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Ana del Castillo
Santander
Jueves, 14 de septiembre 2017, 10:36
Los representantes de los ganaderos de la región se reúnen este jueves con el Gobierno para repasar el borrador que -una vez aprobado- cambiará por completo el polémico diseño de las campañas sanitarias, en vigor durante los últimas tres décadas. En lugar de que empresas ... privadas se ocupen de la salud de los animales, serán los «veterinarios de confianza», grandes conocedores de la realidad que viven las explotaciones, quienes hagan los controles de sanidad obligatorios. Una demanda que los trabajadores del sector llevan reclamando con fuerza desde hace muchos años.
La intención del Gobierno de Cantabria es realizar pruebas piloto durante 2018 -seguirá en campo la empresa privada Avescal- e implantarlo definitivamente en 2019 el nuevo modelo.
«Tenemos que unir fuerzas para que el sistema sanitario animal cambie en Cantabria. Este modelo lo tienen en el País Vasco y están muy contentos con él. Es un sistema cercano, de confianza absoluta porque trabajas con el veterinario que viene todo el año solucionando los problemas. Es quien más garantías te da. ¿Quién debe elegir ese profesional? El ganadero», explica Pedro Gómez, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Cantabria.
Que se haya decidido redactar un borrador ya es un paso, aunque tiene «muchos 'peros'», dice Gómez. «Hay miedos por parte de las administraciones de cambiar los modelos. Ellos siempre están pensando que el ganadero y el veterinario no somos lo suficientemente profesionales para hacer las cosas ordenadas. Eso es lo que yo siempre veo». Sin embargo, después de «llamar a la puerta de Revilla» una y otra vez, los ganaderos y los veterinarios de la comunidad autónoma han conseguido que el Ejecutivo contemple ese cambio de modelo tan demandado.
El año pasado se sacrificaron en Cantabria 1.981 vacas por tuberculosis. «Antes de matar al animal hay que revisarlo. Existen 'falsos positivos' y no por ello hay que acabar con la vaca. Muchos profesionales especializados en la tuberculina han explicado que, a parte de esa reacción, hay que mirar otra: si tiene ganglios, su comportamiento y repasar la historial del animal. Estudiar a la vaca, no matar por matar», explica a este periódico Miguel Diego Bedia, veterinario y ganadero cántabro. No es la primera vez que se dice que es inecesario chequear no solo el ganado sino la fauna y la flora con la que está en contacto. «Como ha reconocido la propia administración», apunta Gómez.
Diego cree que el cambio de modelo va a ser favorable. Lo ve como un «apoyo al sistema veterianario de campo y un trabajo profesional», pero también entiende que las empresas privadas estén en contra del nuevo sistema. «Cada uno mira por lo suyo», añade.
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