Óscar Allende
Los dos cántabros y la asturiana no autorizados a seguir su viaje en El Aaiún regresarán este jueves
Óscar Allende lo cuenta con calma («estamos bastante tranquilos») desde el hotel en el que han pasado la noche en la ciudad marroquí de Sidi ... Ifni, pero sabiendo que mientras sigan en este territorio los tres españoles (dos cántabros y una asturiana) se encuentran bajo el control «de un dictadura, por mucho que España la blanquee por intereses empresariales y políticos». Este martes pasado el activista de Cantabria por el Sáhara Raúl Conde y el periodista Óscar Allende -así como la periodista asturiana Leonor Suárez- fueron retenidos en El Aaiún, donde se les conminó a darse la vuelta: no se les autorizaba a seguir su viaje por el Sáhara Occidental. En parte, así han conseguido más repercusión para la misión que les había llevado hasta allí, que no era otra que conseguir testimonios en directo sobre el ambiente de hostigamiento en el que viven los saharauis no afines al régimen en los territorios ocupados por Marruecos.
Y, la primera en la frente: el control y acoso lo sufrieron ellos antes de llegar a su destino. El pequeño grupo llevaba meses planificando este desplazamiento para entrevistar (bajo la cobertura de Equipe Media, una agencia que denuncia los abusos en el Sáhara) a quienes habitan el Sáhara Occidental oponiéndose a la situación política actual. «Es muy importante para ellos que se entienda lo que está pasando allí», explica Allende precisamente por el cerrojazo informativo que impone el reino alauí.
«Hablamos de que allí te llegan a detener por celebrar la victoria de un equipo de fútbol, por asistir a una boda o por sumarte a una manifestación universitaria», refiere el periodista santanderino. Para intentar dar visibilidad a estas situaciones vitales, Conde, Suárez y Allende se plantearon acercarse allí en un recorrido «de turistas, sin volar directamente a El Aaiún, porque sabíamos que si vas en avión directo es más fácil que te den el alto». El sábado por la noche llegaron a Agadir, punto de arranque de un recorrido por carretera en un vehículo alquilado. Tenían previsto pasar en la zona una semana, hasta el sábado que viene.
«Me impresiona pensar que la dictadura marroquí esté tan cerca y tan blanqueada por España por motivos empresariales y políticos»
Óscar Allende
Periodista santanderino
Pronto verían, sin embargo, que Marruecos no les había preparado una alfombra roja. Al llegar al pequeño pueblo de Tarfaya, «poco turístico y con unos cuantos hoteles» empezaron a notar movimientos «extraños». Una persona que primero les empezó a hablar sin reparos, luego cambió de actitud. Tampoco encontraron alojamiento y enseguida detectaron que les seguía un vehículo. En todos los hoteles les negaron que tuvieran habitaciones disponibles, lo que les obligó a marcharse.
Ya el martes se enfilaron hacia El Aaiún y cuando llegaron a un control de carretera grande, «con cámaras», les comunicaron que no estaban autorizados a seguir.
«Por más que preguntamos el motivo por el que no nos dejaban avanzar, fue inútil. Fue una negativa sin explicaciones, en plan militar. No fueron agresivos ni violentos», relata Allende, que desde el medio de comunicación que dirige, El Faradio, ha dado voz en infinidad de ocasiones a los saharauis que sufren vigilancia diaria sobre sus actividades. «Esta era la idea: entrar y grabar el día a día de la gente a la que le controlan los movimientos».
Estar vigilado da «mucho respeto»
Una vigilancia «que da mucho respeto». A ellos les hicieron un marcaje intimidante las primeras horas, cuando su vehículo fue escoltado de regreso a su punto de origen por otros cinco que paraban cada vez que los cántabros y la asturiana hacían un alto en su camino. En Sidi Ifni salieron a cenar y también sintieron el seguimiento. «Si nos han hecho esto a nosotros, ¿cómo será el que soportan quienes viven allí?», cuestiona el periodista cántabro. Era la primera vez de Allende en Marruecos y el Sáhara (no así para Raúl Conde que, como activista pro saharaui, ha viajado en más ocasiones) y regresa frustrado por no haber logrado el objetivo si bien asegura que tienen material para difundir informaciones sobre la situación.
Agradece «haber visto con mis propios ojos lo que hasta ahora eran historias que te contaban. Vivir en estas condiciones debe ser tremendo. Te genera preocupación humana, estamos hablando de tener algo de humanidad». A Allende también le impresiona pensar que el sistema marroquí esté «tan cerca y tan blanqueado. Marruecos es un país con precios aún asequibles para ir de turismo», parece cosmopolita «porque hablan francés, algo de inglés y tienen una gran memoria cultural española. Para un español es fácil sentirse a gusto allí porque le hacen todo fácil, pero no deja de ser una dictadura».
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