivo, que se coloca en 10 minutos. Sin efectos secundarios, me aseguró». Pero desde el primer día y hasta que ha sido operada recientemente, «tuve las reglas descontroladas y un dolor en el lado izquierdo como si me hubieran atravesado con un punzón de adentro a afuera. En la revisión de los tres meses la ginecóloga me dijo que esos dolores eran normales, que mi cuerpo iría aceptando lo que tenía puesto y que se quitaría». Pero no sólo no desapareció el dolor, sino que seguido «llegaron las migrañas, el insomnio, las taquicardias, los dolores articulares... ¿Cómo iba a asociar todo lo que me estaba pasando con el anticonceptivo?», cuestiona Cinthia. Lo cierto es que «en abril me quitaron las trompas y es como si me hubieran devuelto la mitad de mi vida».
También a través de otros testimonios, Cristina Guerra cayó en la cuenta de que «los pinchazos abdominales, los dolores musculares, la artrosis en la columna... podían ser causados por el Essure», implantado en 2014. «Yo recurrí a este método porque después de tener a mi hijo me puse un DIU y me lo tuvieron que quitar porque tenía lesiones precancerígenas en el cuello del útero. Como tengo problema de tiroides, me recomendaron no tener más hijos», explica esta mujer.
Lara Fernández | Afectada
«A los tres meses me dijeron que una de las trompas no estaba bloqueada, tuve que pasar por quirófano para hacerme una ligadura de trompas, me dijeron que era imposible quitarlos. El caso es que tras la ligadura, en una ecografía vaginal vieron que tenía un muelle en el útero y el otro dentro de la trompa, pero partido por la mitad», relata Cristina. Desesperada, asegura que ha perdido visión («tres dioptrías en cuatro años»), que «lo peor es no dormir; me puedo tirar tres días enteros sin pegar ojo», y que «hay días que me levanto con la barriga hinchada como si estuviera embarazada».
Estas tres mujeres denuncian que se las quiere «silenciar; a los médicos parece que les cambia la cara cuando decimos Essure», cuenta Lara, porque «nunca se ha reconocido que el motivo de la retirada de este producto es que ha hecho daño, que Essure es el causante de muchas reacciones que han sufrido las mujeres que lo han utilizado».
Cristina Guerra | Afectada
Se calcula que en España, desde el año 2002, que se empezó a comercializar este anticonceptivo, «se han implantado unos 80.000», señalan. «Y estamos seguras de que hay mujeres que no saben que sus problemas de salud pueden estar relacionados con este dispositivo. Todas nos hemos enterado al conocer otros testimonios».
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