Borrar
Fernando Obregón ha publicado varios estudios sobre el impacto de la Guerra Civil en múltiples comarcas de la Cantabria más rural. Celedonio Martínez
«Hay más historias como la de Juan Larrinoa que se olvidarán para siempre»

«Hay más historias como la de Juan Larrinoa que se olvidarán para siempre»

La colaboración del historiador cántabro Fernando Obregón fue clave para identificar a los 74 soldados republicanos encontrados en el cementerio de Limpias

José Carlos Rojo

Santander

Martes, 5 de diciembre 2017, 07:23

De no ser por el interés personal de un familiar, el nombre de Juan Larrinoa, como el de los otros 73 soldados republicanos de la Guerra Civil encontrados recientemente en una fosa común en el cementerio de Limpias, se hubiera perdido en el olvido. «Yo no tendría que protagonizar esta entrevista. Más bien deberían hacerlo todos esos familiares que emprenden investigaciones tenaces que terminan con hallazgos como este», defiende el historiador Fernando Obregón (Santander, 1968), que el pasado agosto ayudó en la identificación de los fallecidos en el hospital de sangre de la localidad en 1937. «Es un asunto de humanidad y de sentido común que rescatemos la memoria histórica de todas estas personas. Que dejemos de hacer un uso político de todo ello.

–Hay heridas que aún están cicatrizando.

–El descontrol que ha habido en España con la gestión de la memoria histórica es absolutamente sorprendente. Y no hablo solo del recuerdo de los vencidos, también de los vencedores. He conocido cementerios de los dos bandos que están completamente abandonados. Me llama mucho la atención cuando en otros países encuentras que estos lugares están dedicados al recuerdo, perfectamente cuidados y con las víctimas bien identificadas.

«En este país confundimos los revanchismos con el estudio histórico que busca conocer lo que ocurrió»

–Hubo un intento por rescatar esa memoria histórica hace años; pero parece que ahora todo ha quedado relegado al olvido de nuevo.

–Creo que la gente echa en falta un consenso general, lo mismo que sucede con la educación, por ejemplo. No se trata de ajustar cuentas ni de revanchismos. Estoy hablando desde el punto de vista estrictamente histórico y científico. Es importante conocer lo que pasó para poder plasmarlo con rigor en un escrito. No invento nada. Se ha hecho así en otros países.

El Diario busca a los familiares de los desaparecidos

El Diario Montañés anima a los familiares de los combatientes cántabros republicanos enterrados en una fosa de Limpias y cuyas identidades han salido a la luz este pasado fin de semana a que se dirijan al correo electrónico redaccion.dm@eldiariomontanes.es para relatar la historia de sus deudos, víctimas de la contienda fratricida cuando se desmoronaba el frente del norte. La lista completa se puede consultar en la web de este periódico.

–¿En España es más difícil porque el argumento de las dos españas sigue utilizándose en la primera línea política?

–Aquí es imposible rescatar historias como la de Juan Larrinoa si no es gracias al esfuerzo personal de un familiar, en este caso su sobrino, José Antonio Larrinoa. El Estado te dice que no puede ayudar porque está preocupado con otras cosas más importantes. Pues en EEUU, Francia o Italia parece que tienen menos cosas que hacer porque basta con mirar los cementerios que han dedicado a sendas guerras mundiales para comprobar que allí las cosas se hacen de modo diferente.

–José Antonio Larrinoa contactó con usted en agosto. Quiso que le ayudará en esta búsqueda...

–Me facilitó esta lista que le prestó el cura de Limpias y le ayudé a cotejarla con los registros civiles y otras fuentes. Descubrí que algunos nombres coincidían. De otros no tenía constancia de que existieran. Este hombre no me demostró ningún afán de notoriedad. Sencillamente quería encontrar a su tío y me dijo que su deseo era ayudar a otras muchas personas que se encuentran en situación parecida a la suya, sin conocer el verdadero paradero de su padre, o su abuelo...

–Seguro que habrá otras muchas historias parecidas.

–Evidentemente hay muchas más historias como la de Juan Larrinoa que se olvidarán para siempre. Tiene que haber fosas similares junto a lo que fueron los antiguos hospitales de sangre. Los que atendían a los heridos de guerra. Porque hay que recordar que estas fosas no fueron de represión. Es que cada vez que hablamos de fosas, se asocia rápidamente a los paseos de fusilamientos.

«En estos últimos 20 años, unos cuantos historiadores hemos rescatado los últimos testimonios orales»

–Eran más bien fallecidos en el frente...

–En la batalla, en los bombardeos, etc. Al menos en la misma comarca hay otros tres hospitales similares, y lógicamente tendrán fosas parecidas. Ahora mismo se me ocurre pensar en la localidad de Hoz de Marrón, por poner solo un ejemplo.

–A medida que pasan los años, será más complicado identificar los nombres.

–Hay casos en los que ya es imposible. De algunos solo se conserva un número en una chapa. A día de hoy, pasados 80 años, es prácticamente imposible identificarlos. Y así se alcanza el desamparo general de los familiares de las víctimas, que durante todas estas décadas han estado desatendidos por la administración.

–¿El trabajo de historiadores como usted ha ayudado a evitar ese error en Cantabria?

–Podríamos decir que Cantabria es una de las regiones donde con mayor exactitud se ha llegado a documentar lo que ocurrió, comarca por comarca. Hay un trabajo excelente realizado por muchos compañeros: Miguel Ángel Solla, Isidro Cicero, Roberto Ontañón, José Ramón Sáez Viadero, José Manuel Puente, Enrique Menéndez... O el fallecido Jesús Gutiérrez Flores, que fue pionero en la creación de listas de damnificados por la contienda.

–Cada cual abordó la temática desde un punto de vista.

–Y lo que es más importante, en estos últimos 20 años hemos logrado rescatar los últimos testimonios orales. Sin ellos, hubiera sido imposible reconstruir de fondo todo lo que pasó. Sin las vivencias de quienes sufrieron aquel tiempo, no hubiéramos podido descifrar algunos documentos. Algunos de esos hombres y mujeres que aún siguen vivos tienen ahora más de 90 años y es complicado entrevistarlos.

–Sorprende que la mayor parte de los hombres enterrados en Limpias sean vascos. ¿El éxodo que protagonizaron los habitantes de la comunidad vecina tras la caída de Bilbao cambió la vida en Cantabria?

–Llegó una oleada de más de 150.000 personas. Incluso el lehendakari José Antonio Aguirre vivió un tiempo en una finca en Mataleñas y abandonó Santander en sus últimas horas republicanas en un avión que despegó del desaparecido aeródromo de La Albericia. Hay historias fascinantes.

–Pero la convivencia no fue sencilla.

–La población vasca era mayoritariamente católica. Los cántabros los increparon por rezar o por llevar crucifijos, y también por hablar en vasco. El hambre también ayudó al rechazo. En medio de un racionamiento feroz, de pronto aparecieron miles de bocas más a alimentar. Cantabria incrementó su población un tercio. Pero también hubo anécdotas entrañables.

–Cuénteme...

–Hay matrimonios que se conocieron en este contexto. Hay familias de acogida que han mantenido el contacto pasados los años. Eso es muy bonito.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «Hay más historias como la de Juan Larrinoa que se olvidarán para siempre»