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Gran cantidad de bonitos de diferentes tamaños, protagonistas en el Mercado de la Esperanza. Fotos: Juanjo Santamaría / Vídeo: Pablo Bermúdez
De temporada

El bonito reina en la Esperanza

Las abundantes capturas que llegan a los puertos cántabros hacen que el precio no se dispare: «Todos los días tenemos treinta, cuarenta o cien mil kilos de bonito»

Kevin Barquín

Santander

Jueves, 10 de julio 2025, 07:14

En marmita, con arroz, a la plancha, encebollado, con tomate o incluso en tartar, son las recetas que más preparan los consumidores del bonito que se pesca en el Cantábrico y se vende en el Mercado de la Esperanza. El precio de las rodajas varía entre diez y diecisiete euros el kilo y si deseas adquirir el ejemplar entero, las cifras van desde los cuatro euros para los más pequeños, hasta los siete por los de mayor tamaño. «Hace un par de semanas el precio estuvo bastante caro», cuenta Roberto de María, de pescaderías Mary, pero reconoce que «el ansia de los compradores por volver a comer bonito, compensaba. Cuando entra lo primero lo pagan a cualquier precio».

El Diario Montañés acude a uno de los habituales puntos de compra del pescado en Santander para conocer de primera mano cómo están acogiendo los santanderinos la venta de los túnidos. Si se habla de esta especie en concreto, el verano de 2025 en la región está siendo muy positivo. Cantidad abundante y precios razonables. «Ha empezado un poquitín antes» y tras aproximadamente un mes de costera, la cantidad de bonitos que llega a Santander es «abundante y muy regular», aclara De María. También subraya que a diferencia de otros años, este curso «todos los días tenemos treinta, cuarenta o cien mil kilos de bonito a los puertos de Cantabria y eso hace que el precio no varíe, que esté estable».

El tamaño de los ejemplares es lo que más destaca otro de los pescaderos de la Plaza: «Otras veces empezamos la costera con menos tamaño, pero esta campaña está siendo de pescado grande». Lo dice Unai Martín, de pescados Unai, quien también señala que el bonito y las sardinas, gracias a sus «precios populares», son los protagonistas de muchas barbacoas en verano. «Mientras abunde, siempre el pescado con precio, es lo mejor para todos», resume. Y es que en la mañana del martes, absolutamente todas las pescaderías del Mercado de la Esperanza ofrecían gran variedad de túnidos.

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«La gente estaba deseando que hubiera bonito, se espera durante todo el año», señala Marta Gómez, de pescados Marta y Enchi. Para ella, la mayor pega de esta costera es el puente levadizo de Raos. Este debe permitir el paso de los barcos entre la lonja y el mar donde faenan los pescadores, pero dejó de funcionar en diciembre del año pasado e imposibilita que los grandes pesqueros descarguen en Santander. «Tenemos que ir a Santoña, a Colindres y por ahí a buscarlo, y se nos está encareciendo. Cuando entran los barcos aquí directamente no cuesta nada ir con la furgoneta, comprar y viene al momento, mientras que si tenemos que desplazarnos, a veces no podemos y nos lo tienen que traer los mayoristas. Eso supone un coste y se nos encarece el producto. Nos ha pasado en la costera de la sarda, en la del bocarte y ahora nos va a pasar todo el verano con el bonito. Esperemos que lo arreglen», reclama.

«Hace un par de semanas el precio estuvo caro,pero el ansia por comer bonito compensaba»

Roberto de María

Pescaderías Mar

«Otras veces empezamos con menos tamaño, pero esta campaña está siendo de pescado grande»

Unai Martín

Pescados Unai

«El puente de Raos impide que entren los barcosy tener que ir fuera encarece el producto»

Marta Gómez

Pescados Marta y Enchi

Con la esperanza de que baje el precio durante la semana del Carmen que es «cuando más bonito hay». Apunta además que este año realizarán «las jornadas con los cocineros de Cantabria y preparamos el bonito de diferentes maneras para nuestros clientes».

El consumidor

Con dos ejemplares que «superan los diez kilos cada uno» salía del mercado Guillermo Fernández acompañado de su hijo Neco. El padre llevaba una bolsa y la otra la cargaba el chaval. «Hace tres semanas estaba muy caro, a treinta euros el kilo, ahora los bonitos están más cerca y aprovecho para comprar», explica Guillermo. «Los cojo cuando están baratos y los emboto para tirar de ellos en cualquier época del año», es decir, después de limpiar, trocear y cocer el bonito, lo conserva en tarros con aceite. «Solemos comerlo en ensalada o encebollado y lo sacamos cuando vienen invitados», dice el padre, aunque rápido intervino su hijo para dar su punto de vista: «A mi me gusta más con tomate». Diferentes formas de degustar una de las joyas de la región y de la temporada veraniega en el Cantábrico.

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