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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
SANTANDER.
Viernes, 15 de septiembre 2017
Agentes de la Guardia Civil investigan la muerte de una mujer cuyo cadáver fue hallado ayer jueves al borde del camino de una pista forestal que atraviesa los municipios de Liendo y Guriezo y donde, además del cuerpo inerte, las brigadas asignadas a este caso ... encontraron el coche de la víctima e indicios suficientes como para pensar que su fallecimiento no fue en absoluto accidental.
De momento no hay detenidos, ni un relato preciso de lo ocurrido, pero sí la certeza de que detrás de la muerte de esa mujer se esconde un homicidio.
Según ha podido saber este periódico, el hallazgo del cadáver se produjo a las nueve y media de la mañana, cuando un vecino de la zona que transitaba por la pista forestal que se reparten Liendo y Guriezo y que forma parte del trayecto del Camino de Santiago vio un vehículo posado sobre la cuneta y, al lado, el cuerpo de una mujer.
Pensando que se trataba de un accidente de tráfico, aunque algo extrañado por la posición tanto del coche como de la propia víctima, el hombre telefoneó a emergencias, que rápidamente movilizó los recursos adecuados para atender la llamada de socorro.
Una vez en el lugar, sin embargo, los agentes de la Guardia Civil que acudieron a prestar el servicio observaron algo en el escenario que les hizo sospechar que no había sido un accidente de tráfico cualquiera e hicieron llamar a la brigada de la Policía Judicial.
Apenas media hora después de producirse el hallazgo, la pista forestal, muy transitada por peregrinos, senderistas y paseantes, se convirtió en un hervidero de guardias civiles que se pusieron a trabajar en el lugar comenzando por la identificación de la víctima.
Se trata de Esther Díaz, una mujer de mediana edad, de 50 a 55 años, vecina de la localidad de Lugarejos, ubicada a un kilómetro escaso del punto exacto en el que fue encontrada sin vida.
Por lo que cuentan de ella sus vecinos -que ayer creían que perdió la vida en un accidente de tráfico- llegó hace siete años al pueblo, donde alquiló una vivienda unifamiliar algo alejada del núcleo poblacional aunque al abrigo de otras dos construcciones algo mayores que la semiocultan de la vista al paso por la carretera de acceso.
«No tenía mucho trato con ella, pero sí parecía una buena persona», aseguraba ayer una de sus vecinas, que decía, aunque no lo aseguraba, que Esther estaba casada con un ciudadano extranjero, «un inglés, creo», y tenía dos hijas.
Hasta ahí, lo poco que ha trascendido de la vida personal de la víctima, que conocía al dedillo el camino en el que ayer halló la muerte porque solía recorrerlo casi a diario para desplazarse de su casa a Liendo y viceversa.
Una vez confirmada su identidad, los investigadores comenzaron a buscar cualquier indicio que confirmara sus sospechas y ayudara a identificar al autor o a los autores de lo que, en principio, tratan como una muerte violenta.
Lo hicieron en el propio cadáver, luego levantado y trasladado al Instituto Anatómico Forense del Hospital Valdecilla, donde le será practicada una autopsia cuyos resultados aproximarán a la Guardia Civil a las causas que provocaron la muerte de Esther.
También en el vehículo que conducía, que fue igualmente registrado y luego trasladado a las dependencias policiales, donde ayer mismo fue sometido a un chequeo más exhaustivo.
Y, del mismo modo, en la vivienda familiar, que ayer por la tarde permanecía custodiada por una pareja de agentes de paisano a la espera de la llegada de un equipo de la brigada científica enviada para buscar en el interior del domicilio cualquier detalle que pudiera ayudar a esclarecer un suceso en el que los agentes trabajan, como de costumbre, con total hermetismo y sin descartar ninguna hipótesis.
En este sentido, los investigadores estarían tratando de averiguar si Esther Díaz encontró la muerte allí donde ella y su propio vehículo fueron localizados o, al contrario, falleció en otro lugar y fue trasladada hasta ese punto de la carretera; si en su más que posible homicidio participaron una o más personas; si esta o estas pertenecían al entorno más o menos próximo de la mujer o no tenían vínculos con ella; y si la acompañaban a bordo del vehículo que conducía a su vivienda o la abordaron al borde de un camino que nunca terminó.
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