Javier Ochoa
El empresario que lleva treinta años al frente de 'Churrería Cantabria', en Laredo, cuenta que en verano venden bien, 'como churros'
En las verbenas de los pueblos no falta el puesto de churros. Su calor y su olor forman parte del paisaje de las noches de ... verano, aunque se vendan más de día. Lo dice Javier Ochoa, que lleva treinta años al frente de 'Churrería Cantabria', en Laredo. En verano venden bien, 'como churros'.
–¿A cuánto la media docena?
–A 2,50. Baratos para empezar el verano. La rueda completa la tengo a menos de cinco euros.
–¿Los churros encajan bien con el verano?
–A ver, los churros son un producto que se vende cualquier día del año. A pesar de que haga calor. El verano lo que tiene es que hay más gente. Entonces, al haber más compras, un porcentaje mayor irá a churros. Al final, el dinero que pueda tener la gente en la cartera es una cantidad. Y le vas quitando: para unos helados, para un café, para una cervezuca… O tomas churros o tomas otra cosa.
–Para hacerlos se cogerá una buena sudada…
–Gracias a Dios en Laredo siempre corre el aire. Con lo cual, siempre viene esta brisilla del nordeste que te va refrescando y se lleva bien. La ola de calor son cuatro días contados de esos que superan casi los treinta grados, pero, por lo demás, se lleva muy bien. Los días que chispea son peores. La gente deja de venir a la playa. Dicen: 'pues ahora que llueve, vamos a hacer un poco de turismo rural. Vámonos a Santillana o a Cabárceno'. Pero no vienen a la playa, a Laredo.
–Imagino que usted es como una orquesta. En verano le tocará irse de gira…
–Sí que me toca un poco. Este puesto es estable, lo mismo que el que está más abajo o uno que tenemos en la plaza San Antonio. Luego tenemos móviles, que son los que llevamos por las fiestas. Ahora no hacemos tantas vueltas, pero sí que nos movemos bastante. Vamos por Las Nieves, Cicero, San Antonio, San Pelayo…
–¿Cuál es la fiesta a la que nunca falla?
–Pues de las que hay que desplazarse, no hay ninguna a la que siempre vayamos. Pero de aquí, de Laredo, solemos estar en la Batalla de las Flores. Es una fiesta a la que no podemos fallar. Aunque las que más me gustan son las de las procesiones de Semana Santa. La de cualquier fiesta religiosa, porque el ambiente es muy sano. No es como, por ejemplo, un carnaval, que los chavales van un poco bebidillos… En las fiestas religiosas vienen papás, mamás, familias… Entonces son muy tranquilas y muy buenas en cuanto al trabajo.
–Acabará de la música de la verbena hasta…
–Pues no tanto, la verdad. Al final es una fiesta cada semana y eso no cansa. Además, que con la música siempre viene más gente. Normalmente hay más por la tarde, pero cuando hacen una verbenuca, pues igual vienen otros y dicen 'vamos a comer unos churrines como postre después de haber cenado'.
–Y cuándo es usted el que va de fiesta, ¿se compra churros?
–Por desgracia, yo no me puedo ir de fiesta. Porque, claro, me toca trabajar. O sea, lo que es un fin de semana, cuando todo el mundo puede estar libre porque trabaja en una empresa, yo estoy haciendo churros. Pero se lleva muy bien, te acostumbras. Me imagino que será lo mismo preguntar a los mineros. 'Oye, ¿qué tal llevas el bajar a la mina?'. Llega un momento en el que te acostumbras a ese horario y a esa forma de trabajar.
–¿Cuándo se vende más: por la noche o por el día?
–Siempre de día. Se vende más, sí. También es cierto que, por ejemplo, el tipo de cliente ha cambiado mucho. O sea, ahora los chavalillos, por suerte, por desgracia o por yo qué sé qué llamarle, pues, si no tienen dinerillo en el bolsillo, ¿qué van a comprar? Dicen: 'Pues mira, nos vamos a comprar una botella y no unos churros. Así aprovechamos, nos hacemos un calimocho y vamos de botellón'. Pero sí que tengo chavalillos como clientes de tarde que, eso sí, cuando llega la noche, no compran tanto churro.
–En todo caso, los churros no se pasan de moda, ¿no?
–No, los churros no pasan de moda. Sí que mantengo unos compradores típicos. Por desgracia el cliente que perdemos es porque ha fallecido. Pero sí que tengo algunos que conservo desde que empecé a trabajar, cuando mi suegra me traía con el coche porque no tenía carné.
–A ver, un secreto. En su libro de memorias figurará el día que le vendió churros a…
–Sí que hemos vendido churros a famosos. Pero claro, yo no sé si se pueden decir los nombres. No estoy seguro de si quieren que lo sepas porque están de vacaciones y prefieren ir a lo suyo. Pero cuando les reconoces son súper agradables. Les hace ilusión y se quedan a hablar contigo.
–Confiese: el secreto para unos buenos churros es…
–La calidad. No hay otra más que la calidad y hacerlo con mucho cariño. Tu trabajo, el que desempeñes, que lo hagas con cariño. Que no digas algo como: 'Bueno, yo vengo a trabajar porque tengo que ganar dinero, aunque no me guste lo que hago'. Lo que hagas, que te guste hacerlo.
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