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El mastodóntico argayo de Caviedes, compuesto por unas 80.000 toneladas de tierra y agua, sigue ocupando los tres carriles de la Autovía del Cantábrico a su paso por Valdáliga. Mientras decenas de operarios, grúas y camiones trabajan a marchas forzadas desde las siete ... de la mañana para liberar la vía, el tráfico que circula desde la zona occidental en dirección Torrelavega continúa desviado por la carretera nacional.
Por el momento se han retirado 18.000 toneladas de tierra y lodo, y el carril izquierdo está liberado en su mayor parte. Para él hay preparadas dos cubas con 12.000 litros de agua para intentar limpiarlo de cualquier resto de tierra. Si todo va según lo previsto, esta misma tarde se podría abrir ese carril al tráfico. Como se espera que llueva en la zona, si se reabre el tráfico se mantendrá durante toda la noche a un vigilante por si el argayo recupera terreno y hay que volver a cortar el tercer carril.
Para liberar la totalidad de la plataforma en sentido Torrelavega habrá que esperar algo más de tiempo. Los responsables de la obra en el talud de Caviedes calculan que los trabajos se extiendan tres o cuatro meses, por lo que no se puede descartar que uno de los tres carriles tenga que estar cerrado hasta entonces para que las máquinas puedan acceder al talud.
El argayo invadió desde la madrugada del sábado los tres carriles de la Autovía del Cantábrico (A-8) en dirección a Torrelavega, a la altura del kilómetro 254, en el municipio de Valdáliga. El vial permanece cerrado en este tramo, situado junto al túnel de Caviedes, y así seguirá hasta la noche de este domingo, cuando los operarios esperan poder abrir al menos uno de los carriles, según informaron desde la empresa Amaya Obras y Excavaciones, adjudicataria de los trabajos para realizar la retirada del deslizamiento.
Mientras, la Guardia Civil de Tráfico desvió la circulación hacia la carretera nacional N-634, lo que ha provocado que se formen colas y la ralentización del tráfico durante toda la jornada de ayer.
El talud comenzó a deslizarse en la madrugada del sábado, cuando ya se cortó uno de los carriles para quitar la tierra del arcén. Sin embargo, la situación se complicó como consecuencia de las fuertes lluvias que han tenido lugar estos días y, en total, se llegaron a deslizar 80.000 toneladas de tierra, rocas, agua y otros elementos.
Ante la evidencia de que la montaña se ‘comía’ la carretera, los vigilantes decidieron cortar la autovía al tráfico sobre las seis de la mañana. La operación se llevó a cabo de forma rápida y no hubo que lamentar accidentes. «Ha habido una rotura en medio del talud y una enorme cantidad de tierra se ha desplazado hacia la autovía», explicaron los operarios, que siguen este domingo trabajando para quitar los escombros con tres retroexcavadoras, cuatro camiones extraviales capaces de transportar cuarenta toneladas, otros tres convoys dúmper y un bulldozer. Su intención es trasladar la tierra que ocupa la plataforma a un vertedero situado a solo un kilómetro de la autovía.
«Estas cosas suceden siempre que se dan fuertes lluvias en zonas como esta y no se puede hacer nada al respecto», informó el encargado, quien aseguró, a su vez, que justo en este tramo se estaba colocando una red en la montaña. La autovía fue construida «hace unos catorce años y, salvo un argayo de menores dimensiones al otro lado de la vía, nunca habíamos tenido problemas de este tipo aquí», confirmó el encargado. «No es como en el Desfiladero de la Hermida, donde una piedra se cae de repente en medio de la carretera, porque aquí ha sucedido de forma paulatina y lo hemos tenido controlado en todo momento», señaló.
Durante todo el día, el tráfico funcionó con normalidad en sentido contrario, hacia San Vicente de la Barquera, pero el impacto visual de la montaña rota sobre la carretera no dejó indiferente a ninguno de los conductores que pasó por allí.
El argayo fue durante toda todo el día el tema de conversación entre los vecinos de los pueblos aledaños a la autovía, donde además se percibió un gran aumento de la circulación como consecuencia de la desviación del tráfico, que se realizó en la salida de la autovía a la altura de Lamadrid.
El desprendimiento coincidió, además, con la celebración de la feria de ganado tudanco de San Martín, en Treceño, uno de los eventos más destacados de la comarca, donde se llegan a concentrar hasta 900 cabezas de ganado.
La feria fue suspendida el pasado año debido a la huelga de los ganaderos, por lo que esta vez se esperaba una gran afluencia de visitantes. Alrededor de cien puestos ocupaban los arcenes de la carretera nacional, por la que a su vez pasaban las vacas de camino a las fincas y bastantes más coches de lo habitual, lo que complicó la situación. El alcalde, Lorenzo González, explicó que «el hecho de que haya coincidido con la feria ha provocado que todo haya sido un caos, porque no han dejado de atravesar el pueblo coches y camiones, que circulaban entre los visitantes y las reses». González se mostró tensionado y nervioso. Por suerte, «alrededor de las dos de la tarde, la Guardia Civil de Tráfico ha decidido desviar también el tráfico en la carretera nacional hacia El Tejo, lo que ha facilitado el traslado de las casi mil reses a sus fincas».
⚠️PRECAUCIÓN ⚠️ #trafico por argayo en la calzada en #Valdaliga, #A_8 p.k. 254. Corte total de la vía en sentido Vizcaya. Desvíos habilitados por #N_634 entre los p.k 258 y 249.
— 112 Cantabria (@112Cantabria) 11 de noviembre de 2017
Sobre el argayo, el alcalde detalló que «hace mucho tiempo que intuíamos que algo así podía suceder, porque ya en alguna ocasión se ha caído la tierra, y lo de hoy ha sido terrorífico». González aseguró que «hay más de cien mil metros cúbicos de tierra que mover». «Son cosas que pasan y ya está», zanjó el regidor, que vivió además un día especialmente tenso por el hundimiento del tejado de dos viviendas en el barrio de La Cocina, en Roiz. «Nos han llamado de Emergencias y hemos tenido que desalojar a una familia», ya que solo una de las casas se encontraba habitada. No hubo que lamentar daños mayores.
Los operarios abandonaron la zona del argayo a las siete de la tarde tras una dura jornada y han vuelto hoy a las siete de la mañana. «Aún desconocemos la profundidad del talud», reconoció el encargado. Su verdadera dimensión se irá descubriendo a medida que despejen la vía. Aunque hasta ahora no se han producido derrumbes así en la zona, en marzo del pasado año las lluvias provocaron un argayo en Borleña, Corvera de Toranzo. Entonces se llegaron a desplazar más de 2.000 metros cúbicos de fango, tierra y piedra, dejando cortada la carretera e impidiendo el paso a las viviendas y fincas situadas en el barrio del Churrón. Una situación a la que los vecinos del lugar tampoco se habían enfrentado antes. Hoy continúan quitando tierra en Valdáliga.
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