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Cierra la Puerta, pero Santo Toribio sigue abierto
Valoración religiosa ·
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Valoración religiosa ·
El obispo de la Diócesis de Santander, Manuel Sánchez Monge, destaca el carácter internacional que han adquirido las peregrinacionesLa Iglesia mide el éxito del Año Jubilar por el número de peregrinos que han cruzado la Puerta del Perdón, un flujo que pretende que se mantenga tras su cierre: el Lignum Crucis, la razón de ser del Año Santo, sigue esperando en el monasterio de Santo Toribio.
Este año se ha comprobado, además, el poder de atracción de la reliquia más allá de las fronteras. «Me he dado cuenta de que pensaba que era una peregrinación de las diócesis limítrofes y de España, pero tiene carácter internacional», ha confesado el obispo de la Diócesis de Santander, Manuel Sánchez Monge. Este año, junto a los peregrinos extranjeros procedentes de países europeos y con los que España comparte rasgos culturales e históricos (sobre todo Francia, Portugal e Italia), se han contado otros llegados de América, Asia y Oceanía.
El obispo hace hincapié en que «aunque el Año Santo termina, el monasterio lebaniego continuará custodiando el Lignum Crucis, símbolo del perdón de Cristo hacia los hombres mediante su muerte en la Cruz». Por tal motivo, Santo Toribio «debe seguir siendo, sobre todo para los cántabros, un lugar de peregrinación anual para adorar el Lignum Crucis y seguir reconciliándonos con el Señor mediante el sacramento de la confesión, porque a Dios no se le agota su misericordia hacia sus hijos».
Manuel Sánchez Monge | Obispo de Santander
En este sentido, Sánchez Monge ha destacado, como una de las características de este Año Jubilar, «las numerosas confesiones que se han administrado a los peregrinos, algunos de ellos tras muchos años sin haber recibido este sacramento».
La Iglesia ha reconocido la labor desarrollada durante todo el año por la lebaniega Cofradía de la Santísima Cruz, ligada al monasterio y a la reliquia desde el siglo XII, que ha aportado voluntarios a diario para atender a los visitantes. «Aparte de colaborar todo lo que podamos con los frailes, creamos un grupo de voluntarios desde el principio del Año Jubilar -explica el presidente de la Cofradía, Javier Lombraña-, y nos hemos encargado de organizar las llegadas de peregrinos, de autobuses y de todo, tanto fuera del monasterio como dentro de la iglesia, en las misas y las visitas».
Manuel Sánchez Monge | Obispo de Santander
«Lo hacemos porque somos creyentes y ya desde críos -yo tengo 69 años- somos cofrades, como mis padres también. Estamos encantados de recibir a toda la gente que viene porque, en general, todos quieren pasar por la Puerta del Perdón y cumplir las condiciones; otros vienen de turismo y se les nota enseguida, no hace falta que les preguntemos, pero en cuanto están un rato ven que no es sólo turismo, que aquí hay algo más».
Lombraña también valora el éxito del Año Santo por todas las personas que se han acercado hasta el monasterio. «Me parece una barbaridad la cantidad de gente que ha venido, a pesar de los meses de invierno, que las compañías de autobuses dejan de venir; del problema del desfiladero, cortado dos o tres semanas en febrero, del mal tiempo... En el momento en que ha empezado a arreglarse todo, se ha vuelto a animar».
Para el presidente de la Cofradía, religión y turismo son compatibles, como, en su opinión, ha quedado patente. «Me parece bien que la gente que venga a pasar una temporada aproveche para ganar el Jubileo, y me encanta que pueda suponer a la vez un beneficio para los hosteleros y para los hoteles de la zona».
Igualmente, el Jubileo ha sido la razón de la inauguración del albergue diocesano de peregrinos en Santillana del Mar, dentro de la ruta de Santiago, que cumple también una función de inserción laboral para quienes trabajan en él; a la vez, la celebración supuso la reapertura del otro albergue situado junto al propio monasterio de Santo Toribio. Ramona García, muy ligada a la Diócesis de Santander, atendió su llamada para recibir peregrinos en el albergue de Santo Toribio. «Ha sido una experiencia muy positiva con respecto a los peregrinos, con los que hemos podido compartir la fe, un poco en el sentido de lo que es peregrinar en la vida y también peregrinar hasta aquí para crecer en la fe y en la vivencia de Dios».
Javier Lombraña | Cofradía de la Santísima Cruz
Son estas cuestiones que están más allá de credos -«han venido ateos, protestantes, evangélicos,... hasta una musulmana»-. «Cada uno empieza la peregrinación según el estado interior en que se encuentra: puede hacerlo por encontrarse a sí mismo, después de tanta actividad en el medio en que se mueven. Algunos lo hacen por reencontrarse con su fe, reavivar lo que creyeron. Otros llegan con un sentido más asentado de fe y vida religiosa. Hay de todo».
Tampoco encuentra Ramona García contradicción entre el aspecto religioso del Año Jubilar y los otros enfoques del acontecimiento. «Cada uno mira por su misión, por su cometido o profesión. Es lógico que los que se dedican al turismo lo miren por ahí, o que otros se interesen más por la cultura: no tienen por qué desvirtuarlo. El Año Jubilar es un completo, tiene de todo, y luego cada uno elige la fuente de la que bebe, y bebe más o menos, según la sed que tenga de cada cosa».
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