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«Estamos en noviembre y no tenemos ni idea de cuántas plazas van a salir ni de qué especialidades. Este año es aún peor que otros porque esperábamos que fuera una oferta muy buena en función del Plan Nacional de Estabilidad del Empleo Público ... 2017-2020, pero estamos viendo que puede que no lo sea tanto...». Las palabras de Ildefonso Vázquez, profesor de Inglés que lleva más de 10 años trabajando como interino, recogen el sentir generalizado de los opositores cántabros que preparan las oposiciones docentes de 2018, destinadas a profesores de Secundaria, el primer capítulo de la anunciada mayor oferta de empleo público docente de la historia para reducir al 8% en cuatro años la alarmante interinidad existente, que en Cantabria alcanza este curso el 35%. Pero hoy en día, a siete meses de su realización, las pruebas siguen rodeadas de más incertidumbres que de realidades, lo que alimenta la desilusión y el descontento. «Estudiar a ciegas es frustrante», sostiene Vázquez. Lo único seguro es que se realizarán al final del curso escolar, pese a que llegó a barajarse adelantarlas a febrero o marzo.
«Esto es una incertidumbre continua», sostiene por su parte Paula López, licenciada en Arquitectura que busca abrirse un nuevo camino en la docencia, un campo que le «gusta» aunque su primera idea estaba más enfocada a la enseñanza universitaria. Es la primera vez que se enfrenta al reto de unas oposiciones. «No sabía si presentarme a la especialidad de Tecnología o a la de Dibujo. Tenía muchas dudas. Finalmente opté por preparar la primera, porque de Dibujo no han salido plazas desde 2010. Poco después sale a la luz una previsión del Gobierno de Cantabria y se dice que va a haber diez plazas de Dibujo, y te vuelven a poner en duda, porque al ser arquitecta tendría más posibilidades que en Tecnología y seguramente se presentase menos gente. Y a los pocos días, te dicen que hay que recortar, con el riesgo de que no salgan algunas especialidades. Y otra vez aparecen las dudas. Es un continuo vaivén, un día estás segura y otro te tiemblan las piernas y te preguntas qué hacer. Asumes que prepararte unas oposiciones es lanzarte al vacío, pero esta incertidumbre hace más grande esa sensación», reflexiona.
ILDEFONSO VÁZQUEZ, opositor
En esta situación, López considera que «lo más importante es estar segura, coger tu camino y tirar para adelante. Intento centrarme en los estudios y abstraerme de todo lo que pasa alrededor, de rumores, comentarios, negociaciones, porque si no te vuelves loca. Intento cribar la información que llega y sólo fiarme de lo que veo, no de lo que me cuentan. A veces te peleas contigo misma por cosas que no están en tus manos, no merece la pena». Asegura, entre risas, que estas últimas semanas ha entrenado mucho la resiliencia, «la capacidad para oponerse a cualquier daño».
Desde octubre, cuando empezó «de cero», Paula López dedica ocho horas diarias a estudiar. «Esas no te las quita nadie, incluso hay días que alguna más, algo que no hice ni cuando estudié Arquitectura», dice.
«Se puede decir que no he dejado de preparar oposiciones desde que empecé a trabajar», explica por su parte Ildefonso Vázquez, que aspira, por fin, a conseguir una plaza fija. «A veces de forma más constante, como ahora, que llevo cinco meses estudiando mas específicamente, y otras de forma más relajada. Los interinos estamos actualizándonos y estudiando constantemente, ya sea para las oposiciones o simplemente por tener más formación y mejorar», detalla Vázquez.
No está siendo un año fácil. Después de que en primavera se conociera que las oposiciones del cuerpo de maestros previstas para 2017 no se iban a ejecutar por la problemática derivada del retraso en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado -las 187 plazas se acumulan para 2019-, ahora son los aspirantes a puestos en Educación Secundaria, Formación Profesional, conservatorios y escuelas de idiomas los que esperan a que se confirmen las plazas y especialidades que se ofertarán finalmente en 2018, después de un «error de cálculo» que ha obligado a volver al punto de partida y desandar los pasos ya avanzados en las negociaciones entre el Gobierno regional y los sindicatos de la Junta de Personal Docente (STEC, CC OO, UGT y ANPE).
paula lópez, opositora
Un total de 438 plazas conformaban la primera oferta que la Administración transmitió a los sindicatos hace casi un mes. Parecía una luz al final del túnel. Pero en el segundo encuentro, en el que se esperaba avanzar en las negociaciones, se volvió a hacer de noche y los acontecimientos dieron un giro de 180 grados. «Se han detectado errores en la primera propuesta de plazas hecha por la Consejería, por lo que harán una nueva oferta que será más restrictiva que la primera», resumía de forma lacónica en su día el portavoz de STEC, Jesús Aguayo.
El error viene derivado de la diferente interpretación de la nueva tasa de estabilización a la que se refiere el Real Decreto 702/2017 al que obliga el Ministerio de Educación, que tampoco gusta a los opositores. «En el pacto nacional firmado para la estabilización del empleo público no se ha hecho un cálculo aparte que defienda las peculiaridades de Educación, que funciona de forma muy diferente al resto de administraciones públicas. No todos los funcionarios somos iguales. Se ha hecho mal desde un principio. Educación requiere una flexibilidad en esos cálculos, que se hacen de forma muy estricta, que atienda a una serie de necesidades, ya que incluso hay un cambio de Ley Educativa por el medio», se queja Vázquez.
Tanto la Consejería como las organizaciones sindicales no se han atrevido en las últimas semanas a precisar el recorte -variaba de 40 plazas hasta casi un centenar en función de a quién se preguntase-, que puede llevar consigo que haya especialidades que se queden sin puestos cuando en la primera previsión sí los tenían. «En 2016 -fecha de las últimas oposiciones de Secundaria-, se convocaron 26 plazas de Inglés. Si ahora es similar, o poco mayor, sería muy triste, frustrante», reivindica Vázquez.
javier venero, profesor preparador de oposiciones
El penúltimo capítulo de este baile de cifras y ceremonia de la confusión lo protagonizó la pasada semana el consejero de Educación, Francisco Fernández Mañanes, quien aventuró que serán «en torno a 400 plazas...», previsión que ayer volvió a repetir antes de su reunión con directores de centros de Primaria.
Mañana, jueves, se vivirá un día clave en el proceso. La Dirección General de Personal Docente y Ordenación Académica ya tiene definida la nueva oferta de empleo público y ha citado a los sindicatos a una reunión para valorarla. Se retomarán así las negociaciones después de tres semanas aparcadas. La nueva previsión que maneja Educación es bastante similar a la primera, cifra arriba, cifra abajo, porque prefiere agotar en la convocatoria de 2018 las plazas extraordinarias del Plan de Estabilidad de Empleo Público que en principio iba repartir en dos ofertas. Es decir, que las siguientes oposiciones de Secundaria, previstas para 2020, se limitarían a cubrir sólo las jubilaciones. Una apuesta con la que busca mantener una cantidad alta de plazas y no decepcionar así las expectativas de los aspirantes, aunque sea a costa de hipotecar las de 2020. Habrá que esperar ahora cuál es la respuesta sindical ante esta postura en unas negociaciones que obligatoriamente deben acelerarse.
Y mientras tanto, ¿qué pueden hacer los opositores ante esta incertidumbre, indefinición y retraso en la convocatoria? Las claves las aporta F. Javier Venero desde su atalaya de 36 años trabajando en la enseñanza, como orientador en colegios y como preparador de oposiciones, tarea a la que ya ha dedicado dos décadas. «Es necesario que quien se enfrenta a este reto posea mucha inteligencia emocional, sea coherente, tenga las ideas y los objetivos muy claros, sea muy trabajador y cultive la resistencia a la frustración, porque se enfrenta a esa incertidumbre de que salga su especialidad o no, de que haya plazas suficientes o no... Es fundamental no prestar atención a toda esa cantidad de rumores, comentarios, habladurías sobre las oposiciones, abstraerse de todo ello, aunque sea complejo», recomienda desde las aulas de la santanderina Academia Códice.
Venero repite hasta la saciedad la palabra 'trabajo': «Un opositor debe asumir que su trabajo, un año, dos o los que sean, es estudiar. Si no se convierte en un profesional de ello, dedicando ocho o diez horas diarias a estudiar, es poco probable sacarla adelante, porque esto no se trata de aprobar una asignatura o una carrera, esto es una competición muy exigente donde te enfrentas con otras personas que buscan lo mismo que tú y donde las plazas son limitadas».
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