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«No sabemos nada. Es que aquí nadie escuchó ningún disparo, voces, ajetreos de algún tipo... Nada». Las palabras de Araceli, una propietaria de la urbanización Los Armadillos de Santander donde en la madrugada de ayer se produjo el crimen que acabó con la vida ... del joven Marvin, pueden ponerse en boca de cualquiera de los vecinos de este complejo residencial de Monte. Hasta que los agentes de la Policía Judicial no llamaron a sus puertas para preguntarles si tenían algún dato que pudiera ayudar a la investigación no se enteraron de nada. A eso de las 21.50 horas bajó a tirar la basura y frente al portal nº3, en el mismo punto donde pocas horas después apareció el cadáver de su vecino del tercero, había una tranquilidad total. A las 22.30 subió a casa su marido y el panorama era el mismo.
«Estaba viendo Supervivientes en la televisión y escuché hablar a los de arriba. No sé por qué me dio por mirar por el telefonillo y vi una pierna, estaba tirado en el suelo», recuerda la mujer, que no puede dejar de pensar en que si hubiera bajado las bolsas al contenedor más tarde igual se habría topado con la macabra escena.
La sensación es la misma que la de Basio y su mujer, que no viven en la finca donde se produjo el asesinato, pero tienen un fuerte vínculo. No sólo porque su casa está a unos pocos metros, sino porque el edificio se construyó sobre unos terrenos que eran de su propiedad y allí reside ahora un hijo con toda su familia. El relato, en este caso en segunda persona, es el mismo. «Lo hemos visto en Internet a primera hora. Hemos llamado por teléfono y nos dijeron que no sabían nada», apunta ella. Insistía en que poco antes del suceso su nuera había bajado al perro: «Imagínate si por el animal la cogen allí...».
Araceli | vecina de la finca
chus
Chus tampoco fue la excepción. Sus respuestas fueron un calco a las de sus convecinos. Cuando los agentes picaron a su timbre su mujer estaba en la cama y él a punto de apagar la televisión. ¿Que si sabía algo del crimen? Él ni idea... «Bajé con el agente, que daba la casualidad que le conocía, y ahí ya fue cuando me encontré con el cordón policial y el chico en el suelo. Y allí también estaba todavía el repartidor que se encontró el cadáver», explica. Durante toda la jornada de ayer, los investigadores siguieron interrogando a cada una de las personas que cruzaban la verja exterior de la finca. Pero el resultado siempre era el mismo. La misma palabra: «Nada».
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